Los jóvenes cosen fuerte

En la moda, como en otros tantos sectores empresariales, la crisis debilita a nombres consagrados y obstaculiza el arranque profesional de los noveles. Marcados por esta realidad, los diseñadores emergentes del EGO -la plataforma de jóvenes talentos de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid- parecen optar por propuestas pragmáticas y arriesgar lo justo para demostrar su potencial creativo. Pese a ello, muchas de sus colecciones resultan más interesantes y trabajadas técnicamente que algunas del calendario oficial. Y este dato, por sí solo, dice mucho del presente y el futuro de la moda española.

El representante más avezado de esta nueva hornada de creadores es Moisés Nieto, que ganó el premio L’Oreal a la mejor colección del Ego. Su trabajo, inspirado en los hábitos monacales, evocaba la iconografía religiosa sin caer en el tópico. Y comprendía cuatro vestidos que el ubedí produjo en los talleres de la casa Valentino, tras ganar un galardón internacional. Al frente del jurado que le seleccionó, se encontraba Franca Sozzani, directora de Vogue Italia y una de las mujeres más influyentes del mundo de la moda.

Si la antigua Cibeles fuese una meritocracia, esta colección no solo debería haber ocupado un hueco en el calendario oficial, sino que tendría que habérselo intercambiado a algún diseñador consagrado, falto de un curso de repaso. Y eso que Nieto se define como un modisto más que como un diseñador. Unas palabras que no esconden falsa modestia sino toda una declaración de intenciones vital y empresarial. Su ambición es mantener su pequeño atelier madrileño y trabajar a medida. “Como los sastres de toda la vida”.

No es el único. David del Río también prefiere ir paso a paso antes de dar el paso de crear su propia firma. El miércoles se incorpora al equipo creativo de Purificación García. Puede que el hecho de haber trabajado durante 15 años como dependiente y escaparatista antes de estudiar diseño tenga algo que ver en su visión del mundo empresarial. Pragmático en su carrera, se muestra más atrevido en el terreno del diseño. Sus chaquetas elaboradas a partir de alfombras artesanales de petit point fueron de lo más estimulante que se vio. Y es que algunos diseñadores parecen tener demasiada prisa por hacerse mayores. Como El Colmillo de Morsa, que presentó un trabajo coherente y bien editado, pero tal vez falto de nervio.

Más allá del diálogo entre comercialidad y experimentación, el verdadero denominador común del Ego fue la laboriosidad y complejidad técnica. Los jóvenes diseñadores quieren demostrar todo de lo que son capaces. Y las mallorquinas Laura Negre y Esperanza Perelló, responsables la firma LE, son un buen ejemplo de ello. Su segunda colección se articula en torno a un primoroso trabajo de plisados, bordados a mano y tapices de factura rústica que dotaban de relieve a las piezas. “Los realizamos a mano con viejos bastidores, fue costoso pero funciona muy bien”, explican.

Tampoco Ixone Elzo y Leandro Cano se quedan atrás. La primera con una irregular colección masculina salvada por el corte y un exquisito trabajo de nido de abeja en la piel. Y el segundo, gracias a un arma secreta: cuatro abuelas tejedoras de más de 80 años. “Las tengo amargadas, haciendo volúmenes, volantes, cosas que no entienden. Porque a ellas lo que les gusta es un buen jersey”.