El decálogo del licántropo
Las diez películas que debes ver sí o sí para considerarte un seguidor de los hombre lobo español
'Las noches del hombre lobo', 1968
Waldemar Daninsky, o, lo que es lo mismo, el mito del hombre lobo reversionado por Paul Naschy, heredero latino de la tradición interpretativa de Lon Chaney, Bela Lugosi y Boris Karloff, tiene en su origen un misterio fundacional a la medida de su naturaleza apátrida y desarraigada: una película inacabada y perdida, Santo Grial de todo aficionado, cuyo director encontró una prematura muerte en accidente automovilístico.
'La noche de Walpurgis', 1971
La película que abrió la caja de Pandora del cine de terror español de los 70 y, de paso, convirtió a Jacinto Molina/Paul Naschy en icono exportable. No es difícil entender cuál era su toque de distinción dentro de la mitología licantrópica: la ferocidad de su Waldemar Daninsky, con su dentadura bañada en sangrse fresca, convertía, por contraste, a Larry Talbot en una figura casi mansa.
'El doctor Jekyll y el hombre lobo', 1972
El cóctel de iconos terroríficos -fórmula fundada por la Universal en películas como La zíngara y los monstruos- fue también una de las señas de identidad del cine de terror español de los 70: Naschy se desdobla en licántropo trágico y en Dr. Jekyll juerguista, en una propuesta irresistible que logra colocar al personaje de Stevenson en pleno Swinging London yeyé sin perturbar un desenlace romántico protagonizado por un Daninsky con el alma herida.
'El espanto surge de la tumba', 1973
El llamado terror de pipas español tuvo a menudo tras las cámaras a talentos con tan buen olfato comercial como sentido lúdico: era el caso de Carlos Aured, que aquí permitió a Naschy dar rienda suelta a su interés por una figura tan inquietante como la de Gilles de Rais para elaborar uno de los títulos mayores del fantaterror ibérico. En los mercados internacionales, el público pudo disfrutar de una versión más generosa en lubricidad.
'El jorobado de la morgue', 1973
Jacinto Molina calificó de “goyesca” esta macabra inmersión en los sótanos del humor negro y la morbosidad desaforada. Javier Aguirre, cineasta con doble vida entre los registros experimentales y el cine de género más popular, se entregó a un festival de excesos que el paso del tiempo no ha hecho sino enaltecer.
'La bestia y la espada mágica, 1983
La labor de Jacinto Molina como director de documentales abrió un interesante paréntesis japonés en su filmografía, en el que destaca esta ambiciosa co-producción que mezcla artes marciales y licantropía en una unión no necesariamente contranatura. La edad de oro del fantaterror ya había llegado a su fin, pero Daninsky se revelaba un superviviente nato.
'Latidos de pánico', 1983
Alaric de Marnac, el personaje de El espanto surge de la tumba, hace honor al título de la película de Carlos Aured para regresar de la mano de un Jacinto Molina que, como actor, director y guionista, se afirma como perpetuador de su propio mito y revitalizador de su culto, que, a estas alturas de su carrera, ya tiene un alcance prácticamente global.
'El aullido del diablo', 1987
Salvando las distancias, podría afirmarse que este es el Ocho y medio de Paul Naschy: o su auto-Ciudadano Kane. Ocho papeles encarna Paul Naschy -entre ellos, iconos tan clásicos como el Fantasma de la Opera o la criatura del doctor Frankenstein- en este tour de force con valor añadido para los cazadores de tesoros Z: incluye el debut cinematográfico de Malena Gracia.
'Licántropo', 1996
Tras casi diez años sin lucir colmillo y vello lupino, Naschy quiso revivir el mito de Daninsky en un trabajo que, en plena emergencia del nuevo cine de terror español, tenía algo de gesto extemporáneo, casi crepuscular. Quizás el tiempo sea generoso con una propuesta que nació modesta, pero que resultaba consecuente con la ética artesanal de un intérprete que, no obstante, invertiría no poca energía en adaptarse a los nuevos tiempos.
'Rojo sangre', 2004
Christian Molina, sin ninguna relación de parentesco con Jacinto Molina, quiso establecer un vínculo entre la tradición del fantaterror y la modernidad de los nuevos registros fantásticos en esta comedia negra de cine dentro del cine que, en cierto sentido, funcionaba como coda a El aullido del diablo, con abundantes guiños a la vehemencia personal y al talante a veces explosivo del legendario Naschy.
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