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crítica: 'inmaduros'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Examen de madurez

Javier Ocaña
Una imagen de 'Inmaduros'
Una imagen de 'Inmaduros'

Con motivo de la reciente Pequeñas mentiras sin importancia, intentábamos distinguir dos grupos entre las muchas películas realizadas sobre la generación adultescente (adultos adolescentes occidentales con complejo de Peter Pan): las que tenían protagonistas infantiloides, pero en ellas había seriedad, rigor y madurez suficiente como para reflexionar con trascendencia sobre el tema; y las que además de tener protagonistas que se negaban a crecer, iban de la mano de sus criaturas, agarradas al cliché, la indolencia y cierta tontería. Inmaduros, historia de Paolo Genovese sobre el incesante mal, se apunta al segundo grupo. Eso sí, tanto Pequeñas mentiras… como Inmaduros han sido grandes éxitos de público, mientras las amargas y rigurosas (En la ciudad, After, por citar dos españolas), apenas las ve nadie, así que saquen ustedes sus propias conclusiones.

'Inmaduros'

Dirección: Paolo Genovese.

Intérpretes: Raoul Bova, Barbora Bobulova, Ambra Angilioni, Luca Bizzarri, Luisa Ranieri.

Género: comedia. Italia, 2011.

Duración: 111 minutos.

Partiendo de una situación tan simpática como improbable (la pesadilla de todo estudiante: el examen de graduación queda anulado por una denuncia, y hay que repetirlo, ya en la cuarentena de edad), Inmaduros juega a la comedia generacional sin apenas aportaciones. De hecho, el gag de la tarta comprada por la madre trabajadora que intenta pasar por casera en el cole de su hija ya lo habíamos visto en Tentación en Manhattan; de modo que, o estamos ante la mundialización del remordimiento materno, con el pastel como eje central, o simplemente no hay originalidad. Genovese, a través de un programa de radio con clásicos modernos, presentado por uno de los miembros de la pandilla, apela al poder de la identificación, y a fe que, en algún instante, lo consigue: “1999. Es el año del triunfo de Benigni en los Oscar, el de aquel beso que debimos dar y no dimos, el año que Morcheeba cantaba Rome wasn’t built in a day". Aunque la cuestión es para qué utilizas a Morcheeba, estiloso grupo británico de los noventa que parece ideal para montar un feliz anuncio sobre comida rápida con solteros treintañeros. Justo a lo que se acaba pareciendo la película.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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