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Jirones de la crisis

Roberto Verino, Victorio & Lucchino y Francis Montesinos revisitan sus clásicos dejando una sensación de ‘déjà vu’ eterno en la segunda jornada de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid

Carmen Mañana
Desfile de Angel Schlesser en la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid
Desfile de Angel Schlesser en la Mercedes-Benz Fashion Week MadridCarlos Alvarez (Getty Images)

La atmósfera de recesión impregnó la segunda jornada de la 56 edición de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid dedicada a los creadores más asentados y, a juzgar por lo visto, también más acomodados. Ser osados empresarial y estéticamente en tiempos de crisis no es fácil. Pero en su empecinamiento por huir de cualquier riesgo, Roberto Verino, Victorio & Lucchino o Hannibal Laguna cayeron en un peligro mayor: el inmovilismo. Tener una trayectoria dilatada se convirtió en la excusa del día para que prácticamente todos los diseñadores revisitasen sus propios lugares comunes, aquellos que parieron hace más de 15 años, y que hoy dejan una plúmbea sensación de déjà vu eterno. Un erial donde solo Devota & Lomba y el siempre solvente Ángel Schlesser se ahorraron el manido homenaje al folclore español.

Fue una jornada donde el discurso económico pesó más que el creativo. En algunos casos, como en el de Victorio & Lucchino, de forma inevitable. La empresa de los sevillanos, V&L Moda, atraviesa un momento crítico. “Debido a la caída de las ventas” –explican- tienen embargados bienes por valor de 5,3 millones de euros, la mayor parte de ellos a favor del Estado, según consta en el Registro del Propiedad. Además, el pasado julio, unos problemas con varios acreedores les llevaron al borde de la suspensión de pagos, aunque, finalmente ambas partes llegaron a un acuerdo.

“Estamos reinventándonos y para ello vamos a centrarnos en lo creativo y delegar la parte productiva y de distribución”, argumentan. De hecho, José Víctor Rodríguez Caro (Victorio) y José Luis Medina del Corral (Lucchino) se enfrentaron el año pasado a un expediente de regulación de empleo en sus talleres. “Si las cosas van bien volveremos a contratar a gente, pero con el nuevo perfil que requieren los tiempos”, adelantaron.

Pero pese a las deudas y los juicios por despido, la pareja de diseñadores ha decidido embarcarse en nuevas inversiones. El 20 de septiembre inauguran una nueva y muy tecnológica boutique en la milla de oro de Madrid. Y el 27 lanzarán, junto a la firma española Puig, el primero de tres nuevos perfumes. Según reconocen, la de las fragancias es una de las divisiones que más rentable les resultan.

Poseen 40 licencias. Más o menos las mismas que Ágatha Ruiz de la Prada, auténtica reina y pionera en el negocio de imprimir su firma en azulejos y libretas, y que ayer llenó la pasarela de nuevo con su psicotrópico universo personal.

También Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda (ACME), está centrado en las licencias, aunque reconoce que sus ventas han bajado sustancialmente en los últimos cinco años. Su desfile, al igual que el de Elio Berhanyer, estuvo patrocinado.

El Ayuntamiento de Vitoria apoyó económicamente la presentación de Lomba. Una colección “urbana y práctica donde el gris asfalto contrasta con el estampado floral” y que, en palabras del propio creador, encaja a la perfección con el título de Capital verde europea que ostenta la localidad vasca durante este año. En el caso de Berhanyer fue una marca de cerveza, Mahou, quien sufragó la retrospectiva del modisto retirado con la que se cerró la jornada.

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