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Florence + The Machine presenta su segundo disco, el oscuro 'Ceremonials'

La londinense, de 25 años, vendió tres millones de copias de 'Lungs', su primer trabajo, publicado en 2009

Florence Welch es una de esas artistas, como Kate Bush hizo en su momento, que van a lo suyo sin restringirse a los confines de lo minoritario. Según esta cantante londinense de 25 años el pop no es sexualidad de calentón, ni jovialidad banal de animadora, ni la voluntad de epatar caiga quien caiga. Sin la necesidad de diluirse, llega al público. Así lo demuestran los tres millones de copias vendidas de Lungs, el primer disco de Florence + The Machine. La cantante británica presentó ayer martes en Londres su segundo trabajo Ceremonials, frente a unas 1.200 personas. Para la que será su única actuación en lo que queda de año escogió el Hackney Empire, un teatro victoriano con aspecto de caja de bombones que antes de su reciente restauración acogió partidas de bingo y espectáculos de cabaret.

Desde el primer tema del concierto quedó claro que 'Ceremonials' es más coherente
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Florence -como ya se la reconoce, sin necesidad de apellido- apareció extraordinariamente pálida, con melena cobriza y un largo vestido de satén hasta con vertiginosa apertura frontal. En un escenario caracterizado con motivos art déco, su banda habitual se complementaba con un arpa y un percusionista adicional. El efecto era más Hollywood años veinte que Londres finales de 2011. Aunque lo que se escuchaba no tuviese nada de retro.

Desde su primer tema, Only If for a night, quedó claro que Ceremonials es más coherente, oscuro y complejo que su predecesor. Es capaz de iluminar el vozarrón soul de su cantante. Y como describe su autora, podría colar tanto en una rave como en una iglesia. "En este nuevo disco hablo a menudo sobre el arrepentimiento", explicó con la vocecilla de colegiala que le sale entre canciones. "Este tema en concreto, Lover to Lover, trata de lo contrario. Va sobre salir durante tres días y no sentirse mal por ello".

Puesta en escena

La exestudiante de Bellas Artes mantiene una visión global en su puesta en escena: el decorado, el vestuario, las referencias artísticas y las citas a pie de página. Durante el concierto canta desde las entrañas, voltea descalza como un derviche girador y eleva los ojos al cielo como una santa en éxtasis. Cada una de estas imágenes podría encontrarse en una pintura de algún museo. Pero a pese a la conciencia que ejerce sobre el resultado, no resulta afectado.

En su repertorio, compuesto casi exclusivamente por nuevos temas no incluyó You've Got the Love, su canción más machacada. No hizo falta. La elegante Florence demostró que es algo más que una chica especial que canta sobre brujería y amores complicados. Cerró con la enorme No Light, No Light, mientras su numerosa y variopinta familia al completo bailaba en los palcos. "Pasé todo el tiempo preocupada por que se pisase el vestido", confesó su madre, la catedrática de estudios renacentistas Evelyn Welch, cuando acabó la actuación. Sus desvelos no andaban desencaminados: su hija se tropezó en el escenario. Dos veces. "Finalmente pude descansar porque Florence estuvo brillante", zanjó. A la señora Welch no le falta razón en nada.

Florence Welch, en el festival Primavera Sound de Barcelona, en mayo de 2010.
Florence Welch, en el festival Primavera Sound de Barcelona, en mayo de 2010.SUSANNA SÁEZ

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