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Reportaje:

El cine más 'underground' de París

La policía francesa halla en un túnel de la capital una sala de cine completamente equipada

Cuatrocientos metros cuadrados, "como un anfiteatro", palcos, butacas, una enorme pantalla de cine, viejas cintas de los años 50 y películas recientes, material de proyección, un restaurante completamente equipado, con botellas de whisky y hasta una olla a presión para hacer cuscús... y no se trata de una de las decenas de salas de cine que salpican el boulevard Montparnasse o los Campos Elíseos. Este es el increíble hallazgo con el que se ha topado en una cueva, a 18 metros bajo tierra y en el selecto distrito 16, la brigada de policía francesa que se encarga de supervisar los casi 280 kilómetros de túneles que recorren París.

'Zona de obras. No pasar', rezaba un cartel en uno de los túneles bajo las alcantarillas del Trocadero. La gendarmería cruzó la zona supuestamente prohibida y se encontró con una mesa y un circuito cerrado de televisión que se activaba en el momento en el que alguien cruzaba la cámara. Simultáneamente, se ponían en funcionamiento unos altavoces que reproducían ladridos de perro. "Todo diseñado para asustar a la gente", asegura uno de los agentes que atravesó esta suerte de recepción para encontrarse con la misteriosa sala.

"Dos esvásticas pintadas en el techo, cruces celtas, estrellas de David... No creemos que sean grupos radicales, tal vez se trate de alguna sociedad secreta", cuenta el agente en declaraciones a The Guardian, el rotativo británico que se hace eco de esta información, "la verdad es que no tenemos ni idea", admite.

Lo que es seguro es que todo estaba en funcionamiento, montado por profesionales, con un sistema eléctrico en perfecto estado y líneas de teléfono activadas. Tres días después del hallazgo, la policía regresó a la sala acompañada de miembros de la compañía eléctrica francesa para determinar de donde procedía exactamente la electricidad. Nueva sorpresa: "No tratéis de encontrarnos". Otro cartel y la electricidad cortada.

Y es que "no tenemos ni idea de lo hay ahí abajo". Eso asegura Patrick Alk, un fotógrafo que publicó un libro sobre grupos que aparentemente utilizan las cloacas parisinas como lugar de reunión. Sobre el descubrimiento, asegura que es "una pena, pero no es el fin del mundo", porque "hay decenas más."

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