Una recreación del siglo XX con algunas piezas románicas
El dictamen de la Generalitat sobre el claustro de Palamós establece que el conjunto es moderno en su mayoría aunque subraya que incluye elementos originales del siglo XII
Un conjunto con indudable ingrediente románico que dio pie a una posterior recreación historicista a principios del siglo XX: ese es el esperado dictamen final de la Generalitat de Cataluña sobre la autenticidad o no del claustro de Mas del Vent, en Palamós, convertido en objeto de debate desde que, hace dos meses, EL PAÍS publicara su rocambolesca historia.
Tras conocer la opinión de la decena de técnicos que habían sido convocados, los responsables de la Generalitat aseguraron que la construcción tiene elementos románicos del siglo XII, pero también sentenciaron que el claustro en su conjunto es una recreación. La botella, pues, medio llena y a la vez medio vacía. No es, en puridad, una obra auténtica, pero según la Generalitat queda clara la existencia de elementos de partida originales que se remontan al románico y que, sin duda, sirvieron para marcar las proporciones y las características de esta construcción insólita.
El dictamen deja claro, pues, que el conjunto artístico que sacó a la luz pública el profesor de la Universidad de Girona Gerardo Boto, tiene en algunas de sus partes un origen medieval. Sin embargo, el misterio y las dudas sobre este claustro, —que fue montado a partir del año 1931 en un solar de Ciudad Lineal de Madrid tras comprar los sillares el anticuario Ignacio Martínez y encargar el montaje al restaurador Julián Ortiz y que, a partir de 1957 viajó a Palamós, tras adquirirlo el alemán Hans Engelhorn—, siguen sobre la mesa.
Parece que la prisa por dar un resultado antes del comienzo del mes de agosto han dejado muchos interrogantes en el seno de esta comisión de técnicos reunida por la Generalitat y que ha estado formada por cuatro restauradores, tres arquitectos arqueólogos, dos geólogos y un historiador del arte. Ninguno de ellos especialista en escultura románica castellana, como lo es Boto, uno de los máximos conocedores de la plástica románica castellana, autor de varios libros de referencia y de una tesis sobre el monasterio de Silos, con el que se ha buscado paralelismo a la construcción de Palamós. Boto no fue invitado a visitar el claustro cuando se abrió a los medios de comunicación (al final pudo acceder a él con una acreditación de este periódico), ni tampoco a participar como experto.
Una de las interrogantes más importantes que quedan sobre la mesa radica en conocer el grado exacto de “reintegración” llevado a cabo por el anticuario Ignacio por Martínez en Madrid a comienzos del siglo XX. Está claro que la comisión de técnicos no ha podido determinarlo, si bien aseguran que los elementos originales no son los capiteles, precisamente las zonas más arrasadas por la degradación de la piedra. Tampoco han podido establecer la procedencia de los primeros sillares, aunque aseguran que por la importancia de la construcción debían de pertenecer a una catedral o a un monasterio destacado. Aseguran que no han podido llegar a determinar el conjunto eclesiástico original. Una cosa no les ofrece duda: el origen de los sillares es la cantera salmantina de Villamayor.
En su comparecencia de ante los medios de comunicación, los responsables culturales de la Generalitat, con el conseller Ferran Mascarell a la cabeza, rebautizaron el claustro de Palamós como “claustro de Ciudad Lineal”, atendiendo al lugar donde se pierde su pista a principios de la década de 1930.
En opinión del director general de Arquitectura de la Generalitat, Eduard Riu, la demostración de la existencia de esos elementos románicos del siglo XII o de los primeros años del siglo XIII se basa en la aparición de líquenes de lento crecimiento que sólo se dan tras muchos años de exposición a la intemperie. Otro de los razonamientos radica en la degradación de algunos ábacos de los capiteles.
Ferran Mascarell señaló que es necesario que siga la investigación y que el monumento será protegido. La Generalitat ya ha iniciado los trámites para incluirlo en el inventario del patrimonio catalán “para que reciba la protección necesaria”, y el propio informe pide al ayuntamiento de Palamós que lo declare Bien de Interés Local.
Los técnicos, sin embargo, no saben precisar en qué proporción se mezclan los elementos propiamente románicos y los de la reconstrucción del siglo XX, aunque sí admiten que todo el claustro está hecho de la misma piedra de Vilamayor, de la zona de Salamanca y Zamora. Los capiteles, apuntan, ha sido “limpiados de forma muy agresiva”, lo que impide encontrar capas superficiales que permitan una datación. “Hay algunos indicios de pátinas, pero poco significativas”, consideran los técnicos, aunque aclaran que en los elementos arquitectónicos el estudio de los líquenes, largo y costoso, podría permitir una datación más exacta.
Pero lo que más sospechas despierta entre el equipo interdisciplinar de nueve miembros dirigido por Riu es, precisamente, su magnificencia. “Es el claustro románico más espectacular de todos los claustros románicos que hay en la Península. Si fuera románico, claro”, dijo Riu. “Un claustro de estas dimensiones y esta espectacularidad solo podría estar en una catedral o en un gran monasterio”, añadió. “Obviamente no es de una catedral, porque se sabría., y difícilmente podría haber estado en un gran monasterio sin haber dejado algún rastro”.
Los técnicos escribieron en el informe: “Es un cuadrado perfecto, de dimensiones exactas; los elementos arquitectónicos son como los de San Juan de la Peña, pero la referencia escultórica es la de Silos, de donde toma la mayor parte del repertorio iconográfico”. El secreto de su origen, más allá del solar de Ciudad Lineal, en Madrid, donde aparece en la década de 1930, sigue sin desvelarse. El informe reconoce que llegó allí “procedente de otro lugar, pero no sabemos de dónde”.
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