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Una de espías y otra de censura

Los autores de 'Sin cobertura' desvelan en Getafe Negro que se intenta acallar la novela. La obra plantea que el asesinato de espías españoles en Irak fue un acto de venganza contra el Gobierno español

Lo más interesante del periodismo a menudo no se puede contar. Así que Jordi Bordas y Eduardo Martín de Pozuelo, dos periodistas catalanes de larga experiencia en la investigación de temas espinosos, han recurrido a la ficción para contar todo lo que saben sobre la muerte de siete espías españoles en Irak. Su novela Sin cobertura (RBA) es un thriller con personajes reales (Aznar, Blair y otros líderes) y ficticios, que defiende una polémica tesis: los agentes españoles fueron asesinados por los iraquíes que colaboraban con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). "Fue un acto de venganza porque les habían dejado sin cobertura a ellos y sus familias", asegura Jordi Bordas.

El 65% de los hechos relatados en la novela son reales, pero el marco de ficción literaria les ha permitido recrear aspectos sobre los que puedan tener dudas razonables. Un híbrido frecuente en el mundo anglosajón. "Se hace como rosquillas y no hay problemas", afirma Eduardo Martín de Pozuelo.

En España no hay tradición y hay problemas. Ellos los han tenido, pese a su aval profesional (fundaron el equipo de investigación de La Vanguardia en 1981 y han recibido el Ortega y Gasset, entre otros premios). "Parece que hay susceptibilidades heridas", dice Martín. Planeta, la editorial con la que cerraron un acuerdo para publicar la novela, se echó atrás en septiembre de 2009, cuando ya se había elegido la portada y había arrancado la promoción publicitaria. La explicación oficial de la editorial, dicen, fue la necesidad de recortar títulos. Recurrieron entonces a Anik Lapointe, directora editorial de RBA, que les abrió la puerta grande. La novela lleva tres ediciones y tiene en marcha la cuarta. La productora de Andrés Santana ha comprado los derechos para llevarla al cine.

¿Qué cuenta Sin cobertura que lo convierta en algo peligroso? "A la gente le impacta", dice Martín. "Ver en 420 páginas todo lo que pasó en año y medio en este país y que entonces se vivieron como hechos aislados causa una gran reacción", corrobora Bordas.

En los 18 meses de la novela se invade el islote de Perejil, se hunde el Prestige, se firma el pacto de las Azores, matan a los periodistas José Couso y Julio Anguita Parrado, se estrella el Yakolev y se asesinan a los agentes del CNI. Pero lo más impactante sin duda es esa tesis de que los espías no murieron en un atentado, si no en una emboscada planificada para vengar el abandono del Gobierno español de los colaboradores iraquíes del CNI. "Murieron como héroes", concluye Martín.

Ambos periodistas hablaron sobre su investigación en el certamen Getafe Negro, en un encuentro en el que también participó el periodista y ensayista Eric Frattini. Su última novela, El oro de Mefisto (Espasa-Calpe), también se desenvuelve en este terreno híbrido. "Hay una parte de ficción, otra real y un 33% de ficción plausible", sostiene. La obra recrea acontecimientos de una de las rutas organizadas en 1945 para sacar a dirigentes nazis de Europa y exiliarlos en América del Sur de forma clandestina. El pasillo vaticano fue una red de conventos y monasterios supervisados por el que luego sería Pablo VI. La ficción plausible de Frattini es, sin embargo, otra: ¿huyeron Hitler y Eva Braun a Argentina? "Hay tres documentos, que a lo mejor son casualidad, pero que me permiten trazar un hilo narrativo". Uno: un informe de un agente de la contrainteligencia de EE UU afirma que ha detectado a Hitler en septiembre de 1945 en un puerto noruego. Dos: el capitán Ernest Baumgart declara ante el tribunal polaco que le juzga en 1947 que sacó de Berlín a Hitler y Braun y los llevó a un puerto del sur de Noruega. Tres: Heinz Schaffer, comandante del submarino U-977, declara al rendirse en Argentina a finales de 1945 que llevó a dos "importantes" personas a Argentina. "En el diario de bitácora se ve que el último puerto que tocó el submarino fue el mismo puerto noruego". Así que concluye Frattini: "En base a documentos no me creo que Hitler huyese pero tampoco que muriese en el búnker".

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