Puerta grande para José Tomás
El torero de Galapagar corta cuatro orejas en su vuelta triunfal a Las Ventas
La vuelta de José Tomás a Las Ventas, seis años después, ha cumplido las expectativas levantadas. El torero de Galapagar, ídolo para unos, temerario para otros, ha abierto la puerta grande del coso madrileño. A cada uno de los dos toros de la ganadería de Victoriano del Río les ha cortado las dos orejas. El diestro de Galapagar ha compartido cartel con Javier Conde y Daniel Luque, que confirma alternativa. El Rey y su hija la Infanta Elena han asistido como espectadores desde una barrera del tendido uno.
El primer toro de José Tomás se ha llamado Dakar, pesa 525 kilos y es negro bragado. Comenzó la corrida con algunos enganchones en el capote. Tras el primer puyazo, hubo algunas protestas por el toro.
El maestro no ha brindado el primer toro al Rey. Tomás ha dado varios pases, y después se ha ido a los medios. Se vuelve a enganchar el trapo y vuelve mejor en una segunda tanda por el derecho. A pesar del viento, aguanta. En esta primera faena alterna enganchones con ratos muy buenos de toreo. La plaza ya se había entregado en este primer toro hasta ponerse en pie.
Sin embargo, en algunos momentos Tomás se ha atracado de toro. Al final ha matado de media estocada y el público pidió la oreja, pero se le conceden dos.
'Comunero'
Su segundo toro de esta tarde histórica se ha llamado Comunero, al que ha recibido de nuevo con enganchones con el capote. Además ha puesto al toro mal en suerte para el caballo. Sin embargo, mide el castigo el picador y el toro responde bien.
Tomás tampoco ha brindado su segundo toro, su faena comienza con cinco estatuarios sin moverse del sitio. La plaza se vuelve loca y el de Galapagar se va a los medios con la derecha. El toro no ha estado sobrado de fuerza, sigue por el pitón derecho. Tomás torea bien por bajo, después han llegado los naturales, unos muy cruzados y otros muy al hilo. La plaza le grita "¡torero!".
Antes de matar, ejecuta naturales a pies juntos, lo que ha provocado que el toro se raje. En este segundo, recibe un aviso, pero mata en la suerte de recibir. La estocada hace que la plaza pide el trofeo y finalmente se le conceden de nuevo dos orejas y la plaza se vuelve loca.
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