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Pablo Berger: “He mirado al pasado para hacer algo nuevo”

El director de 'Blancanieves' asegura que el hecho de que la película sea en blanco y negro y muda no deja de ser una anécdota

Rocío García
El cineasta Pablo Berger.
El cineasta Pablo Berger.JESÚS URIARTE

Aiko es una niña con rasgos japoneses que el viernes pasado cumplió nueve años. Lo celebró aquí, en San Sebastián. Su padre bien podría llamarla también Blancanieves porque los años de Aiko son los mismos que le ha costado a Pablo Berger levantar su película, una propuesta rompedora y valiente, muda y en blanco y negro, que ayer sábado se presentó en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Por eso Berger cuando habla de Blancanieves, la película, siempre tiene en mente a su pequeña. Ha tenido que salvar obstáculos que parecían imposibles, le han cerrado puertas, le han tildado de loco, pero Berger se atrevía ayer a decir ya tranquilo: "Ha sido un camino largo, pero misión cumplida". Bilbaíno de 49 años, Blancanieves es su segundo largometraje, tras Torremolinos 73. Protagonizada por Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Ángela Molina, Macarena García e Inma Cuesta, Blancanieves se inspira en el cuento de los hermanos Grimm. Pero es mucho más que un cuento en imágenes. Es un melodrama, una historia de amor, un homenaje al cine mudo de los años veinte.

Después del éxito de taquilla —500.000 espectadores— y los premios logrados con Torremolinos 73, Berger se creía el rey del mundo, que podía con todo. Ingenuo de él, estaba convencido de que su siguiente película se iba a producir inmediatamente. Solo había un problema: que en la primera página del guion que escribió en 2005 aparecían las siguientes palabras. “Es una historia muda y en blanco y negro”. Y encima un proyecto de gran presupuesto. "¿Dónde va ese loco?", se decían los productores a los que se animó a presentar el guion. "Nunca se va a hacer esta película. El cine mudo murió hace 80 años y tienes que desistir de esta aventura", le recomendaban. Pero si algo es Berger es cabezón y no paró hasta que encontró un productor, Ibon Cormenzana, tan cabezón o aventurero como él y también de Bilbao. Y de la unión de dos bilbaínos nació Blancanieves. Eso sí, sin ningún tipo de ayuda en España, ni de cadenas de televisión ni por parte de la Administración. "Menos mal", confesaba Berger, "que la Berlinale, el ICAA francés y un productor francés creyeron y confiaron en el proyecto. En España encontramos todo tipo de dificultades y por eso parecía un sueño imposible. Estuvo a punto de no llegar a puerto. Hemos podido realizar esta gran producción tal y como estaba diseñada, con grandes decorados y grandes estrellas del cine ibérico, gracias al apoyo internacional y a que todo el equipo artístico y técnico se ha bajado sus salarios".

Agradecido a 'The artist'

El realizador de Blancanieves está más que agradecido al éxito arrollador logrado por The artist, la película en blanco y negro y muda, dirigida por Michel Hazanavinicius, que consiguió cinco Oscar y cuya salida al mercado ha sido mera coincidencia. "Nos ha abierto puertas, ha sido algo así como el rompehielos. Lo que ha hecho The artist es romper con la creencia de esas palabras que antes asustaban a productores, exhibidores y público, muda y en blanco y negro, y que de alguna manera se asociaba con cine aburrido y antiguo", confiesa generoso Berger, que no conoce todavía a Hazanavinicius, ni tampoco ha hablado nunca con él pero del que se siente muy cercano. "Ambos hemos realizado nuestro sueño de hacer una película muda y yo creo que son dos películas comparables, porque las dos están hechas dentro de la industria, con gran presupuesto, trabajando en la primera división tanto a nivel técnico como artístico. Son las dos películas comerciales que no es para nada un calificativo peyorativo porque el cine es arte e industria. Seguro que cuando le conozca tendré muchas cosas de las que hablar con él".

Bilbaíno de 49 años, este es su segundo largometraje tras 'Torremolinos 73'

Berger se entusiasma al hablar de la potencialidad y la modernidad del cine mudo, ese en el que se refugiaba de joven en la oscuridad de las salas. "Yo he mirado al pasado para hacer algo nuevo. Es preferible partir de un estereotipo o de cosas que parecen antiguas para realizar algo novedoso. Dentro del cine ya se había inventado todo a finales de los años veinte que para mí es la era dorada. Lo que espero es que el hecho del blanco y negro y del mudo sea simplemente una anécdota, porque lo importante de toda película es la historia, el guion, los actores, la emoción. Espero que el espectador se olvide a los cinco minutos de que está viendo una película muda y en blanco y negro, que entre en este viaje, que empatice con los protagonistas y que sueñe despierto". Por todo ello, es un convencido del futuro del mudo y de nuevo pone el ejemplo de The artist, que ha demostrado la oportunidad que tiene el cine mudo en la industria y la taquilla. "Si Blancanieves tiene éxito, habremos abierto el camino a que ese cine sea una forma de expresión. El cine mudo exige más atención al espectador porque tiene que estar más atento a todo lo que ocurre en la pantalla. Si el espectador no sale de ese estado hipnótico, la satisfacción final de ese viaje es muy superior a una película sonora y en color".

Una madrastra malvada que ama el lujo y el famoseo (en el filme se llama Encarna), unos cálidos enanos toreros, una joven que huye de su pasado y un hombre postrado en una silla de ruedas. Todos estos ingredientes, junto a la música de Alfonso de Villalonga, hacen de esta joya, oculta hasta ayer mismo, una de las grandes apuestas de este festival donostiarra. Berger está subido en una montaña rusa y no quiere bajar. Se enfrenta con tranquilidad a las expectativas creadas por Blancanieves. Que no le quiten el disfrute de estar aquí, algo que no pudo cumplir con su anterior película, Torremolinos 73, cuando se la proyectaron en la sección Made in Spain. El mismo día que tenía prevista la presentación nació su hija Aiko. De eso hizo el viernes nueve años.

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