La pasarela también llora
La emocionante despedida de Raf Simons en Jil Sander marca la semana de la moda de Milán
Una pasarela totalmente blanca en forma de cruz sostenía seis columnas. Sobre ellas, arreglos florales en tonos rosados encerrados en cajas de plexiglás. Era difícil evitar la sensación de estar en un velatorio o funeral. Y, de alguna manera, de eso se trataba. Era el último desfile del belga Raf Simons para la firma alemana Jil Sander de la que era director creativo desde 2005. Hoy lunes, la propia Jil Sander vuelve a tomar las riendas de la casa que fundó en 1968 y que abandonó por sus desavenencias con Patrizio Bertelli, presidente del grupo Prada, y quien adquirió el 75% de la firma en 1999.
Más de una lágrima cayó entre los invitados, todos de pie, cuando al final del desfile Simons salió a saludar entre aplausos y ovaciones. Aunque no había diseñado para mujer hasta llegar a Sander, desde el principio demostró su capacidad para llevar a la firma a la vanguardia en el apartado femenino. Siempre mantuvo el espíritu minimalista con innovaciones que fue la identidad del diseño de Sander. Su última incursión en el vocabulario de la alemana, la colección para otoño/invierno 2012, fue un alarde de volúmenes y de siluetas de inspiración anos cincuenta. Tratando de recrear la intimidad de una mujer elegante a lo largo de toda la jornada, la propuesta incluye grandes, pero sencillos, abrigos de línea trapecio con manchas anchas, hombros raglán y solapas chal en rosas, malvas, camel o gris con alguna concesión al azul marino rojo. Debajo, ajustados vestidos cóctel o trajes de seda de inspiración corsetera y faldas con drapeados hacia un lado en charol negro.
Poco o nada se sabe de cuál será el futuro inmediato de Simons. Hubo otros destellos de brillantez en la pasarela milanesa este fin de semana. Por ejemplo, la colección para Bottega Veneta que entregó Thomas Maier. El alemán destacó el cuerpo femenino en una versión estilizada y dinámica, exenta de cualquier detalle superfluo. La banda sonora de West Side Story, definía esta actitud activa. Estilizados y escuetos vestidos con o sin mangas, de cinturas entalladas en negro, marino, ciruela o azul Tourmaline. Se vieron lanas mates con pequeños detalles de brillos metálicos o lentejuelas discretas. Desde que el noruego Peter Dundas llegó a Emilio Pucci ha hecho desaparecer aquellos psicodélicos estampados de los sesenta que fueron las señas de identidad de la firma. El diseñador ha roto con el pasado y lleva la casa al siglo XXI con siluetas seductoras y sensuales con toques rebeldes. Los trajes ajustados se realizan en telas que de repente aparecen rajas por cortes de relámpago. Dundas citó la película Belle de Jour como inspiración. Donatella Versace miró atrás con una colección basada en la última que firmó su hermano antes de su muerte. Dominada por el negro y la cota de malla metálica que aplica tanto como adorno como para espectaculares vestidos corsé. Versace incluye estampados de cruces y altas botas de rejilla negra. También los Dolce &Gabbana recurrieron a sus orígenes con una opulenta colección basada en el Barroco siciliano. El dramatismo de algunas salidas estaba a la altura de una edición de la pasarela milanesa cargada de emociones.
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