La magia y el empaque
Permitan la licencia: Morante desprende magia, y Cayetano es el empaque. Así dicho, queda un poco cursi, pero bonito. Dos toreros tocados por la mano de Dios. Uno, por eso, porque es un mago y emboba al personal, y el otro, por su elegancia. Por algo desfila con Armani.
¿Toreros? Sí, claro que sí. Toreros del siglo XXI, para toros artistas, bondadosos y bobalicones; toreros de salón, inspiración pura, frágiles, pero también arrebatadores para un público sentimental, de lágrima fácil y la carne de gallina.
Morante se envalentona en Las Ventas. Allá que se fue a por su segundo toro y lo llevó al caballo con un galleo por chicuelinas que supo a orfebrería pura. ¡Ya se pué cortá la coleta...!, dijo uno; ¡Que mate ya al toro!, apostilló otro. Pero Morante, ni caso. Se dirigió al centro del ruedo y allí soñó cuatro verónicas y una media, de esas que sólo pueden trazar los toreros embrujados, de esas que hay que verlas o, en su caso, imaginarlas, porque no se pueden contar. La plaza entera se emocionó con razón. Cosas así no se ven todos los días.
Cuvillo, Morante, Manzanares, Cayetano
Cuvillo / Morante, Manzanares, Cayetano
Toros de Núñez del Cuvillo -el sexto, devuelto-, mal presentados, flojos, cumplidores en el caballo, nobles y descastados; el sobrero, de Victoriano del Río, justo de presencia, noble y con clase.
Morante de la Puebla: bajonazo (bronca); estocada baja (oreja).
José María Manzanares: estocada y un descabello (silencio); estocada (silencio).
Cayetano, que confirmó la alternativa: estocada (ovación); pinchazo, estocada -aviso- (oreja).
Plaza de Las Ventas. 4 de junio. Corrida de la Beneficencia. Lleno. El rey Juan Carlos asistió desde el palco real.
Morante y Cayetano son toreros del siglo XXI, para toros artistas y bobalicones
Unos ayudados por alto, un recorte y otro de pecho, y se anuncia faena grande. Una trincherilla, dos derechazos largos, pero... falta confianza y unidad y ligazón. Un molinete y un estatuario, pero aquello no es lo esperado y se enfrían los ánimos. Ohhh...
No le gustó a Morante el primero. Ya tenía cara de pocos amigos cuando se lo brindó al Rey. Pases de tanteo, le quita las moscas al toro y monta la espada. La plaza es un griterío y un feo bajonazo encrespa aún más los ánimos. ¿Por qué se enfadará la gente si el toro no sirve?, parece preguntarse Morante mientras mira al tendido con un rictus de sorpresa. ¿No sirve o no le sirve?
Pero no acabó ahí la cosa. Psss... Silencio. Morante se dispone a hacer un quite al sexto. Una, dos y tres chicuelinas con las manos muy bajas, armonía en esencia, y una media que quita el sentío... Y le responde Cayetano. "Silencio, señores, por favor", ordenan en el tendido. Se echa el capote a la espalda y las gaoneras surgen preñadas de plasticidad, aunque alborotadas. Un momento, este doble quite, para el recuerdo. Le brinda ese toro a su apoderado Curro Vázquez, y desgrana una faena de altibajos con un toro de carril, mejor por el lado derecho que por la zurda, con pases de pecho extraordinarios, y una tanda última de muletazos hondos y largos. No fue una labor para entusiasmar, pero sí para dejar el sello de un torero distinto, al que Madrid recibió como a un hijo. Eso sí, se tiró a matar de verdad y pinchó antes de cobrar una gran estocada. No acabó, sin embargo, de cogerle el aire a su primero, que también era noble, pero codicioso, y la codicia descoloca a los artistas.
Magia y empaque. Y algo más: un 10 de los taurinos para los que eligieron la corrida: en el límite de fuerzas, de trapío, de bravura, de casta y de raza. En otras palabras: una corrida basura para artistas de hoy. Toritos recortaditos que daban lástima, de bondad monjil y andares educados -quítese, señor Morante, que me toca a mí-. Magia y empaque, pues, pero con truco. El truco del toro artista que ha degenerado una fiesta de toreros valientes y toros con trapío, poderosos y encastados. Pero éste es el toreo de hoy, el que emboba a casi todos y permite que las figuras sean modelos de Armani.
Menos suerte tuvo Manzanares, que pasó de puntillas por la invalidez y sosería de su lote. Allí anduvo toreando de salón y no dijo nada. Pero muchos aplaudieron, aunque se duda seriamente que supieran por qué.
Dicen que Madrid salió toreando: cualquier día le cortan las orejas al carretón de entrenamiento...
Babelia
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