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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Con flecos y a lo loco

Adam Green se presentó ayer en Madrid tan pletórico como acertado

Crack y caballero. Así se presentó ayer en Madrid un Adam Green tan pletórico como acertado, llenando la sala Heineken un lunes noche. Vestido en vaqueros y con una camiseta de enormes flecos blancos, despeinado, con cara de loco y una banda con dos coristas incluidas.

Habla en todo momento en un castellano de cincuenta palabras donde diez son palabrotas, y va presentando temas de su quinto trabajo en solitario, Sixes and sevens. Antes, la dulce y sorprendente Laura Marling había enganchado al público, que ahora bota con Dance with me, el tema con el que se despidió Green en su última visita a la capital en el Summercase de 2006.

Va enlazando y mezclando canciones de sus discos anteriores, Emily y Friends of mine. Los músicos van entrando y saliendo del escenario, incluso toca un tema a solas con la que parece su novia. Su castellano, acelerado e incoherente, recuerda al del Dean Moriarty de En el camino. "Sí, sí, sí, sí, vamos, vamos, esta es una canción de chicos y también chicas".

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Y él sigue a lo suyo con Festival song o Broadcast Beach. Se agita, baila, se rompe en dos y sigue bailando, riéndose en unos casos de él mismo y en otros del resto. "Cabrones, sois todos muy cabrones, sí, sí, sí, paella". Sigue con Choke on a cock o Gemstones, en la que abandona el escenario para cantar entre un público emocionado. Lo suyo es el caos, el desorden, las risas. Sus conciertos son tan divertidos para él como para los asistentes.

En el camino de vuelta al escenario recoge el cartel de una chica. Lo lee entre risas. "¿De quién es esto? Sube, sube, sí, tú, amiga". Sube a una chica al escenario. "Ahora vas a tocar", sentencia. Le cuelga una guitarra del hombro y se arrancan a tocar lo dos. Él en acústico, ella desenchufada. La chica se arranca, pide palmas, se tira al suelo. Viva Warhol y sus quince minutos. Le da un beso y la devuelve a la masa con la mayor sonrisa de la noche. "¡Este tío es un crack!", grita una chica cordobesa que reconoce que es su nuevo muso, mientras el neoyorquino aporrea la guitarra tocando el que fue su primer hit, Jessica Simpson, y vuelve para los bises despidiéndose con otro de sus temas más aplaudidos, Babys gonna die tonight.

Se quedaron algunas por sonar, como Nat King Cole o I like drugs, pero fue suficiente, de sobra para un lunes que rozaba la medianoche y que poco a poco volvía a la calma tras el huracán verde.

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