Fernando Lopes, fundador del ‘cinema novo’ portugués

El cineasta portugués Fernando Lopes, uno de los fundadores del denominado cinema novo, una corriente cinematográfica innovadora de los años sesenta que rompió con el corsé ideológico en el Portugal de la adormecida dictadura de Salazar, murió el pasado miércoles de una neumonía en el hospital de la Cruz Roja de Lisboa, a los 75 años de edad.

Lopes había nacido en la localidad de Maçãs de Donna Maria (Alvaiázere) en 1926. A los 12 años se mudó a Lisboa y estudió en el Instituto Comercial. Devoto de los cineclubes, en 1957 ingresó en la recién inaugurada televisión portuguesa como asistente de montaje.

Tras estudiar realización en Londres con una beca, fue en el año 1964 cuando llevó a cabo su primer largometraje, considerado una de sus obras maestras, el documental Belarmino. En él describe la vida de Belarmino Fragoso, un boxeador de origen lisboeta sin mucha suerte en la competición y, a su lado, la vida bohemia y nocturna de la capital lusa de entonces —de la que el mismo cineasta fue gran conocedor—, sus bares de mala muerte, sus tascas y sus cafés. “Aquello constituyó una aventura personal fortísima, hecha contra todas las reglas del cine portugués de su tiempo”, confesaría Lopes años después. El diario Público describía la obra como un extraño cruce entre una Lisboa de serie B y una cinta de la nouvelle vague por su irreverencia formal. En medio, el retrato de un boxeador condenado al fracaso que en un momento de la película asegura: “Yo podía haber sido alguien”.

En 1971 realizó su segunda gran película, Uma abelha na chuva (Una abeja en la lluvia), basada en una novela de Carlos de Oliveira. Lopes da un giro completo a Belarmino, elaborando un largometraje abstracto, que abrió la puerta a la vertiente formalista e innovador de sus futuras creaciones.

Pasadas varias décadas desde el inicio de su carrera, ya en 2000, Lopes elaboró la tercera de sus grandes obras, O delfim.