Natalie Portman triunfa también en el 'glamour' de Madrid
Actores y actrices españoles subrayan el papelón en 'Cisne Negro', en una fiesta organizada por Canal + en el Círculo de Bellas Artes para ver juntos la gala de los Oscar
En compañía una noche en blanco se hace más llevadera. Y si además es la ocasión para un poco de glamour y para lucir un vestido nuevo, mejor todavía. Así, algunos actores, actrices y personajes famosos del mundo del espectáculo español como Juanma Bajo Ulloa, Aura Garrido, Natasha Yarovenko, María Adanez y Octavi Pujades se han reunido esta noche en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para ver la gala de los Oscar, en una fiesta organizada por Canal +.
A partir de la nueve, las primeras caras conocidas empezaban a entrar por el portal del precioso edificio madrileño, bajo las miradas y ante las cámaras de una treintena de curiosos que esperaban con ilusión las llegadas de los coches. Y también ante los pitidos de una decena de personas que ofrecían a cada actor un folio que explicaba las razones de su protesta contra los despidos del canal Digital + .
Dos chicas se sacaban una foto con Isabel Serrano, mientras otras cinco parecían aguantar confiadas el viento y el frío: "No sabemos quién va a venir, pero esperamos que merezca la pena", contaban. Explicaban que habían preguntado por la posibilidad de entrar en el Círculo, pero sin acreditaciones las oportunidades de colarse se reducían a cero. Y prometían que hasta las doce no se irían de allí. Minutos después sin embargo ya habían desvanecido, quizás decepcionadas por el hecho de que la mayoría de los invitados no fueran, por así decir, las caras más famosas de la actuación en España.
Dos plantas más arriba, el Círculo poco a poco se iba llenando. Una música incesante, que no desapareció ni durante la gala, y una miríada de palitos y pinchitos para picar acogían a los más puntuales. Entre ellos Manuela Vellés, quien lucía un vestido negro bastante corto, y explicaba, entusiasta, lo "impresionante" que es, según ella, el trabajo de Natalie Portman en Cisne Negro .
Pronósticos y aciertos
No cabe duda de que los presentes en la fiesta estaban totalmente de acuerdo sobre todo con una decisión de la Academia de Cine: la mejor actriz del año es Natalie Portman. "Ha puesto un listón al que tenemos que aspirar todas", contaba Vellés, que acaba de estrenar su última película Secuestrados. Un papel que le costó muchos esfuerzos, en cierta manera comparables con los de Portman. "El trabajo de actriz tiene ese punto de ser perfeccionista a toda costa", sostenía la joven protagonista de Caótica Ana. Natasha Yarovenko, a la que la actuación en Habitación en Roma le valió una nominación a los Goya como mejor actriz revelación, también subrayaba el gran trabajo de Portman: "Es el papel que todas las actrices soñamos con tener algún día. Y, claro, soñamos también con estar a la altura". Yarovenko, con un vestido morado que le dejaba desnudo un hombro, tenía una razón especial y muy personal por la que le gustó Cisne Negro más que cualquier otra candidata a mejor película: "La música de Chaikovski. Cuando era pequeña, en Ucrania, hacía ballet y también bailé El lago de los cisnes".
Mientras abajo continuaba la llegada de famosos y Octavi Pujades mostraba ante los fotógrafos su camiseta de la fábrica de jabón de Tyler Durden en El club de la lucha, arriba las decenas de invitados podían disfrutar de un menú que, como en Los Ángeles, incluía sushi, además de palitos de mozzarella, mini pizzas margaritas, brochetas de solomillo, mini milanesas y jamón con pan de cristal. Y, claro está, cervezas, vinos y copas. Por cierto, el Oscar de las bebidas se lo llevó el gin tonic.
No se hizo con el Oscar Javier Bardem, pero sí capturó más que cualquiera la atención del público del Círculo de Bellas Artes. Un público que, interesado sobre todo en las copas y las charlas más que en la gala, volvió la cabeza hacia las maxipantallas por primera vez en la noche al ver aparecer al protagonista de Biutiful en la alfombra roja. Y que esperó con algo de tensión (bueno, los pocos que todavía seguían allí) los instantes que precedieron el anuncio de Sandra Bullock de que Colin Firth era el mejor actor del año. La decepción no fue muy grande. Es más, hubo aplausos para Firth. Quizás porque el actor inglés se lo merecía o también porque muchos lo daban ya por hecho. Aún así, según explicaba horas antes Aura Garrido, candidata a mejor actriz revelación en los últimos Goya por Planes para mañana, había que ver el vaso medio lleno: "En Biutiful Bardem hizo un gran trabajo. Ya es un sueño que esté allí".
Los momentos vibrantes escaseaban, en Los Ángeles así como en Madrid. Y la entrega de los premios no sorprendía. Para Raúl Arévalo, de la comedia Primos, y para casi todos, el de Colin Firth por El discurso del rey era un Oscar cantado, así como el de Natalie Portman. "Al 99% ganan", decía antes de que empezara la gala. También acertó, aunque se trataba de otro favorito, con el premio al mejor actor de reparto. "Me flipó Christian Bale en The fighter". Arévalo sí echó en falta otro galardón: "Hombre, a Primos como mejor comedia, ¿no?".
El actor, que hoy tiene el día libre, aguantó casi hasta las cinco de la madrugada, lo que no consiguió la mayoría del público del Círculo de Bellas Artes. Quizás le ayudara la receta que él mismo había sugerido: "Probablemente me vaya a casa antes de que termine, estoy cansado, aunque igual tras unas copas...". A partir de las cuatro la sala empezó paulatinamente a vaciarse. A esa hora, el cansancio llegó a hacer mella también en un mundillo que más que cualquiera está acostumbrado a las fiestas. Los cuatro gatos que sí se quedaron hasta el último segundo acogieron con aplausos el anuncio de Steven Spielberg de que El discurso del rey se llevaba el Oscar a la mejor película. El último capítulo de un guion tan previsible que si llegara al cine seguramente no tendría mucho éxito.
No llegó hasta esa altura de la noche Aura Garrido, otra enamorada de Natalie Portman: "No hay palabras para describir lo que hizo". A las seis de la madrugada todas las demás palabras también parecían acabadas, así como la comida. Lo único que quedaba era ir a casa, o en algunos casos directamente a trabajar. Lo que sea, para algún día vivir la gala como protagonistas, en Los Ángeles, en vez de en Madrid.
Babelia
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