El Gobierno renuncia a encargar el retrato de Álvarez-Cascos
La ministra de Fomento dice que se está tramitando la rescisión de contrato con Antonio López El artista dice que el Gobierno le comunicó que la razón es que el cuadro está fuera de plazo
El Ministerio de Fomento ha decidido rescindir el contrato que tenía con el pintor Antonio López para que el artista retratase al exministro de este departamento y expresidente de Asturias Francisco Álvarez-Cascos. La pintura fue encargada, siguiendo la tradición, para que colgara en las paredes de la sede ministerial, pero el precio, 190.000 euros, provocó a principios de verano una polémica por dedicar tal cantidad de dinero para un retrato oficial en un país tan castigado por la crisis y el paro.
López (Tomelloso, 1936) ha afirmado que fue el pasado julio cuando Fomento le envió una carta en la que justificaba la cancelación del encargo "porque estaba ya fuera de plazo". "Ni me han pagado nada, ni he empezado [el cuadro] porque sigo con el retrato de la familia real, que sí está cobrado", ha dicho López en conversación telefónica. El artista ha descartado que la decisión del Ejecutivo de Mariano Rajoy "tenga que ver con el dinero". "De verdad, no creo que sea por eso".
Sin embargo, la ministra de Fomento, Ana Pastor, ha comunicado hoy oficialmente que Álvarez-Cascos tendrá que esperar para ver otro retrato suyo en la sede de un ministerio. Otro, porque ya está inmortalizado en el Ministerio de la Presidencia por su cargo como vicepresidente del Gobierno de José María Aznar (1996-2000). Pastor, que ha intervenido en un curso sobre infraestructuras en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ha respondido, ante las preguntas de los periodistas, que se están "haciendo los trámites" para la resolución del contrato. "En este momento, las prioridades del Gobierno están en otros lugares", ha añadido. Esta decisión se ha dado a conocer en una semana en la que se han acumulado las malas noticias económicas para los españoles, especialmente con la subida del IVA y del paro en agosto.
Fue el pasado junio cuando se supo, a raíz de una pregunta del diputado socialista de Asturias Antonio Trevín, que en abril de 2010 el entonces ministro de Fomento, José Blanco, había aprobado la realización del retrato de Cascos. La costumbre no escrita señala que el titular de un ministerio encargue el cuadro de su antecesor. Una cortesía que en este caso se rompió porque la socialista Magdalena Álvarez no quiso dar esa satisfacción a Cascos, su predecesor, porque las relaciones entre ambos no eran buenas.
López: "El español es especialista en crear polémicas de la nada"
Una vez aprobado este tipo de encargos, la tradición es que el exministro escoja al artista que considera más adecuado. Álvarez Cascos no propuso a cualquier retratista, sino que pidió a Antonio López, uno de los pintores españoles más cotizados en la actualidad y de los más seguidos por el público, como pudo comprobarse en la gran retrospectiva que le dedicó el Thyssen el verano pasado. El trabajo del retrato de Cascos fue formalizado a través de la galería con la que habitualmente trabaja el pintor manchego, Marlborough, la misma en la que María Porto, tercera esposa de Cascos, ocupó el cargo de directora. Este periódico ha intentado recabar la opinión de la galería, pero no ha sido posible.
Tras conocer la medida anunciada por Pastor, el genio del hiperrealismo ha señalado, como ya manifestó en su día cuando se supo la noticia del encargo, que no entiende por qué ha suscitado "tanta importancia este asunto, cuando hay cosas mucho más importantes en la vida de España". "En este país pasan cosas que dan risa, el español es especialista en crear polémicas de la nada". El autor de obras tan célebres como Madrid desde Torres Blancas ha subrayado que él nunca ha hecho un retrato a un político y que en el caso del exministro de Fomento entre 2000 y 2004 se trata del encargo de "un amigo". Una amistad que procede de cuando el entonces titular de Fomento encargó al artista las cabezas escultóricas gigantes que los viajeros pueden ver en la madrileña estación de Atocha. "Haré de todas formas el cuadro y si no me lo pagan porque no entre en los protocolos, se lo regalaré", ha dicho.
El artista ha preferido no profundizar en el debate de si estos retratos son necesarios. Junto al de Álvarez-Cascos, el otro encargo que levantó polvareda a principios de verano fue el del ex presidente del Congreso José Bono, con 82.600 euros. Ante el revuelo, la semana pasada varios directores de museos y de galerías opinaron, en un reportaje en la web de este diario, sobre si el retrato oficial, que no solo es habitual en el mundo político, sino también entre los rectores de las universidades, es un uso a extinguir.
La galerista Soledad Lorenzo manifestó que le parecía "un chiste de mal gusto" que "siguiera existiendo algo semejante". "Es espantoso". La también galerista Juana de Aizpuru, menos radical, reclamó con vehemencia que los retratos sean fotográficos y no pictóricos, una opción mucho más barata. Entre los directores de museos, Manuel Borja-Villel, responsable del Reina Sofía, dijo que "este tipo de cuadros no tienen, en general, un gran valor artístico; y su valor documental puede ser reemplazado en la actualidad fácilmente por otros medios de reproducción". El galerista barcelonés Carles Taché deploró tanto el objetivo (el retrato) como el método (a dedo por parte del homenajeado). "Es tan inadecuado como revisable". Por último, Juan Antonio Álvarez Reyes, director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, declaraba: "Me parece inadecuado que persista un ritual como ese. Es un género que no aporta nada a nadie y se paga con un dinero que vendría muy bien a los museos". En este debate, que hoy derivó en acaloradas tertulias televisivas, queda también la opción menos onerosa y más simpática, la que impulsaron los ex ministros Juan Fernando López Aguilar y Pilar del Castillo: su habilidad les llevó a firmar su autorretrato.
Del lienzo de Bono a la austera foto de Mas
El cuadro del exministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos es uno más en la lista de retratos oficiales, aunque su precio en tiempos de crisis y paro que no cesa lo ha hecho destacar por encima de todos. En esta clasificación de los retratos más caros el segundo puesto es para el expresidente del Congreso José Bono (82.600 euros), que pintará Bernardo Torrens. El precio de la obra de Bono, siendo similar al de anteriores, triplica el coste del dedicado a su antecesor, el también socialista Manuel Marín, que optó por una opción bastante más barata, una fotografía por la que el Estado pagará 24.780 euros a la premio Nacional Cristina García Rodero.
Sin embargo, la preferencia por verse en una foto ha sido elegida por muy pocos políticos. Además de Marín, el expresidente de la Generalitat de Cataluña José Montilla se inclinó por la artista Maria Espeus para una instantánea que costó 7.710,40 euros. Muchísimo más austero ha sido en su foto oficial su sucesor, el nacionalista Artur Mas (344 euros).
Magdalena Álvarez, que siguió a Álvarez-Cascos en la cartera de Fomento, se hizo retratar por 76.500 euros. Y entre los expresidentes del Gobierno, están los 69.600 euros que se destinaron en su momento a inmortalizar a Felipe González.
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