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Una vida musical de novela

Una exposición y un ciclo de conciertos conmemoran en Barcelona el centenario de Isaac Albéniz

Isaac Albéniz y su hija Laura.
Isaac Albéniz y su hija Laura.

Gracias a él la música española recuperó la dimensión internacional que tuvo durante el Renacimiento. Y es que Isaac Albéniz (1860-1909), fundador junto con Enrique Granados y Manuel de Falla del "españolismo musical internacional contemporáneo", según denominación del musicólogo e historiador Adolfo Salazar, fue el guía que abrió las puertas de la música española a Europa creando puentes entre el norte y el sur y anticipando desde el romanticismo musical del siglo XIX los nuevos estilos musicales del siglo XX. Su trayectoria humana, una apasionada vida llena de aventuras propias de una novela, y artística son revisitadas desde en la exposición Albéniz, un modernista universal, un homenaje al músico nacido en Camprodrón (Ripollès) en el centenario de su muerte, que se presenta en el Museo de la Música de Barcelona hasta el 27 de julio próximo.

La exposición, que itinerará por España tras su exhibición en Barcelona, se nutre de fondos propios del museo, que cuenta con la colección pública más importante de documentos y objetos de Albéniz, según explica su director y comisario de la exposición, Romà Escalas. Cartas, recortes de diarios de la época con críticas de sus conciertos, fotografías, partituras, condecoraciones, objetos personales, documentos oficiales y su piano, un Rönisch de cola negro que exhibe la firma del propio músico. Un material que la nieta de Albéniz, Rosina Moya Albéniz, donó al Museo de la Música de Barcelona en 1976 con la voluntad de que "la obra de Albéniz quede custodiada en una institución que la conserve y la mime con lo haría yo misma", declaró cuando hizo la cesión.

Que Isaac Albéniz fue un compositor popular en su época da fe la impresionante imagen del multitudinario cortejo fúnebre que el 6 de junio de 1909 abarrotó las calles de Barcelona siguiendo el féretro con sus restos camino del cementerio con que se abre la exposición. Dicha imagen es pórtico y final de un recorrido por una vida musical de novela que vio la luz en Camprodón el 29 de mayo de 1860, época en la que el repertorio de salón dominaba la vida musical española.

Hijo de un jefe de aduanas que se trasladó a Barcelona cuando Albéniz apenas tenía un año, el pequeño Isaac se introdujo en el mundo del piano de la mano de su hermana Clementina y a los cuatro años ya tocaba en público. Enviado por su padre a París para proseguir sus estudios, no fue admitido en el conservatorio por ser considerado demasiado inmaduro. De regreso a España, siguió exhibiéndose como niño prodigio hasta que a los 10 años se escapó de casa por primera vez. No fue la única; a los 12 años se embarcó como polizón en un barco rumbo a Argentina. Y volvió a fugarse para ir a Puerto Rico, Cuba y Estados Unidos, donde hizo de todo, incluso de cargador de muelles y maletero, para sobrevivir. De regreso en Europa se fue a Leipzig para seguir estudiando piano y en 1876, becado por el rey Alfonso XII, viajó a Bruselas, en cuyo conservatorio se graduó 1879 e inició una prolija carrera de virtuoso del piano y empezó a componer.

No sentó la cabeza, aunque no del todo ya que se llegó a arruinar jugando a la bolsa, hasta que se casó, en 1883, con Rosina Jordana y se cruzó en su camino Felip Pedrell. Fue éste, maestro también de Granados y Falla, quien le animó a utilizar la música española como fuente de inspiración.

Y es esa fuente de inspiración con la que, en palabras del comisario de la exposición, Albéniz "proyecta y dimensiona internacionalmente la música española a partir de fuentes vinculadas a la expresión popular". Una obra en el que el piano tiene un papel principal pero que también incluye óperas, seis, más de una docena de canciones así como diversas composiciones para orquesta y música de cámara. Algunas de estas partituras, así como las de compositores del entorno de Albéniz configuran la programación del ciclo de nueve conciertos con lo que el Auditori de Barcelona, donde el Museo de la Música tiene su sede, homenajeará al compositor catalán a lo largo del año.

Imagen del cortejo fúnebre que siguió por las calles de Barcelona el féretro de Albéniz camino del cementerio.
Imagen del cortejo fúnebre que siguió por las calles de Barcelona el féretro de Albéniz camino del cementerio.ARCHIVO DEL MÚSEO DE LA MÚSICA DE BARCELONA

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