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Cadaqués se queda sin rosas

En el pueblo no hay floristerías. Es tradición que vendan las rosas los chavales del colegio

El paseo marítimo bulle y la multitud llena las terrazas, pero quien quiera comprar una rosa a un ser querido en el día de Sant Jordi, tendrá que irse de Cadaqués (Girona). El pueblo marinero, plagado de turistas y veraneantes en Semana Santa, se ha quedado sin rosas. Las vendieron esta mañana los escolares de 4º de ESO para financiar la excursión de fin de curso, pero alguien hizo mal las cuentas, y a media mañana ya no quedaban.

Xavier Sala, de 72 años, ironiza delante de su mujer: "Se me va a enfadar, se va a quedar sin rosa". Los dos abuelos aprovechan para comprar dos libros a sus nietos, que esperan con impaciencia. "El principito te va a encantar", le dice Erika Coll, de 70 años, a su nieta Nuria. Los cuatro charlan junto al puesto de la única librería que se ha atrevido hoy a sacar el tenderete a la calle, la Gispert, la más antigua del pueblo. Si no fuera por ellos, nadie diría que hoy es San Jordi en Cadaqués.

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Los turistas extranjeros atiborran las terrazas. En las mesas, libros y rosas están casi ausentes. Una solitaria bandera catalana luce en una de las casas. El día comenzó gris y lluvioso. A lo largo de la mañana, el sol y las nubes mantenían una pugna por dominar el cielo, sobre las montañas escarpadas que rodean esta idílica localidad cercana al Cap de Creus. "A nosotros nos va muy bien que Sant Jordi haya caído en fin de semana", dice Ángel Gispert, el dueño de la librería. "Todos los turistas están aquí". El librero calcula que han aumentado las ventas un 20% con respecto al año pasado, cuando la festividad coincidió con un día laborable. Ayer estuvieron firmando ejemplares en Cadaqués Pilar Rahola y Ventura Pons.

Nico Rahola, dueño de otra librería del pueblo, no ha podido sacar sus libros a la calle. "Por la mañana llovía mucho, y luego ya nos hemos puesto a atender a la gente y no hemos tenido tiempo", explica. Aún así, está contento. Han vendido mucho más que otros años, cuando los clientes eran solo la gente del pueblo. En cambio, Audal Piqué y Adriá Borrell (14 y 15 años) ponen cara de decepción cuando se les pregunta por las ventas. Han colocado un tenderete con libros de segunda mano donados por gente del pueblo, también para recaudar dinero para la excursión de fin de curso. La cosa no había ido demasiado bien por la mañana. La hucha no estaba muy llena.

En Cadaqués no hay floristerías. Es tradición que vendan las rosas los chavales del colegio y un par de centros públicos, como la guardería, para recaudar dinero. Por eso nadie quiere meterse. "El año pasado vendieron 900 rosas, y este año sólo compraron 1.200", explica Nico Rahola. Alguien no contó con que iba a venir mucha más gente, o bien no quiso arriesgar demasiado. Núria Sallers muestra un capullo con un tallo minúsculo. Es lo único que ha podido conseguir su pareja, Quico Mena. Eso sí, los niños se lo dieron gratis. Las rosas costaban por la mañana 3,5 euros.

A las 9:00, los puestos rebosaban de gente, según Mireia, veraneante. El tenderete de Gispert despacha libros sin parar. En la lista de los libros más vendidos, Si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven de Albert Espinosa, 1Q84 -del escritor japonés Haruki Murakami- y Enamoramientos, de Javier Marías. De vez en cuanto, pasa cerca uno de los participantes en la competición de 80 kilómetros marcha "24 horas del Cap de Creus", que se celebra hoy. En Cadaqués, kilómetro 49 de la carrera, hay un puesto de avituallamiento. De las rosas que se vendieron quedan solo unos cuantos pétalos esparcidos por el suelo.

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