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EN PORTADA / Opinión

La condicion mecánica

El escritor británico habla de 'La naranja mecánica' en un texto inédito escrito en 1973 Publicada hace 50 años, la novela fue llevada con éxito al cine por Stanley Kubrick La mítica obra será reeditada por editorial Minotauro

“Diez años después de que corrigiera las pruebas de la novela, el título y el contenido se hicieron famosos no entre miles, sino entre millones de personas, gracias a la fiel interpretación cinematográfica de Stanley Kubrick”, contaba Anthony Burgess sobre la película basada en su novela de 1962.
“Diez años después de que corrigiera las pruebas de la novela, el título y el contenido se hicieron famosos no entre miles, sino entre millones de personas, gracias a la fiel interpretación cinematográfica de Stanley Kubrick”, contaba Anthony Burgess sobre la película basada en su novela de 1962.Foto: Warner Bros Pictures / Album

“Todos solemos utilizar las palabras mal y malvado sin estar dispuestos a definirlas. No son exactamente sinónimos de malo, porque no podemos hablar de una naranja malvada, salvo en lenguaje poético, ni de una interpretación malvada al violín. Desde luego, no son sinónimos de error ni equivocado”, afirma Anthony Burgess (Harpurhey, Manchester, 1917-Londres, 1993) en La condición mecánica: segundo borrador (agosto de 1973), un texto inédito que se publica en Babelia.

El escritor británico habla de su novela La naranja mecánica –de la que ahora se publica una edición por su 50º aniversario- y de la película de Stanley Kubrick; de Aldous Huxley y de George Orwell, del oficio de escritor, de la libertad individual, de los políticos y del poder del Estado.

“A veces siento un deseo de aniquilación inmediata, pero el impulso de seguir vivo siempre se impone”; “Reconozco que estoy mejor que la mayoría, pero no me parece que haya renunciado a la agonía y la angustia que acosa a los hombres y mujeres esclavos de unas vidas que no han escogido y obligados a vivir en unas comunidades que odian”; “El mantenimiento de una sociedad compleja depende cada vez más del trabajo rutinario, un trabajo sin chispa ni creatividad”; “Es probable que no estemos obligados a amar la música de Beethoven ni a odiar la Coca-Cola, pero cabe la posibilidad, al menos, de que estemos obligados a desconfiar del Estado”, son algunas de las afirmaciones de Burgess.

http://www.anthonyburgess.org/

La naranja mecánica. Anthony Burgess. Traducción de Aníbal Leal Fernández y Ana Quijada. Edición 50º aniversario. Minotauro. Barcelona, 2012. 224 páginas. 17,95 euros.

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