Un gran fotógrafo sin estilo
La muestra 'Crónica de medio siglo de vida. 1925-1975' muestra la obra de Santos Yubero
La impresionante despedida de los soldados que partieron a la División Azul desde la madrileña estación del Norte, en julio de 1941; una familia de menesterosos en la calle de Alcalá; la inauguración del matadero de caballos en la capital española... La vida entera pasó por el ojo y la cámara de Martín Santos Yubero (1903-1994) en un convulso periodo que muestra el centenar de imágenes de la exposición Crónica gráfica de medio siglo de vida española. 1925-1975, comisariada por el historiador de fotografía Publio López Mondéjar y que puede verse en el Patio de Escuelas de la Universidad de Salamanca hasta el 7 de octubre. La muestra incluye un libro catálogo editado por Lunwerg.
"Fue uno de los grandes reporteros de su época", dice López Mondéjar, que destaca la etapa histórica que le tocó retratar al fotógrafo madrileño: la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la Guerra Civil y el franquismo. "La verdad es que Santos Yubero supo acercarse siempre al sol que más calentaba. Hizo fotos a políticos de la República y pasó en poco tiempo a hacérselas a Franco, pero también fue un cronista de las cárceles de la dictadura, un trabajo que no es muy conocido", cuenta este académico de Bellas Artes.
A López Mondéjar le interesa más el fotógrafo, "que dejó un testimonio espléndido de un trabajo bien hecho", que el personaje, "del que nadie que hubiera trabajado con él hablaba bien". Este historiador hace hincapié en las fotos que hizo Santos Yubero en los primeros momentos del franquismo: "Los fastos de la victoria, el nacionalcatolicismo, los misioneros... son extraordinarias".
"Su estilo era precisamente el de la falta de pretensión de estilo", dice López Mondéjar. Santos Yubero, como otros reporteros españoles, ignoraba todo del lenguaje fotográfico pero tenía un gran instinto. "Nunca fue de artista, era un artesano". López Mondéjar destaca de él que "sabía capturar el momento y dejarlo para el recuerdo, como sus fotos del asesinato del político José Calvo-Sotelo". Ese buen oficio no solo se manifestó en grandes acontecimientos, sino también para retratar a los barrenderos, a los barquilleros o a niños que jugaban a ser milicianos.
Santos Yubero, como Campúa, Brangulí y otros ilustres de la fotografía española, "no fueron maestros en las imágenes que tomaron de los combates de la Guerra Civil, pero sí tenían gran ojo para la vida cotidiana, para el trasfondo", añade López Mondéjar. "Su escuela fue el laboratorio, aprendieron barriendo laboratorios y secando placas".
Después de la guerra, Santos Yubero fue nombrado jefe de fotografía del diario católico Ya. En los años cincuenta instauró una práctica ya sabida: firmaba todas las fotos aunque las hicieran sus ayudantes, como Gabriel Carvajal o Lucio Soriano, ya fallecido. Como declaró Carvajal hace un año a este periódico: "Él se quedaba todos los negativos en su casa, incluidas nuestras fotos”. El comisario de Crónica de medio siglo de vida española añade: "Les impedía firmar, no fue generoso. Llegó un momento en el que por las mañanas reunía a su equipo en casa, mandaba a los reporteros a la calle y él se reservaba las fotos oficiales, con Franco y sus ministros". Quizás por esto, la exposición incluye unas 20 fotos de esos fotorreporteros ninguneados.
Su trabajo sobre las cárceles del franquismo es poco conocido
De aquellos tiempos, Santos Yubero le contó hace años al comisario de la muestra que "todos sufrieron mucho". "Sin embargo, él vivió muy bien, maquillaba la historia". En el cara a cara, Santos Yubero era "un seductor". Simpático, hablador, inteligente, sabía meterse en todos los ambientes. De tanto ver y admirar su obra, el fotohistoriador se encariñó con este reportero. "Al final de su vida tenía toda la casa llena de cajas. Era consciente de que quería dejar un legado". Santos Yubero vendió en 1988, por muy poco dinero, sus fotos y negativos al Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Algunas de esas imágenes las recoge esta exposición itinerante que lleva dos años de ciudad en ciudad. Esas instantáneas son "el ojo de la historia", dice López Mondéjar. El blanco y negro que cuenta cómo fue la España de nuestros padres y abuelos.
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