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Familias distintas, las mismas dudas

Mañana, con EL PAÍS, por 1,95 euros, la comedia ‘Los chicos están bien’

G. B.
Annette Bening y Julianne Moore, en Los chicos están bien
Annette Bening y Julianne Moore, en Los chicos están bien

Qué poco cine ha hecho en los últimos años Annette Bening, y cómo se echa de menos su presencia. Incluso en películas de enjundia como Los chicos están bien, que Bening encarne a una de sus protagonistas hace que el resultado tome cuerpo, crezca y adquiera cierta grandeza. Si enfrente aparece Julianne Moore, la película entra en la categoría de imprescindible para los cinéfilos.

Los chicos están bien lo es. Moore y Bening son un matrimonio que vive en California. Cada una de ellas ha tenido un hijo, usando, eso sí, el mismo donante de semen. La vida transcurre aparentemente plácida en la pareja, aunque de fondo se intuyen los desencuentros, el choque entre los dos diferentes caracteres —una, encargada económicamente de tirar de la familia; la otra, embarcada en trabajos que no han llegado a ningún lado—. La calma superficial estalla cuando el hijo pequeño reclama su derecho a saber quién es padre. Y tras la investigación junto a su hermana mayor, el resultado: un tipo agradable, de vida bohemia, actualmente director de un restaurante y, cómo no, con una moto. El primer encuentro entre los chicos y el donante va bien, y poco a poco el padre va entrando en la familia: primero de forma suave, y, al final, como elefante en cacharrería.

En muchas películas se habla de un buen reparto, de la sabia elección de los actores. En Los chicos están bien —cuyo título hace referencia a la canción de The Who— hubo pleno, y las responsables fueron Lisa Cholodenko, guionista y directora, y la jefa del casting Laura Rosenthal, una de las veteranas en este trabajo, con títulos como Chicago, Una terapia peligrosa, La maldición del escorpión de jade o El mensajero del miedo: no le falta eclecticismo, aunque es cierto que sobre todo le llaman los cineastas indies. En Los chicos están bien, junto a Moore y Bening aparecen Mark Ruffalo como el donante, y dos estrellas emergentes: Josh Hutcherson, ahora metido en el mundo Los juegos del hambre, y Mia Wasikowska, uno de los nuevos rostros femeninos más potentes del Hollywood. Con ellos, atención, actúan los hijos de Steven Spielberg y Kate Capshaw, de Michael Eisner y de David Mamet. Tanto Ruffalo como Bening lograron sendas candidaturas al Oscar, además del guion original y a la estatuilla a la mejor película. Se fueron de vacío.

Los chicos están bien rebosa de guiños en apoyo al lesbianismo. Cholodenko, activista en pro de la igualdad de derechos y directora de la serie L., volcó mucho de su experiencia emocional en un libreto que rodó a la carrera, en 23 días (Ruffalo solo trabajó seis), para llegar a tiempo a Sundance, donde lograron un eco que catapultó su carrera: la sonrisa superaba a la doctrina.

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Sobre la firma

G. B.
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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