"Cantona no es el tipo agresivo que recordamos"
Ken Loach estrena hoy en España el filme 'Buscando a Eric', con el polémico futbolista inglés como actor secundario
Al cartero Eric Bishop le va de mal en peor. Ni sus amigos son capaces de levantarle la moral. Sus hijastros le hacen la vida imposible, su hija le pide que se haga cargo de su nieta y con eso recupera la relación -truncada radicalmente- con su primera esposa... Un día empieza a hablar con el póster de su ídolo deportivo, el ex futbolista del Manchester Eric Cantona, y éste le responde. Una aparición milagrosa.
Buscando a Eric es el nuevo filme de Ken Loach (Nuneaton, Inglaterra, 1936), una comedia en la que sin abandonar sus temas sociales el cineasta sí permite más risas de las habituales entre sus fieles. Como secundario de lujo, el auténtico Cantona, una figura sin parangón en el mundo del fútbol -si acaso, Juanito, el fallecido jugador del Real Madrid, podría acercarse al francés- por su mezcla de chulería, talento y amor a su equipo. Coescrito con su guionista habitual, Paul Laverty (En un mundo libre..., El viento que agita la cebada, Pan y rosas, Mi nombre es Joe o La canción de Carla), en el libreto de Buscando a Eric está una de las mejores frases de la temporada de cine, cuando el futbolista, para aclarar una pregunta del cartero, le mira fijamente y en su inglés con acentazo francés se autodefine: "I'm not a man, I'm Cantona [No soy un hombre, soy Cantona]". Como para hacerse camisetas. Esta semana Loach estuvo en Madrid promocionando el filme, viendo en la tele los partidos de la Champions y de cervezas con Laverty, que vive en Madrid.
Pregunta. ¿Cuál es su primer recuerdo futbolero?
Respuesta. Me acuerdo de ir con mi padre al estadio de mi pueblo. Era una ciudad pequeña, industrial, llamada Nuneaton, y teníamos abonos de temporada. Lo que más recuerdo era el olor de tabaco, porque entonces se fumaba mucho en los estadios. Yo tendría unos cinco años.
P. Paul Laverty, al que le encanta el fútbol, dice que su relación con este deporte ha cambiado mucho: ya no lo vive con tanta pasión y el fútbol inglés ha cambiado mucho.
R. Pues la mía sigue igual. Porque el equipo de mi ciudad natal era pequeño, y aún lo es. Alí no han cambiado mucho las cosas: siguen sin mucho dinero. El dolor por las derrotas y las alegrías por las victorias son las mismas. Y tampoco ha cambiado que sufro más que me alegro. La Premier Lague es otra cosa.
P. ¿Es cierto que fue Cantona quien se puso en contacto con ustedes para proponerles la historia?
R. Sí, y claro que pensamos que era una broma. Primero, porque es un icono en Inglaterra, y segundo, porque cuando le devolví la llamada nunca logré la conexión. Un año más tarde aparecieron dos productores franceses que me aseguraron que era cierto.
P. Tras conocer y trabajar con Cantona, ¿qué le ha sorprendido de la estrella francesa?
R. Más que sorprenderme, me agradó ver que es un hombre educado, agradecido, su personalidad está muy reflejada en el filme. No es el tipo agresivo que recordamos del fútbol, sino que en realidad es muy calmado y feliz por el amor que recibe de la gente. Es tan bueno como persona como te podías esperar. No decepciona como otras figuras, que vas a conocerlas ilusionadas y te llevas un chasco. Eric Cantona es único, no podíamos hacer este filme con otra persona.
P. Ha sido su primer rodaje con paparazzi cerca.
R. Molestaban un poco al principio de cada jornada. Pero no fue una gran molestia, hacía sus fotos y se iban. Tampoco aumentó mucho el tamaño del equipo. Sí cambió cuando filmamos en la calle, pero Eric firmaba algunos autógrafos y la cosa se calmaba.
P. ¿Es cierto que en el primer plano que tienen juntos el cartero [Steve Evets] y Cantona, usted escondió a Cantona hasta que dijo acción, para sorprender al actor? Es cinema verité un poco salvaje.
R. Sí, pero funcionó [risas]. Su sorpresa es real y su estómago brincó. Le escondimos detrás de una pantalla negra. Lo más curioso es que Cantona es muy grande; la habitación, muy pequeña y no lo pilló. Le dijimos a Steve que saliera un momento de la habitación para cambiar las luces, pusimos a Eric detrás de la pantalla, Steve volvió y ¡acción! Eso dio realidad a la toma.
P. En su filme habla de nuevo de la amistad masculina, una constante en su carrera.
R. Me interesa mucho la hermandad que surge entre la gente que trabaja junta. En Inglaterra esas amistades se basan en el humor, en reírse mucho de sí mismos, de ponerse apodos, y burlarte de tus debilidades. Aquí pasará igual, ¿no?
P. Aquí nos reímos poco de nosotros mismos.
R. Pues en Inglaterra el cimiento es la risa, la coña burlona.
P. Es usted un cineasta de éxito en España. ¿Aún le sorprende?
R. Muchísimo, y toco madera porque siga así [y lo hace] y se repita. Es muy difícil entenderlo. Cuando ruedas lo haces con un grupo pequeño, que podrá o no opinar en la filmación... y meses después alguien ha visto tu trabajo doblado en otro idioma y te lo agradece. Es asombroso.
P. ¿No se siente sólo haciendo este tipo de películas?
R. No, es muy, muy... Mira, llevo tantos años trabajando que he estado de moda y he dejado de estarlo ya tres o cuatro veces. Y no sé cuándo o por qué me va a pasar de nuevo.
P. Su nuevo trabajo, Route Irish, es meterse en otro jaleo. De telón de fondo está la guerra de Irak
R. Tanto Paul como yo pensábamos que teníamos algo que decir y que había múltiples historias en la guerra. Acabo de finalizar el rodaje. Veremos cómo queda. Cruzo los dedos. Espero que sea al menos sorprendente.
Babelia
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