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La mujer que compró su libertad

Vicky Gastelo presenta su tercer disco, una autoedición de lujo con Carlos Raya, el productor galardonado por la gira de Fito y Fitipaldis

La historia no es nueva. Comienza como otras muchas historias felices. Sobre todo, para los que han tenido la suerte de saborear el resultado. Vicky Gastelo se enamoró de Chopin. Pidió un piano a sus padres. Una guitarra fue lo que le dieron. Así es Torrelavega (Cantabria), donde nació hace 34 años. Del principio al fin. El fin ocurrió hace poco en la habitación de un hotel de Extremadura. Se apagaron los aplausos del concierto y comenzaron los impenitentes ruidos de idas y venidas en la recepción, justo frente a la puerta de su dormitorio alquilado. Entonces llegó el insomnio con ecos de las grandes damas estadounidenses de la canción. Esas que venden millones de discos, que son respetadas y admiradas por lo que crean y no tanto por la longitud de sus piernas o el tamaño de su busto. A esa mujer emprendedora, formada en la música clásica y valiente se le aparecieron Joni Mitchell, Alisson Krauss, Patty Grifith y Shawn Colvin, a las que tanto admira y que se cuelan en sus letras y sus partituras sin que pueda evitarlo. "Será mi corazón / será este viejo hotel / que no hay amor / ni para intentarlo otra vez. / Seré yo, será él / Nos aplastó el miedo a perder.

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Cuenta Gastelo que le salió así "de entre el miedo, el cansancio, la soledad y cierto enfado". Como si estuviera escribiendo A case of you de Mitchell. "Será que se ha juntado todo / que lo quiero a mi modo / que empiezo a deber, no lo sé." Versos que terminaron en el primer sencillo de su tercer disco, En el fondo de los mares. Una demoledora canción titulada Será. Al otro lado de la línea telefónica se escucha una traducción construida con la materia prima del entusiasmo. "Es como dice mi amigo Quique González (músico que también vive en Cantabria): es como si tuviéramos un restaurante y nosotros hacemos la compra, lo abrimos, ponemos las mesas, atendemos a los clientes, nos metemos en la cocina y preparamos las viandas, luego las servimos acompañadas del vino, despedimos a los comensales, recogemos las mesas, fregamos los platos y el espacio y luego cerramos y nos vamos a casa". Esta es la larga metáfora de la autoedición de un disco. Gastelo necesita ser independiente. "Yo sólo quiero que hablen de mis canciones. Puede que a veces sean crudas, pero sé que no le debo nada a nadie, trato de ser lo más honesta que puedo". De esta manera, lo que se termina precipitando en sus discos es fruto de la mera catarsis.

Vuelta al principio. A la historia tantas veces contada. Mientras tocaba las partituras obligatorias para el piano, se le ocurrían letras que casaran con Bach, Beethoven y ese Chopin del que se enamoró. En el instituto se lió con una pandilla de amigos y montó una banda. Nada de ser una chica ye-ye. Qué va. Más que en Torrelavega, Gastelo debería haberse criado en Nashville, el santuario estadounidense de la música que más le gusta. Allí, entre los prados y las vacas, dos años consecutivos se presentó al concurso de maquetas de su pueblo. Ganó las dos ediciones. A los 17 y por su cuenta envió una de esas maquetas a una discográfica de las grandes. Llamaron para hacerle un contrato y entonces fue cuando se encontró con su madre. Las madres siempre quieren lo mejor para sus hijos, así que le aconsejó que estudiara. Ya sabemos lo que es el mundo de la música. Un imposible al alcance de muy pocos y, sobre todo, de muy pocos muchas veces con más carisma que talento.

Tres años contentó a su madre en un aula de la universidad. Se diplomó en magisterio y el mismo día que le dieron la última nota del último examen aprobado supo que había ganado la libertad.

Entonces se tiró a la carretera. Conciertos, conciertos, componer, conciertos, componer. Y ahorrar. Sus canciones las defendieron otras artistas como Marta Sánchez, Malú o Mónica Molina. Y ahorrar. Con sus derechos de autor y un anticipo se financió su primer disco. "Y así hasta ahora. En esta ocasión he tenido la suerte de contar con gente como Carlos Raya. Me lo dijo Quique. Le envié mis canciones y fueron ellas las que hicieron el milagro", afirma la cantante. El recién galardonado con el premio de la música al mejor productor por la exitosa gira de Fito y Fitipaldis sufrió el embrujo. El músico bajó drásticamente su caché para pintarle a las canciones de Gastelo unos paisajes sonoros imprescindibles. Para arropar sus melodías. El resultado no estará en las radiofórmulas, pero es emocionante.

"Es duro ser uno mismo tu propia discográfica, pero es casi la única forma de hacer tu trabajo con total libertad y honestidad. Pago yo todo, al productor, los ingenieros, los músicos, la promoción, los carteles, el disco físicamente, la gente que se ocupa de la web, de myspace, a la agencia de comunicación. Todo. Hasta un fotógrafo como Javier Salas también bajó el precio de su trabajo. Eso es un lujo. Es otra forma de pensar y en eso he tenido mucha suerte. Por eso sigo viviendo en Cantabria. No quiero que se me vaya la cabeza si entro en la típica espiral de la industria de la música. "Sólo quiero respetar la música", afirma. Y así es el vídeo de su primer single, Será. Una historia contada por los realizadores Daniel Iglesias y Zoe Berriatúa de la forma más aséptica posible. Sin un aspaviento, sin un efecto con una posproducción casi invisible. Podría decirse que es una canción digna de ser escuchada al menos una vez. Aunque solo sea por el titánico esfuerzo de su autora. "Será que el invierno es muy largo / que no hago pie en el barro / que estoy sola otra vez". El inevitable abismo de actuar en el trapecio de la música de calidad sin red.

La cantante Vicky Gastelo
La cantante Vicky Gastelo
Vídeo: DANIEL IGLESIAS y ZOE BERRIATUA

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