Chile inaugura su 25ª edición de la feria del libro con España como país invitado

Los ministros de Cultura de Chile y España, José Weinstein y Carmen Calvo, respectivamente, inauguraron en la noche del miércoles la Feria Internacional del Libro de Santiago, en un acto ante unos 500 invitados, al que asistió el presidente Ricardo Lagos y en el que hubo referencias a escritores y poetas que han estrechazo los lazos entre ambos países, desde Alonso de Ercilla y Zúñiga, pasando por el Neruda de España en el corazón, hasta el ganador del Premio Cervantes, Gonzalo Rojas. En el año del Quijote, España participa como invitado especial.

Considerada una de las cinco mayores de América Latina y el principal encuentro cultural del país, la Feria del Libro de Santiago celebra esta 25 edición por todo lo alto: 260 actividades, 130 autores e intelectuales invitados, 29 de ellos de otros países, la exposición de unos 150.000 libros y jornadas profesionales de la industria editorial y educativa. El encuentro permite un examen instrospectivo del sector a sus actores y es una fiesta ciudadana a la que asisten cerca de 200.000 visitantes en sus trece días.

Las bodas de plata de esta feria tienen lugar en un momento en el que librerías y editoriales salen de un periodo bajo de actividad. El sector movía 200 millones de dólares a finales de los noventa, y en la actualidad 110 millones.

El presidente de la Cámara Chilena del Libro, que agrupa a editoriales y librerías, Eduardo Castillo, responsabilizó en la jornada inaugural al IVA de 19% que se aplica a los libros —el mismo porcentaje se aplica parejo a todas las ventas—, uno de los más altos del mundo, que contrasta, por ejemplo, con el 4% de España, y a la elevada piratería, que implica pérdidas por cerca de 25 millones de dólares cada año al sector.

Una reciente encuesta de consumo cultural arrojó que el 60% de los chilenos no lee libros y el 15% no tiene siquiera un libro en sus hogares, a pesar de que en muchos de esos hogares hay televisión. "Un título que vende sobre mil ejemplares en Chile pasa la barrera del sonido", dice el director de una editorial internacional. Las cifras sorprenden en una de las economías que crece con más vigor en América Latina. El pequeño tamaño del mercado, con menos de 150 librerías y puntos de venta en todo el país, es otra de las causas.

El presidente de la Asociación de Editores, que agrupa a los editores más pequeños, universitarios e independientes, Paulo Slachevsky, critica que las compras de libros por parte del Estado son bajas, salvo en los textos escolares. Y denuncia la creciente "pérdida del valor del libro como símbolo, reemplazado por una tecnoutopía del computador".

Todos los implicados en el sector editorial han trabajado en la construcción de una política del libro, que contempla un plan de lectura, más bibliotecas, programas de fomento y mayores compras por parte del Estado. El ministro de Cultura, José Weinsten, arrancó aplausos al anunciar que esta política contempla que los recursos que el Estado capta mediante el IVA a los libros serán reintegrados a través del fomento de la lectura.

"Por país de poetas se os conoce afuera", afirmó la ministra Calvo, al evocar a Gonzalo Rojas, que en su poema La Palabra declama: "Un aire, un aire, un aire, / un aire, / un aire nuevo: / no para respirarlo / sino para vivirlo". Calvo, que recorrió los múltiples vasos comunicantes entre la literatura de España y Chile, dijo apostar por el diálogo, "el humus de la ciudad democrática", y se apuntó entre quienes creen en la filosofía de "más libros, más libres".