Uno de cada seis españoles respiró en 2022 un aire muy contaminado que supera los límites legales
El cambio climático y el aumento del tráfico tras la pandemia impulsan un repunte en la polución en España, según un informe de Ecologistas en Acción
Unos 7,6 millones de españoles, es decir, el 16% de la población (o uno de cada seis), respiró durante 2022 un aire muy contaminado que superó los límites legales de la UE. Se trata de dos millones más de personas que las que padecieron esta situación el año anterior, lo que según un informe de Ecologistas en Acción publicado este martes —que analiza 780 estaciones de medición oficiales— se debe al aumento del tráfico tras la pandemia y a los efectos del cambio climático. “El año pasado hubo un repunte respecto a los dos años con restricciones, sobre todo en cuanto a partículas, que alcanzan los niveles más altos de la última década”, ha señalado Miguel Ángel Ceballos, coordinador del informe. La situación es mucho peor si se tienen en cuenta los límites de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mucho más estrictos: con esos parámetros, la totalidad de la población respiró aire insalubre.
La calidad del aire empeoró respecto a los dos años anteriores, con un aumento importante de los niveles de partículas en suspensión (PM₂,₅ y PM₁₀), y eso a pesar de que la medición de estas partículas es insuficiente en la mayoría de las estaciones. El ozono troposférico creció, pero se mantiene por debajo de los niveles de 2019 —los incumplimientos legales se concentraron en Madrid y Cataluña—. Algo similar a lo que ocurrió con el dióxido de nitrógeno (NO₂), que creció moderadamente; en este sentido, Barcelona es ya la única urbe española que incumple el límite legal de 40 microgramos por metro cúbico (µg/m3) de NO₂; Madrid bordeó ese límite sin llegar a superarlo. Precisamente la polución continuada durante años en Madrid y Barcelona motivó que a finales del año pasado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea multara a España por la mala calidad del aire en sus ciudades.
Y ello pese a que los límites legales de contaminantes son todavía muy laxos. Por ejemplo, si la UE permite una exposición anual de 40 (µg/m3) de NO₂, la OMS considera que no es sano superar los 10. Algo similar ocurre con las partículas, donde la organización de la ONU también ha recomendado reducir a la mitad la exposición máxima recomendada anual. De hecho, la Comisión Europea está debatiendo nuevos límites legales que deberán cumplir las urbes, a medio camino entre los actuales y las recomendaciones de la OMS.
El informe combina los resultados de los cuatro principales contaminantes, pero además tiene en cuenta tanto los límites propuestos para la UE como las recomendaciones del organismo sanitario. “En NO₂, solo hay una superación legal, la de la estación del Eixample de Barcelona, y la estación de la plaza Elíptica de Madrid se quedó en 39,7, a unas décimas de superarla. En cambio, con el nuevo límite propuesto por la UE, casi todas las grandes ciudades lo superan. Y si nos vamos a las recomendaciones sanitarias, el 60% de la población respiramos una cantidad insalubre de este contaminante. Así que la situación es preocupante”, resume Ceballos. El tráfico motorizado es el principal causante en las urbes, tanto del NO₂ como de las partículas, y ambos afectan muy negativamente a la salud.
Además, el experto señala que el cambio climático está influyendo de varias maneras en estos datos: “2022 fue un año muy seco y el más cálido desde que hay registros, que arrancan en 1961. Es importante para la calidad del aire, porque la estabilidad atmosférica y la ausencia de precipitaciones generó un aumento de los episodios de polvo de África, que se convierten en partículas contaminantes. Mientras, las tres olas de calor del verano, sobre todo la de julio, dispararon los niveles de ozono troposférico, un contaminante relacionado con la radiación solar. En resumen, la crisis climática nos pone más difícil luchar contra la contaminación”.
Paco Segura, experto en calidad del aire de la organización ecologista, ha pedido tomarse en serio esta cuestión: “Las enfermedades cardiorrespiratorias y pulmonares empeoran con la contaminación, y afectan sobre todo a niños, mayores y población vulnerable. Se calcula que 25.000 personas fallecen cada año en España por este motivo, 15 veces más que por accidentes de tráfico. Si repunta la polución, habrá también más muertes por esta causa”. En este sentido, ha exigido a las administraciones que alerten a la población cuando hay picos de contaminación para que no salgan a la calle ni hagan ejercicio, y tomen medidas más exigentes para reducir el tráfico privado, principal causa de la mala calidad del aire en las ciudades.
Por su parte, Nuria Blázquez, del área Internacional de la misma entidad, ha exhortado a la Presidencia Española de la UE —que arranca en julio— a ser ambiciosa a la hora de negociar los futuros límites legales de contaminantes, ante los cuales Madrid y Cataluña han pedido una moratoria. Mientras llega ese momento, se pueden tomar medidas: “Necesitamos planes de emergencia para reducir el tráfico drásticamente en los picos de contaminación, porque eso salva vidas. Y además tenemos que luchar contra la contaminación estructural, lo que se consigue reduciendo el tráfico privado, impulsando la movilidad sostenible (andando, en bici y transporte público) y potenciando un urbanismo de proximidad, además de fomentando el ahorro energético y las energías renovables”, ha resumido. También ha exigido a los ayuntamientos que pongan en marcha cuanto antes sus zonas de bajas emisiones, tal y como les obliga la ley.
Polución en puertos y aeropuertos
El informe también analiza la repercusión del tráfico aéreo y marítimo en los principales aeropuertos y puertos del Estado. Según los datos oficiales, Ecologistas concluye que estas instalaciones podrían haber tenido una repercusión relevante en la calidad del aire de las ciudades en las que se ubican, por el repunte de la navegación aérea y de cruceros en 2022. En los puertos de Alicante, Barcelona, Carboneras (Almería), Escombreras (Murcia), Santander y Tarragona se superaron los límites legales de PM₁₀, por el movimiento y el almacenamiento al aire libre de graneles sólidos. Mientras, el aeropuerto de Madrid Barajas provocó en el Corredor del Henares numerosas superaciones de los estándares legales de ozono.
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