Beach House construye un refugio contra el ruido exterior
The Weeknd, Justice y Father John Misty ponen fin a la 12ª edición del Primavera Sound El festival ha alcanzado una cifra récord de 142.000 espectadores
Nada más idílico para pasar una tormenta a resguardo que una casa en la playa. Algo parecido tiene la receta musical para estos tiempos de Beach House, grupo que anoche hipnotizó al público de la última jornada del Primavera Sound de Barcelona. El dúo, que acaba de publicar su cuarto álbum, es hoy un personal ejemplo de eso que llaman dream pop. Algo así como una vuelta sonora a los sueños que borrosamente creemos recordar, una de las dos vías de escape que la música popular más refinada contrapone hoy al callejón sin salida de la segunda década del siglo XXI. La otra, también presente ayer en el festival con Father John Misty o Kings of Convenience, es la de un regreso mucho más prosaico a la nobleza incorrupta del campo a través de los vericuetos del folk de los últimos años.
Podría decirse que el disco Team dream de Beach House, que presentaron en el mismo festival hace dos años, levantó la mencionada casa en la playa. Con Bloom, el dúo de Baltimore —un lugar difícilmente más opuesto a la serenidad onírica que ellos promulgan—, han abierto las ventanas de par en par y han dejado que entrara la luz. Y ese destello es hoy uno de los faros que iluminan el camino más recto del pop. En el escenario más remoto del Fòrum, junto a centenares de pisos vacíos de la última burbuja inmobiliaria de la Barcelona posolímpica, la voz de la francesa Victoria Legrand meció a un público, ya un poco castigado este último día, hasta dejarlo acurrucado en una agradable vigilia. Nadie sabe construir melodías así (fusiladas vilmente en anuncios televisivos), tan alejadas de las obviedades del género y tan expresivas como para convertirse, más allá de la letra, en eje de su discurso.
Durante la hora de concierto, entretejieron esos dos discos, que en realidad encajan perfectamente, uno como la sublimación del otro. Sin poder decir, en realidad, en qué orden exactamente se suceden. Quizá hayan sido de lo mejor de este festival, que cerró ayer su 12ª edición con un éxito abrumador y las actuaciones de Justice, The Weeknd o Atlas Sound (el artista preferido del festival) en medio del contexto económico más complicado de toda su historia. Otro refugio insonorizado, por cierto, contra el invasivo ruido exterior.
El canadiense The Weeknd, la gran sensación de este año, disco número 1 del año 2011 para publicaciones como la española Playground, desembarcó en el PS con aura de estrella. Su trilogía de mixtapes (discos autoeditados donde samplea a otros grupos y elude pagar sus derechos porque regala el álbum), con los que ha sido capaz de darle una vuelta de tuerca al R&B y vestirlo con bases electrónicas le han convertido ya en todo un gran nombre de la escena. Le resulta del todo imposible disimularlo y en el escenario se le ve pagadísimo de si mismo. Tiene una voz prodigiosa, tanto que se ha atrevido a convertir una versión de Dirty Diana, del mismísimo Michael Jackson, en uno de sus hits, que ayer despachó a la perfección. De hecho, a más de uno se le ha escuchado decir (pasándose bastante de frenada) que en algunos aspectos sucede al malogrado Rey del Pop.
En el escenario más remoto del Fòrum, la voz de la francesa Victoria Legrand meció al público
En directo se trajo a toda una banda con coristas y acentuados e intensos riffs de guitarra eléctrica. Su música sonó menos original que en sus entregas enlatadas, mucho más cercana a lo electrónico y a la melancolía de dormitorio. El escenario donde tocó (Pitchfork) ha sido este año el que se ha llevado el premio al peor sonido, probablemente también por su complicada ubicación junto al mar y rodeado de enormes y reverberantes muros de hormigón. No sonó tan mal esta vez, solo un poco apagado. La actuación tuvo momentos brillantes, todos estrictamente a cargo de sus cuerdas vocales, pero puede que le faltara ese plus exigido a los representantes de las escasas y pequeñas revoluciones musicales que ocurren de vez en cuando.
En el escenario principal, y justo después del canadiense, los franceses Justice enchufaron su centrifugadora de hits electrónicos, rugosos, ruidosísimos y muy macarras para montar la verbena por la que cobran un dineral. Son miembros de esa especie de élite de la electrónica que desde un tiempo ha ido usurpando el halo (y favores) de estrella a los grandes frontman del rock. No tienen ninguna gracia, todo el invento está hecho con un grosor de brocha e hipermercado que asusta. Y más después de repetir una y otra vez lo que hace unos años pudo llegar a sonar a nuevo y desenfadado. Aún así triunfan como muy pocos artistas de la electrónica hubieran imaginado en su sueños más húmedos que cabría hacerlo.
Jamie XX y Pional enderezaron el rumbo del asunto, aunque en escenario mucho más pequeño. El primero, productor polifacético y cerebro de The XX (cabezas de cartel de la primera noche) aprovechó el viaje para marcarse una sesión de dj. El segundo, el chico de moda de nueva generación de músicos que ha ido apadrinado el sello catalán Hivern, demostró su naturalidad y talento construyendo en directo (percusión, voz, teclados) una artesana revisión del house.
Han tocado 201 grupos en ochos escenarios, se ha abierto el evento a la ciudad con conciertos de inauguración y clausura (hoy) gratuitos, sube la asistencia, los patrocinadores y, es de suponer, que también los ingresos. La música y el sistema de ocio que lleva adosado ahora que no se despacha un mísero disco no es una prioridad en los recortes domésticos para alcanzar los últimos días de mes. Ni siquiera cuando los números dicen que la mitad del público al que principalmente va dirigida, la juventud española, está sin trabajo. Nada menos que unas 140.000 personas habrán pasado por el festival cuando esta noche se haga el recuento definitivo.
Con el show del sello de electrónica escocés Numbers y el virtuoso Jack Master (para muchos el mejor dj del momento) finiquitó su 12ª edición en el Parc del Fòrum el Primavera Sound. Hoy queda un epílogo en forma de concierto gratuito en el Arc del Triomf en el que tocarán Yann Tiersen o Richard Hawley. Después, el certamen catalán hará las maletas esta semana e inaugurará el próximo jueves en Oporto su primera incursión en el extranjero. Una tendencia iniciada ya hace tiempo por su vecino Sónar (este año estrenaron su versión en Sao Paulo) y que da una idea del respeto internacional que han adquirido —pese al irrelevante papel de la industria musical de este país en el mundo— las marcas españolas dedicadas a organizar festivales. Cada vez más convertidas en burbujas aisladas de la fatigante vida exterior.
Babelia
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