Grandes de la ópera mundial al servicio de Gluck
'Iphigénie en Tauride' reúne en el Teatro Real a Robert Carsen, Thomas Hengelbrock, Plácido Domingo, Susan Granham y Paul Groves
Se trata de un acontecimiento escénico de esos con los que pocas veces se puede soñar, pero Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real está acostumbrado a no reprimir todo tipo de fantasías en sus sueños. Iphigénie en Tauride, una de las mejores óperas de todos los tiempos y la más emblemática de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), según muchos expertos, se representa por primera vez como ópera en el Teatro Real de Madrid.
Lo excepcional es que llega con el director escénico e iluminador Robert Carsen, quien ya llevó al público del Real hasta el éxtasis, con trabajos suyos en este mismo coliseo como Diálogo de Carmelitas, Katia Kabanova y Salomé. Con Thomas Hengelbrock, el versátil y polifacético director musical, ya convertido en uno de los grandes del siglo XXI, que dirigirá en próximas temporadas en el Real La clemenza di Tito, Parsifal y Genoveva, de Schumann.
Y un reparto que de tan excepcional ni los que forman parte de él terminan de creérselo. El tenor español Plácido Domingo, del que sus colegas afirman que es el más importante cantante lírico del mundo, quien cumplirá 70 años la semana que viene (el 21 está previsto un gran homenaje) interpretando al noble y atormentado Oreste; la mezzosoprano americana Susan Graham, de quien nadie pone en duda es la mejor intérprete de Ifigenia en este momento, y el tenor Paul Groves, también considerado el mejor Pylade de la actualidad.
Todos ellos destacan el también valioso segundo reparto (Maria Riccarda Wesseling, Yann Beuron y Lucas Meachem) que alternará las diez funciones de la pieza a partir del día 13 y previstas hasta el próximo 27 de enero.
El tenor español Plácido Domingo dice que se han juntado elementos excepcionales en esta Iphigénie en Tauride. "Esta ópera es un regalo, para el público en general va a ser una sorpresa extraordinaria y me toca participar en ella con estos dos maestros (por el director musical y escénico) a los que he admirado muchísimo..., esta producción es muy especial", dice Domingo de esta obra que considera que en su estilo es la mejor y una de las más grandes de todos los tiempos".
Ópera maestra del XVIII
El maestro Hengelbrok tampoco ahorra elogios: "Es una gran oportunidad, es extraordinario lo que se ha dado en este maravillosos teatro, sólo puedo decir que en esta producción todos los elementos se han conjuntado de manera excepcional", apunta el director de orquesta que por primera vez trabaja con Carsen, "del que conocemos la importancia de su trabajo, más que un director, es un lujo". Hengelbrok sostiene que en una ópera no sólo se trata de lo que uno hace: "No se puede hablar de lo mío, lo que imporata es el conjunto, el drama, el vestuario, los cantantes y lo que se ha unido en Madrid es extraordinario; como director de orquesta no podría esperar un reparto mejor de solistas, en una óperas maestra del siglo XVIII de la que sólo puedo decir que hasta la fecha no se ha superado en absoluto", apunta Hengelbrok, quien a pesar de estar acostumbrado a trabajar con instrumentos originales destaca la flexibilidad de la orquesta con la que ha trabajado a fondo buscando un sonido diferente.
"Es una ópera intensa que ahonda en las emociones humanas", comenta el canadiense Carsen. "En Iphigénie vemos como a través de la tragedia, del dolor, se produce una limpieza del alma, y el público que está sufriendo igualmente, también puede participar de esa limpieza depuradora", comenta el director escénico de este título que ya ha abordado, con parte de este equipo, en varias ocasiones: "Cada vez estamos más cerca de lo que queremos y pretendemos conseguir, en Madrid es donde prácticamente estamos llegando a la meta final".
El director teatral, que cada vez es más reclamado por grandes coliseos operísticos del mundo, aunque nunca abandona su pasión por el teatro, (asegura que le gustaría trabajar en España con Nuria Espert o grandes actores) dice abordar este montaje en un momento muy especial de su carrera: "Y lo hago con una obra estupenda y dos repartos espectaculares; y encima en la ópera, que para mí es la síntesis de todas las artes; la posibilidad de juntarlas es inenarrable, hemos trabajado mucho para fusionar la música con el drama, con los sentimientos, con la sensibilidad que emana de la pieza, eso es muy importante".
Tesoro de directores escénicos
Tanto el alemán Hengelbrok como Graham es la primera vez que están en el Teatro Real, donde Iphigénia en Tauride sí se había paseado por el escenario (en la nueva vida que inició este coliseo a finales del siglo XX) de la mano de otra diosa alemana contemporánea, la coreógrafa Pina Bausch, desaparecida recientemente.
Carsen ha pasado a engrosar la lista de grandísimos directores que han puesto a lo largo del siglo XX, esta pieza que no hay que confundir con Iphigénie en Áulide que Gluck estrenó en 1775. Entre ellos encontramos a Kleiber, Visconti (con la Callas), Riccardo Muti, Liliana Cavani.
Y mientras Gerard Mortier, pergeñador del proyecto sonríe a todos, también encantado. "Ésta ópera fue una gran revolución y es muy importante contar con ella en el repertorio de un teatro como el Real, y además es de agradecer mucho que estén en ella grandísimos cantantes todos puestos al servicio de un gran compositor, porque Iphigénie... no es una ópera de estrellas, es coral, su grandiosidad emerge de la unión de todo, de todos, y ha sido emocionante y un gran placer ver la disciplina y concentración que han tenido los artistas a la hora de trabajar", señala Mortier.
Al Metropolitan
Iphigénie en Tauride, un tragedia lírica en cuatro actos con libreto en francés de Nicolas-François Guillard, (quien partió de las tragedias homónimas de Claude Guymond de la Touche y Eurípides), estrenada en París en 1779 (dos años después llegó la versión alemana a Viena), llega al Teatro Real procedente de producciones de Chicago, Londres y San Francisco. Y con otra producción, pero los mismos protagonistas, viajarán con esta ópera el próximo mes de febrero al Metropolitan de Nueva York. En este montaje de Madrid se ha contado con la orquesta y coro (con importante presencia en esta ópera) titulares del Teatro Real.
Plácido Domingo, que debutó hace 41 años en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, dijo que sin ese teatro la ópera en la capital de España no hubiera existido: "¡Bendito Teatro de la Zarzuela!", apunta el tenor español, quien en sus 3.500 actuaciones, interpretanco más de 130 papeles, sólo ha suspendido en tres ocasiones y a punto estuvo de hacerlo una cuarta cuando cantó hace 40 años La Gioconda en la Zarzuela y el público reaccionó con tal pasión que las lágrimas estuvieron a punto de impedirle continuar.
Hoy compagina su carrera como cantante, con la dirección de orquesta, la dirección artística de dos teatros de ópera norteamericanos y la dirección de tres programas educativos. Además es un artista comprometido con actividades humanitarias y a lo largo de su carrera se ha volcado con la difusión y la revitalización de la zarzuela y el acercamiento de la música clásica a nuevos públicos. Ahora con motivo de su 70 cumpleaños la Deustche Grammophon tiene previsto reeditar muchas de sus grabaciones.
Su pasión por la zarzuela le viene de familia. "Yo trabajo mucho, pero los que verdaderamente trabajaban era mis padres, que tenían una compañía de zarzuela que representaban dos zarzuelas diarias y al terminar ensayaban las dos del día siguiente y los domingos tres; crecí en ese ambiente y cuando me dicen 'trabajas mucho' digo ¡no!, los que trabajaban son ellos".
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