"La droga ha cambiado la naturaleza del crimen y a toda la sociedad”
El inglés Jake Arnott ha confirmado su sitio en la novela negra con 'Crímenes de película'. Su literatura está en la línea de James Ellroy y Quentin Tarantino. Los tentáculos de la droga y la corrupción social mezclados con el mundo del espectáculo.
Encontrar a Jake Arnott posando en manga corta y camisa fina en la gélida entrada del Palau de la Virreina, donde también se celebran actos de BCNegra, impresiona. A él, no. Llegó de Londres con retraso por el mal tiempo y lo de aquí le parece poca cosa. Tiene la cabeza muy bien amueblada, es atractivo, simpático y chapurrea el español.
Arnott (Londres, 1961) es autor de la trilogía The Long Firm (Delitos a largo plazo, Canciones de sangre), cuyo último título, Crímenes de película (Mondadori, como las otras) se ha publicado recientemente en España. En estas tres novelas analiza los bajos fondos de Londres, desde los años sesenta hasta bien entrados los noventa, su evolución, su relación con el espectáculo; también los cambios que se producen en el Reino Unido, desde la música a la moda o las costumbres. Con humor y fina ironía su lectura es un placer.
Hay un protagonista, el gánster Harry Starks, que aparece y desparece pero que siempre está presente de alguna manera, del que se ha dicho que está inspirado en Ronnie Kray (1935-1995), que con su hermano gemelo dominó el East End en los años cincuenta y sesenta. También se le ha emparentado con Ronald Biggs, que en 1963, asaltó el tren postal Glasgow-Londres, o que literariamente desciende de Jack el Destripador o de Mister Hyde.
No está de acuerdo. “Estamos hablando en términos de mitología. Harry Starks es mi propio personaje, no se parece a Ronnie Biggs ni a Ronnie Kray ni a nadie, aunque en Crímenes de película aparece el funeral de Kray. Esta tercera novela es precisamente una mirada a la mitología del crimen y a la realidad”.
En las tres novelas de la serie y en Crímenes de película, sobre todo, hay una estrecha vinculación entre el mundo del crimen y el del espectáculo. El gánster Beardsley, que trabajó con Harry Starks, es promotor musical, como tapadera de sus otros negocios. Piers, uno de los personajes, dice que “es difícil saber dónde acaba el mundo del crimen y dónde comienza el del espectáculo. Se rueda una película, Bulldog al desguace –“el bulldog es todo un símbolo en el Reino Unidos”—en la que intervienen actores y gánsters haciendo de gánster.
“No existen mundos cerrados. Los gánsters no están encerrados en un espacio determinado. Están entre nosotros como intérpretes de su propio papel. Es toda una tradición. En los tiempos de Shakespeare, todos los teatros estaban en el sur de Londres, donde se concentraban los bajos fondos de la ciudad”.
“Ya nadie roba bancos, ahora todo es cuestión de drogas”, se lamenta el veterano gánster Eddie Doyle, que acaba de salir de la cárcel, donde pasó 12 años tras participar con Stark en un importante robo de lingotes de oro, del que no consiguió ni un penique. Es el fin de una etapa, la de la vieja escuela del crimen.
“Las drogas han cambiado la naturaleza del crimen y a toda la sociedad. Vivimos en una época muy hipócrita. La droga ha llegado a buena parte de la clase media y eso la relaciona con el crimen organizado aunque no se den cuenta. Me interesa la ambigüedad de la corrupción que ha ido penetrando en todas las capas de la sociedad. Y de eso hablo en Crímenes de película”.
Una de las partes más divertidas de la novela es cuando los viejos y menos viejos gánsters buscan el tesoro perdido, los lingotes de oro. Eddie Doyle y el periodista Toni Meehan llegan a la conclusión de que puede estar en un paraíso fiscal en alguna isla del Caribe y allí se van, como si fueran Long John Silver y Jim Hawkins e incluso averiguan que hay una sociedad más o menos fantasma llamada Flint Investments. Una referencia a La isla del tesoro. “Si utilizo a este gran clásico de la literatura de aventuras es porque en ella aparece ya la corrupción”.
El delincuente y el periodista están convencidos de que el dinero de los lingotes ha sido blanqueado. Arnott dedica un respetable espacio a los diferentes sistemas de blanquear dinero. “El robo de los lingotes está inspirado en el robo de Brinks Mat, en 1983, que fue considerado uno de los robos de oro más importante del siglo. Cuando en los libros o películas se habla del ‘gran robo del siglo’ resulta pecata minuta comparado con lo que ha blanqueado y forrado muchos con el boom inmobiliario”.
Crímenes de película está contada a través de varias voces, como la de Eddie Doyle o la de Julie McCluskey, que tras ver Pulp fiction, revive su historia y decide vengar a su padre, un gánster, al que supone asesinó Starks. Destaca entre los personajes Gaz, un delincuente que entra y sale de la cárcel sin parar, especializado en la venta de pastillas de todo tipo, y que logra ser fichado para interpretar su propio papel en Bulldog al desguace, triunfa e incluso un negro (Toni Meehan) le escribirá sus memorias.
“Gaz representa el papel del famosillo. El fenómeno de las celebrities ha ido creciendo sin parar desde los años noventa. ¿Por qué son famosos? No lo sabemos ni nos importa, pero todo el mundo quiere conocerlos. Gaz es el enlace entre el hampa y el espectáculo. Un ladrón pringado que consigue triunfar. Hemos perdido. Las celebrities han ganado la partida. Ahora, incluso muchos políticos se comportan como celebrities”.
La trilogía The Long Firm ha sido comparada con los trabajos de Quentin Tarantino y de James Ellroy. “¡Aterrador! Prefiero no pensar en ello, pero si tuviera que hacerlo tengo que decir que me siento más próximo a Ellroy, porque él habla de la historia social, política y cultural de su ciudad, Los Ángeles, que es lo que yo he tratado de hacer en estas novelas con mi ciudad”.
Jake Arnott dejó de estudiar a los 16 años, posó como modelo para artistas, de intérprete para sordomudos y, entre otros trabajos, hizo de momia figurante en la película La momia.
Es considerado uno de los 100 hombres más influyentes y poderosos de la comunidad gay del Reino Unido. Se echa a reír. “Ah, eso. El diario The Independent hace listas cada año, listas de todo. Yo aparecí un año en la lista rosa. Me hizo gracia, pero creo que no tengo influencia en ningún grupo ni en nadie. Sí he participado en políticas gay no como líder si no a título personal. Cuando nos hacemos mayores necesitamos héroes en quienes reflejarnos. Quizá con mis libros he podido mostrar que los villanos tienen tanta humanidad o más que los demás”.
Babelia
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