La cara artística del videoclip
La LABoral de Gijón presenta la exposición 'eCLIPSe', un recurrido histórico por la creación de vídeos musicales
La trascendental cuestión que planteaban los primeros versos del Bohemian Rhapsody de Queen -“¿Es esto la vida real? ¿Es una fantasía?”- quedó despejada cuando, allá por 1975, los de Londres crearon con aquel tema, y con toda la intención, el primer videoclip de la historia. La respuesta es, claro, que todo es producto de la imaginación. Y de la técnica cinematográfica. En las casi cuatro décadas que han transcurrido desde entonces, la videocreación asociada a la música ha andado el camino cuesta arriba que lleva a traspasar la cota que separa el arte de la mera producción comercial. La LABoral de Gijón lo ha comprendido así, y en torno a esa idea ha preparado la exposición eCLIPSe (del 3 de julio al 22 de octubre), un recorrido cronológico e histórico por los más excelsos ejemplos de vídeos que han creado escuela, que se presenta acompañado de dos monografías dedicadas a sendos adalides del género: Michel Gondry y Chris Cunningham.
“La exposición está divida en capítulos”, cuenta Carlos Navarro, el comisario. “Por un lado hace referencia a los pioneros –Queen, David Bowie, Talking Heads…-, y hace una parada obligatoria en Thriller, de Michael Jackson, que marcó un punto de inflexión”. Otro mojón lo plantó en 1981 el nacimiento de la cadena de televisión MTV, centrada en la emisión de vídeos musicales y que, para darle un toque de misticismo al asunto, se estrenó con el profético Video killed the radio star (El vídeo mató a la estrella de la radio), de los Buggles. “Otro punto importante vinculado a la MTV es que en el año 1992 empezaron a publicar el nombre del realizador del videoclip, lo que significó darle la categoría de autor”, añade Navarro. Ese concepto, el de creador con un estilo propio, es el que le ha servido de guía a la hora de seleccionar las piezas expuestas. “Esa es una de las filosofías que como comisario quiero transmitir. El clip no es necesariamente un arte menor, sino que tiene elementos para convertirse en un arte visual con mayúsculas”.
La razón más común para negar la valía estética y moral del videoclip, su carácter comercial, no tiene por qué ser necesariamente válida. “Mozart o Bach también vendían su música al monarca, o al dios cristiano, y lo mismo ocurre con la pintura: a lo largo de la historia los grandes genios han trabajado por encargo”, reflexiona Navarro. Lo mismo, dice, ocurre con trabajos mercenarios como los que Chris Cunningham o Michel Gondry realizaron para Björk y los Chemical Brothers respectivamente en All is full of love y Star Guitar: “Son obras maestras”. Lo que no quiere decir, en ningún caso, que todo videoclip tenga la calidad suficiente para recibir esa consideración. De ahí que se haya comisariado una exposición con lo más granado del género.
Una pregunta capciosa: ¿si ya tenemos la MTV o Youtube para ver todos los vídeos que queramos, por qué visitar esta exposición? (Además, se entiende, de por averiguar cuál es el listado completo de los vídeos que la LABoral ha tenido a bien seleccionar). “No es lo mismo cuando ves un clip en la vorágine de tu casa”, dice Navarro, “donde ponen primero uno de las Spice Girls, otro de los Chemical y otro de Britney Spears. Todo se presenta mezclado, hay demasiada información y pierdes la referencia”. En eCLIPSe, desplegada en el espacio de la Mediateca Expandida del centro de arte asturiano, los dos protagonistas de las monografías cuentan cada uno con una pantalla para cada uno de los diez vídeos suyos que se presentan, con sus cascos incluidos para poder zambullirse de lleno en la experiencia. El resto de los clips se pasan en bucle en pantallas repartidas por la sala, frente a las que se pondrán asientos bajos para poder disfrutar de la experiencia con esparcimiento.
Al final del recorrido, una pantalla enseña un compendio de imágenes que conforman un híbrido entre el videoclip y el videoarte. Dos disciplinas aledañas de tentáculos fácilmente enmarañables. De hecho, cuenta el comisario, en los años noventa el clip sirvió de conejillo de indias para testar los avances tecnológicos que posteriormente sirvieron para engrandecer al cine o la publicidad. “A mí me gusta pensar que las fronteras han desaparecido”, dice. También quiere entender que en la colisión de música e imágenes que resulta en los videoclips, ninguna voz suena más fuerte que otra. "Cuando ves un vídeo y dices 'qué buenos efectos especiales', y no te fijas en la música, malo. Lo ideal es que haya cierta coherencia". Y para quien se anime a pasarse por la LABoral, una última recomendación: "Creo que esta es una exposición que debería ir a verse más de una vez, y dedicar cada visita a unas diez obras, porque todas tienen suficiente intensidad como para dedicarles su tiempo".
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