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Nuevo inquilino en la cuarta columna de Trafalgar Square

Una escultura de bronce de un niño sobre un caballo de juguete ocupa el cuarto pilar de la plaza londinense. Los artistas daneses Michael Elmgreen e Ingar Dragset han recurrido a la iconografía de los héroes británicos

La escultura 'Powerless Structures, Fig. 101', recién instalada en el cuarto pilar de Trafalgar Square.
La escultura 'Powerless Structures, Fig. 101', recién instalada en el cuarto pilar de Trafalgar Square.JUSTIN TALLIS (AFP)

Una estatua ecuestre corona por primera vez la llamada "cuarta columna" de la londinense Trafalgar Square, el pedestal de su esquina noroeste reservado durante los últimos años a sucesivas y osadas propuestas artísticas. La imagen figurativa de un niño a lomos de un caballo acaba de suceder en la famosa plaza a un barco encerrado en una botella, la maqueta de un hotel en cristal de colores chillones, la figura de una mujer embarazada, sin brazos ni piernas, o una instalación que invitaba al público a subirse al pedestal. ¿Ha desembarcado el clasicismo en uno de los espacios más vanguardistas de Londres? La respuesta es cuanto menos ambigua.

La escultura de bronce recién instalada (e inspirada en el Niño Jinete de Artemisión, del Museo Arqueológico Nacional de Atenas) no desentona desde lejos con la pose de los personajes históricos que ocupan las otras tres esquinas, entre ellos el rey Jorge IV, pero el conjunto chirria en una segunda mirada. Porque el efebo de bronce dorado no monta un equino al uso, sino un balancín. Los artistas escandinavos Michael Elmgreen e Ingar Dragset han recurrido a la iconografía de los héroes británicos para conmemorar no un pasado glorioso, sino un futuro cargado de esperanza. El querubín de pelo ensortijado alza el brazo derecho "animando a la gente a plantearse los hechos menos espectaculares de sus vidas, que a menudo son los más importantes", interpretan los autores de la obra, un dúo artístico asentado en Londres y Berlín que ha expuesto en la Tate Modern y la Serprentine Gallery. No les importa si la gente "adora u odia" su estatua, lo que esperan es que "no la ignoren".

Los artistas dicen no importarles si la gente "adora u odia" su estatua, lo que esperan es que "no la ignoren"

Titulada Powerless Structures, Fig 101, la inauguración de la pieza el pasado jueves corroboraba el acerado instinto político del alcalde de la capital británica, el conservador Boris Jonson. Azote en el pasado del proyecto de su antecesor (el laborista Ken Livingston) de llevar el arte contemporáneo a ese único pedestal vacío de la plaza, Johnson ha apostado por una obra realista y monumental con sus más de cuatro metros, también un punto clásica, pero al tiempo alabada por los sectores menos ortodoxos como sátira o lectura irónica del “glorioso” pasado militar de los británicos. Café para todos.

Personaje siempre poco afín a los arabescos del arte conceptual, el alcalde se ha limitado a definir la flamante estatua como un "talismán" para los Juegos Olímpicos que Londres celebra este verano, y cuyo reloj oficial de cuenta atrás (el que marca los días que faltan para el evento) acompaña en Trafalgar Square al niño del caballo. La figura permanecerá a lo largo de un año en la cuarta columna, un soporte concebido en 1841 para alojar la estatua de Guillermo IV, aunque los problemas presupuestarios acabando frustrando el proyecto. Las ocho propuestas contemporáneas que desde 2005 vienen supliendo la plaza de aquel monarca, bajo la promoción de la alcaldía y el Arts Council England, han sido contestadas desde sectores inmovilistas que anhelarían ver en el emplazamiento una réplica, por ejemplo, de Isabel II a caballo. La osadía de Johnson no reside tanto en la elección de esa escultura de compleja catalogación, sino en haberse resistido a esos aromas tradicionalistas que suelen serle tan queridos.

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