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El dominical francés de referencia desafía con una huelga su derechización en pleno cambio de propiedad

Tras adquirir Vivendi el moderado ‘Journal du dimanche’, la propiedad nombró en junio como director a Geoffroy Lejeune, identificado con la ultraderecha. El Parlamento prepara una ley para evitar que se repitan casos similares

Journal du Dimanche (JDD)
Trabajadores del Journal du Dimanche (JDD) se manifiestan en el exterior del edificio de la Redacción el 5 de julio.ALAIN JOCARD (AFP)
Marc Bassets

Francia es un país de huelgas, pero una huelga en un periódico y tan larga como la de este verano en el Journal du dimanche es poco habitual. El impacto resuena más allá del mundo de la prensa y tiene consecuencias políticas. El Journal du dimanche, dominical de referencia conocido como JDD, lleva cuatro semanas sin publicarse. El próximo domingo, si nada lo remedia, será el quinto consecutivo en el que los franceses no lo encontrarán en los quioscos. Nunca había ocurrido.

El motivo de la huelga, apoyada por el 98% de la redacción y que ya dura 29 días, es la oposición de los periodistas del Journal du dimanche al nombramiento de Geoffroy Lejeune como nuevo director. Lejeune (Aviñón, 34 años) era hasta hace unas semanas el director de Valeurs Actuelles, revista identificada con la derecha radical y condenada el año pasado por injuria de carácter racista.

El JDD es propiedad del grupo Lagardère, cuya adquisición por parte del grupo Vivendi está pendiente del visto bueno definitivo de la Comisión Europea. Vivendi, en manos de la familia del empresario conservador Vincent Bolloré, es propietario de un 11,79% de acciones de Prisa, editora de EL PAÍS.

Un grupo de diputados que va de la extrema izquierda hasta partidarios del presidente, Emmanuel Macron, y el centroderecha presentó esta semana una proposición de ley para evitar que se repitan casos como el del Journal du dimanche. La ley daría a los periodistas de un medio el derecho a vetar el nombramiento de un nuevo director. Si el propietario rechazase someterse a esta norma, perdería las cuantiosas ayudas públicas que la prensa recibe en Francia o, en el caso de una emisora de radio o televisión, el permiso para emitir por vía hertziana terrestre o TNT.

“No es una propuesta simbólica: dará a los periodistas una carta para defender su deontología”, dice en un café junto a la Asamblea Nacional la diputada de izquierdas Sophie Taillé-Polian, promotora de la proposición de ley. “El señor Bolloré compra cabeceras que son marcas, con un reconocimiento y unos lectores, y las transforma para ponerlas al servicio de sus objetivos políticos”.

Acusado de promover una ideología de extrema derecha en Francia, Bolloré afirmó en una comparecencia en el Senado en 2022 que el interés de su grupo “no es ideológico”, sino “puramente económico”, y se definió como “democristiano”. Añadió que él no tiene poder para nombrar a los periodistas en sus medios. Ese mismo año, se jubiló y oficialmente cedió el timón del grupo a sus hijos Cyrille y Yannick.

Una portavoz de Vivendi declaró por correo electrónico sobre el cambio en la dirección del JDD y la huelga: “Vivendi no hace ningún comentario. Esto concierne al grupo Lagardère, cuyo control no tenemos”. Para la empresa es importante subrayarlo.

La Comisión Europea aprobó a principios de junio la compra de Lagardère por Vivendi, pero bajo la condición de que Vivendi se desprendiera del grupo editorial Editis y la revista del corazón Gala. Hasta que estas ventas no se concluyan, la opa no podrá ser efectiva. Vivendi espera que esto ocurra antes de final de octubre.

Hay más. Después de aprobar la opa, la Comisión Europea anunció que examinaría si Vivendi ha cometido una infracción al actuar como propietario antes de que la absorción de Lagardère estuviese autorizada y fuese efectiva. El nombramiento de Lejeune, si se demostrase que fueron Vivendi y Bolloré quienes lo decidieron, indicaría que existió tal infracción.

Un portavoz de Lagardère declaró sobre Lejeune y la huelga: “No hacemos comentarios”. Más allá de la cuestión empresarial, hay un trasfondo político. En la Asamblea Nacional, solo la derecha de Los Republicanos, partido hermano del PP en Francia, y la extrema derecha de Marine Le Pen se han desmarcado de las iniciativas solidarias con la redacción del dominical.

Los críticos con Bolloré le acusan de entrar como un elefante en la cacharrería cada vez que se hace con el control de un medio. Citan, entre otros casos, el desembarco en Canal+ y la huelga en 2016 en la cadena iTélé, que acabó con la marcha de la mayoría de periodistas y su transformación en la actual CNews. Esta cadena, calificada a veces como la Fox News francesa, fue una plataforma para el lanzamiento de la fallida campaña a la presidencia de Francia en 2022 de quien entonces era su tertuliano estrella, Éric Zemmour. Las diatribas de Zemmour, amigo de Lejeune, le merecieron condenas por injurias racistas o provocación al odio.

“Hay una transgresión que no es legal, sino intelectual, casi ideológica”, decía el 27 de junio Pierre Haski, presidente del Consejo de Administración de Reporteros sin fronteras, en el teatro parisino donde se celebraba un acto en defensa de la independencia del JDD. “El JDD”, añadió, “siempre ha sido un periódico familiar, más o menos entre el centroizquierda y el centroderecha, dependiendo de las épocas, y hoy sin duda un poco más cercano a Macron. Ahora vemos cómo desembarca allí alguien que ideológicamente se sitúa en una franja muy extrema del espectro político. Es una especie de atraco intelectual e ideológico por parte de un sector pequeño de la opinión, porque estamos hablando de personas a la derecha de Marine Le Pen”.

En defensa del nombramiento de Lejeune, se argumenta que el propietario de un medio tiene derecho a nombrar a quien quiera. “Este sistema quizá sea criticable, pero no se ha encontrado otro mejor”, escribe en la revista Causeur la periodista de derechas Elisabeth Lévy. “El modelo [del diario soviético] Pravda de una prensa de Estado, que parece hace soñar a tantos colegas, es poco envidiable”.

La economista de izquierdas Julia Cagé replica el argumento sobre el libre mercado que, si un magnate compra un restaurante, por supuesto puede nombrar al chef que desee. Pero es distinto un periódico que recibe ayudas públicas o una tele o una radio que disfruta de una licencia. “Un medio de comunicación no es una empresa como cualquiera”, decía Cagé este miércoles, durante una concentración en París en solidaridad con el JDD. “Es una empresa con derecho a un apoyo público porque se supone que produce información de calidad e independiente.”

Lévy esgrime también un argumento ideológico: “Acostumbrados durante tiempo a dominar el campo mediático-intelectual sin encontrar resistencias, los pretendidos progresistas dedican un odio desacomplejado a la libertad y al pluralismo. Aman la diversidad, salvo la diversidad de ideas”.

En el JDD, la opinión no ocupa un papel destacado. El temor en la redacción es que, visto el periodismo que ha practicado Lejeune en el pasado, y la experiencia de CNews, el JDD acabe siendo un órgano de opinión, y ya no de información.

Al presentar la decisión el 23 de junio, Arnaud Largadère, presidente del grupo del mismo nombre, declaró: “Geoffroy es un talento en bruto del periodismo francés que no podíamos perder”. Unos días después Lagardère se reunió con la redacción. Una periodista, que pidió anonimato, explicó que el propietario negó que la decisión la hubiesen tomado Vivendi o Bolloré, y prometió que el JDD nunca sería Valeurs Actuelles. Cuando alguien le preguntó si alguna vez había leído Valeurs Actuelles, según la periodista, el patrón respondió: “Nunca”.

Los periodistas reclaman que se anule el nombramiento de Lejeune, además de garantías jurídicas para preservar la independencia de la redacción. Al nuevo director se le ha visto algún día por la redacción, pero no tiene despacho ni nadie con quien hablar, apenas un “buenos días” cuando se cruza con algún redactor en el ascensor.

Hay una hucha para los huelguistas que ha recaudado más de 70.000 euros. ¿Y después? “Pese al riesgo financiero, la redacción sigue muy unida y muy determinada”, decía durante la manifestación del miércoles una periodista del JDD, Sarah Paillou. En las pancartas se leía: “Viva la prensa libre”, “informar no es de derechas ni de izquierdas”, “apoyo al JDD, contra Bolloré”. ¿Cuánto durará la huelga? “Tanto como sea necesario”, respondió Paillou.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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