Vaivén de caderas
Hasta 50.000 personas se reúnen en las calles de la ciudad para bailar en la fiesta iberoamericana
Hugo es un cubano de 25 años con un rostro apuesto y un cuerpo musculado. Lleva en España exactamente 15 días. De ellos ha salido por la noche "casi la mitad". No quiere ofrecer mucho más datos: sólo que se aloja en casa de un amigo y que hoy lunes empieza un trabajo como camarero. Son las 19 h. y va un poco achispado. Al bailar, mueve las caderas como sólo en su país saben hacerlo. Imposible seguirle. A su lado, una chica española a la que llama constantemente "presiosa" intenta llevar, inútilmente, su ritmo caderil. Ella arrastra un mini de cerveza en la mano. Tiene toda la pinta de ser un ligue de la noche del sábado. La escena la contempla el Mc Donald's que ocupa la esquina de la glorieta de Carlos V, en Atocha. El mejor representante de la América rica observa con envidia cómo se lo están pasando Hugo y miles de latinos. Ecuatorianos, colombianos, brasileños, argentinos, dominicanos... Todos celebraron ayer el acto final del festival VivAmérica, denominado La Marcha.
El plan fue de lo más original. Cinco camiones efectuarían el recorrido, a 10 por hora y con paradas, desde Atocha a la Puerta de Alcalá. En la parte de arriba de los vehículos se instalarían agrupaciones musicales latinas, que interpretarían su música bullanguera. O sea, una especie de concierto rodante. Como plato fuerte del programa, la estrella brasileña Daniela Mercury, reina del carnaval de Bahía, y los cubanos Orishas, el grupo que mejor interpreta el hip hop cubano. Más de 50.000 personas movieron, unos mejor que otros, la cintura durante las cuatro horas y media que duró la jornada.
Pero ¿qué es VivAmérica? Un escaparate de la cultura iberoamericana que ayer cumplió su segundo año de vida. Se celebra coincidiendo con el 12 de octubre, Día de la Hispanidad en España y Día de la Raza en la mayoría de los países latinoamericanas. El acto callejero de ayer fue el más multitudinario de un festival que desde el 6 de octubre ha acogido mesas redondas, cine, teatro, tertulias políticas o lectura de poemas. "Es la gran fiesta de la diversidad iberoamericana", apuntan desde la organización de VivAmérica, una iniciativa de la Casa de América.
A las 17, hora de inicio de La Marcha, el Paseo de Recoletos lucía invadido de banderas de países iberoamericanos. Ganaban con diferencia las ecuatorianas, brasileñas, colombianas y dominicanas. La pareja brasileña Wolgan Dos Reis, 33 años, y Marcella Vasconcelos, 35, inflaban globos de colores amarillos y verdes (los de su país) mientras esperaban la actuación de su compatriota Daniela Mercury. "Llevamos viviendo en Madrid un año y medio y estamos bien. Yo soy relaciones públicas de una discoteca y ella limpia en casas. No nos va mal. Creo que nos vamos a quedar mucho tiempo", relataba Wolgan. Cerca de ellos, Margarita San Martín, ecuatoriana de 51 años, portaba una caja con bolsitas de algo amarillo. Costaba reconocer de qué se trataba. "Es mango. De lunes a viernes cuido de una persona mayor y los fines de semana vendo mango en la Casa de Campo, o en fiestas como ésta", relata la bonachona Margarita, que tiene en Madrid a una hija y a tres nietos. Margarita termina todas sus frases con puntos suspensivos: "Me vine a España porque mi país es muy pobre y.... Venderé todo el mango si dios me ayuda y...". La bolsa de fruta tropical (por cierto, exquisita) costaba 1'5 euros.
Hernando Osario, colombiano de 52 años, zarandeaba la cintura ante la festiva música de los canarios Son 21, que se hacinaban en el camión con sus trompetas y percusiones: "Llevo aquí ocho años y vivo de una pequeña empresa de limpieza. Lo importante de esta fiesta es recalcar que hay sólo una nación, que es la Tierra. ¿Complicaciones de integración? Con la gente joven, ninguna. Sin embargo, todavía hay algunos adultos españoles a los que les cuesta aceptarnos y te dan con la puerta en las narices".
Entre los camiones musicales se intercalaban agrupaciones folclóricas a pie. Y la gente, todas las nacionalidades mezcladas, ocupaba el asfalto en un continúo vaivén de caderas. Bonito espectáculo. Hoy lunes, en ese mismo lugar, los coches, los atascos... de vuelta a la realidad.
La reina de Recoletos
"Arriba Latinoamérica y que viva la madre patria, España", gritó uno de los vocalistas, gorra y gran reloj dorado, de los dominicanos Los Hermanos Rosario desde uno de los escenarios instalados en la parte de arriba de un camión. Justo delante, ya en el asfalto, un grupo de dominicanos vestidos como hiphoperos estadounidenses bailaban y aullaban. El recorrido fue una desorganización organizada. No había vallas y la gente bailaba rodeando los escenarios motorizados. El sonido era perfecto y la visibilidad ideal (que aprendan la mayoría de las salas de conciertos madrileñas). La nota rockera la pusieron los valencianos de La Pulquería con su ska-punk. El escándalo era tal que dos voluntarios tenían que sujetar los amplificadores para que no se cayeran por la vibración. La reina de La Marcha fue una motivadísima Daniela Mercury. La brasileña, con un vestido rojo escotado y unas botas negras, no paró de agitarse durante todo el recorrido. La escoltaban cuatro bailarinas y hasta 10 músicos. Todo esto, en lo alto de un autobús. Un delirio. Cuando la reina de Salvador de Bahía interpretó una versión utrarrápida de País tropical, del Jorge Ben, el Paseo de Recoletos parecía bambolearse, edificios incluidos. Hasta los turistas italianos, franceses o finlandeses que salían de ver a Goya en el Museo del Prado se marcaron unos bailecitos.
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