Cuidado, salpica música
Martin Klimas crea unas fotos que capturan el movimiento de la pintura al son de canciones
Como si tuviera el poder de detener el tiempo con un chasquido de los dedos, el fotógrafo alemán Martin Klimas es capaz de capturar el momento congelado de la sinestesia. Ese don de cruzar sentidos para ver la música o paladear el sabor de una caricia, tan intrigante y abstracto para quienes no lo poseen, toma forma material en sus Esculturas sónicas, una serie de fotografías que clavan sobre el papel el movimiento que provocan las ondas sonoras cuando interactúan con la pintura.
Con tonos en la escala de John Cage a Kraftwerk, de Grace Jones a Richard Wagner (“cosas dinámicas y con percusión”, dice el artista), Klimas giró a tope la ruleta de su amplificador para hacer bailar el color líquido —a base de témperas, óleo, etanol, laca metálica, glicerina u otros fluidos— al son de las notas. “Utilizo un altavoz normal con una membrana en forma de embudo cubierta con un plástico. Luego pongo los colores sobre el lienzo y me retiro. Pongo la música a tope y dejo que la creación se haga sola” dice el artista, afincado en Düsseldorf, que se vale de un dispositivo con el que el sonido hace saltar automáticamente el disparador de la cámara.
Tras mil intentos, se dio por satisfecho con su serie. “Nunca había visto respondida mi pregunta: ‘¿Qué apariencia tiene la música?”. Ahora sabe que es estilizada, que suelta juguetonas gotitas y que está iluminada de vivos colores. Aunque, en realidad, la gama la selecciona él a su libre albedrío. “Lo hago de manera intuitiva”, asegura. Su amor por la música a todos los niveles, cuenta, le viene desde pequeño. "Yo quería ser saxofonista, y trabajé duro, pero no tenía la constancia o el talento necesarios". Y el cambio de vocación parece que no le ha ido mal: gracias a sus fotos, ahora sale en los periódicos.
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