Patrimonio nacional, patrimonio digital
Cuando se cumplen dos años de la muerte del director de ‘Plácido’, el Berlanga Film Museum viene a paliar el incumplido sueño de un museo físico por parte de la familia
“Lo de virtual no lo entendía muy bien, aunque a cambio era muy curioso. Creo que sí, que le hubiese gustado”. Puede que lleve razón su hijo José Luis, pero alguien tan dado al fetichismo de objetos (como los zapatos femeninos de tacón) como fue su padre, Luis García Berlanga, probablemente hubiera preferido algo tangible, un pasillo con vitrinas, objetos histriónicos y risas de los visitantes antes que un paseo virtual por el Berlanga Film Museum. Hablamos del creador que dijo: “Un buen culo es más relevante que todas las ideologías”. Si eso no era ser amante de lo tangible...
Pero de la necesidad —la falta de presupuestos, la imposibilidad por carestía de tiempo y de dinero de levantar la Fundación Berlanga— se ha hecho virtud, y desde ayer ya está abierto en la pantalla de cualquier ordenador el berlangafilmmuseum.com, en un día especial: hoy martes y 13 se cumplen dos años del fallecimiento del tipo que, junto a Luis Buñuel, marcó el cine español del siglo XX. Como recordaba ayer Paul Laverty, guionista y colaborador habitual de Ken Loach, “cuando me hablan de comedia, pienso que la vida tiene risas y sombras, y para vida y comedia, El verdugo”. A José Luis García-Berlanga le importa mucho el legado de su padre. Le duele que la Academia de la Lengua siga sin incluir el término “berlanguiano” en el diccionario, y cree que en su cine “se puede recorrer la España del siglo XX”. “Y por eso pienso en los estudiosos, en que sus películas se vean por todo el mundo [es curioso la falta de repercusión del cineasta valenciano en el mundo anglosajón]. En el futuro el Museo Virtual podría ser un pata de la Fundación y alimentarse mutuamente”, augura su hijo.
El Berlanga Film Museum puede que sea el primer museo virtual de un cineasta, al menos en Europa. “Hemos investigado mucho, y puede que sea el primero del mundo, pero no estamos 100% seguros”, dice su director, Rafael Maluenda, antiguo colaborador de Berlanga y director también del festival valenciano de cine Cinema Jove. “Porque no queríamos una página web bien hecha, que de esas hay muchas, sino una experiencia global, que el visitante se sienta dentro del mundo Berlanga”. En cuanto a esa apuesta digital, Maluenda habla claro: “Es algo realista en los tiempos que corren. Igual que la aportación económica, 50.000 euros de presupuesto destinados principalmente a la arquitectura de la web, y la colaboración entre todas las instituciones, capital para levantar el museo”. El centro virtual depende del Instituto Valenciano del Audiovisual y de la Cinematografía (IVAC), de la Generalitat Valenciana, pero en él han colaborado la Filmoteca Nacional (que llegó a presidir Berlanga), la SGAE a través de la Fundación Autor, el Instituto Cervantes, la Academia de Cine y EGEDA, la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores: desde el museo se enlaza a la web Filmotech.com, de EGEDA, donde por nueve euros al mes se puede ver toda la filmografía.
La virtualidad de un mito austrohúngaro
Para mí Berlanga tiene el mismo valor que Goya o Quevedo”, cuenta Rafael Maluenda, director del Berlanga Film Museum, cuya tipografía se basa en la usada en los carteles del cineasta valenciano. Su responsable espera, tras varios cambios a realizar esta semana en su diseño “porque en algunos apartados no esperábamos tanto material”, que el centro se actualice con nuevos contenidos constantemente. José Luis García-Berlanga asegura que cada semana aparece material nuevo de su padre. Y, como cierra Maluenda, “hay que añadir contenidos que hagan que el internauta disfrute más de la visita”. Una posibilidad que clama al cielo: aún no existe en el Museo un apartado destinado al imperio austrohúngaro.
El paseo por el museo da varias alegrías: además de su filmografía íntegra, de sus guiones escaneados y decenas y decenas de fotografías —impagables las de la promoción de Plácido en Los Ángeles por su candidatura al Oscar: a Berlanga le acompañan las actrices Angie Dickinson y Jayne Mansfield, pero tiene tiempo para conocer a King Vidor, William Wyler, Josef von Sternberg, Frank Capra, Fred Zinnemann, Rouben Mamoulian o Billy Wilder, quienes le confiesan su amor por la película—, están carteles de sus películas en su estreno español y en sus lanzamientos en otros países, y todo tipo de ensayos, poesías y documentos propios, reflexiones de amigos y colaboradores sobre su obra... Pero la cueva de Alí Babá sigue cerrada: el desván de su casa, repleto de material escrupulosamente ordenado. “Mi padre guardó hasta las recetas prescritas por el pediatra para mí o para mi hermanos”, cuenta García-Berlanga. “Yo he encontrado hasta los recibos de sus comidas con José Luis Sampedro cuando escribieron el guion de Los gancheros, que nunca se rodó”, apostilla Maluenda. En ese mítico desván y en la arqueta 1.034, una caja de seguridad de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, cerrada por Berlanga el 27 de mayo de 2008, y cuyo contenido secreto se desvelará el 12 de junio de 2021, en el centenario del nacimiento del cineasta, pueden estar los grandes secretos de Berlanga, tras desvelarse justo hace ahora un año sus cuadernos de la División Azul —dibujos, poesías y relatos escritos durante su adolescencia y sus años en el frente ruso de la Segunda Guerra Mundial— que, por cierto, no están en el Museo Virtual.
Babelia
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