El Ballet de Ángel Corella, ahogado por la crisis
La ausencia de un calendario de actuaciones y los recortes en las subvenciones llevan a un cierre técnico a esta compañía clásica
El bailarín y director Ángel Corella reunió ayer a su plantilla en su nueva sede barcelonesa para anunciarles que la compañía está técnicamente en quiebra, que no puede pagar las nóminas y que tampoco puede hacer despidos, pues carece de fondos para pagar las indemnizaciones correspondientes. El artista madrileño se acogerá a una fórmula muy en boga entre las compañías de danza contemporánea, que es contratar a los elementos necesarios directamente cuando tengan funciones, algo que no es estable ni coherente a la mecánica propia del ballet. Mientras tanto, en un esfuerzo por no tirar la toalla, intentará mantener los espaciosos locales que acondicionó en el centro de la ciudad Condal para garantizar el entrenamiento. Era la única verdadera compañía de ballet clásico en el Estado español, habiendo debutado de manera pujante en el Teatro Real de Madrid con La Bayadera en la versión de Natalia Makarova en septiembre de 2008.
La compañía, que acaba de regresar de una gira por varias ciudades de Norteamérica, está prevista en el programa de danza del Festival de Peralada este verano (donde mostrará la pieza Pálpito, de los coreógrafos Ángel Rojas y Carlos Rodríguez), pero las actuaciones previstas son insuficientes para mantener un conjunto de esta envergadura y proporciones.
Ángel Corella está aún esperando que el gobierno de Castilla y León le abone parte de las subvenciones del último ejercicio
Corella, que rebautizó a su agrupación como Barcelona Ballet, venía de una frustrante experiencia con la Comunidad de Castilla León, donde se radicó por más de cuatro años al volver de su exitosa carrera norteamericana como primera figura en el American Ballet Theatre de Nueva York, y dio comienzo su ambicioso plan de poner en marcha una compañía de ballet académico de nivel y plantilla internacionales además de una escuela con su propia residencia de estudiantes en paralelo a una fundación que lleva su nombre. Sus primeras declaraciones al instalarse en Barcelona fueron: “Quiero convertir a mi compañía en el Barça de la Danza clásica”.
Actualmente la plantilla se había ido reduciendo progresivamente y no sobrepasaba los 40 bailarines. Entre sus últimas producciones de éxito estuvo El lago de los cisnes, que presentó con notable aceptación de público y crítica en el Teatro Calderón de Valladolid, Teatro Lope de Vega de Madrid y en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.
A día de hoy, Ángel Corella está aún esperando que el gobierno regional de Castilla y León le abone parte de las subvenciones del último ejercicio; era ese el balón de oxígeno para campear la crisis.
Al llegar Ángel Corella a Barcelona, gran parte del sector de la danza contemporánea local protestó airadamente en los medios y en comunicados sectoriales por la posibilidad de que los fondos de la danza fueran a parar a una agrupación de carácter clásico-académico. También tenía ya muy avanzado el proyecto de su nueva escuela en una localidad de la periferia de Barcelona, una idea que ya fue presentada a la prensa en meses pasados con un lujoso edificio de nueva planta que debía funcionar en dos años. Ahora todo es incertidumbre y en las redes sociales se habla de cierre y estampida de muchos artistas.
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