Dos cabezas de lobo a la puerta de un ayuntamiento de Asturias: la protección total de la especie eleva la tensión
Políticos y ganaderos del Principado condenan el suceso y piden al Gobierno reanudar los controles poblacionales que se realizaban antes de la medida, adoptada en 2021
Operarios del Ayuntamiento de Ponga (Asturias) se toparon este viernes con dos cabezas de lobo, de un macho y una hembra, a las puertas del edificio consistorial. Era temprano, cerca de las 8.00, y la alcaldesa, Marta María Alonso, se dirigía hacia allí cuando recibió una llamada para informarle del macabro hallazgo. No era un día cualquiera en Ponga, solo faltaban unas horas para recibir al presidente del Principado de Asturias, el socialista Adrián Barbón, y a su equipo, que celebraron en el pueblo una reunión del Consejo de Gobierno. Políticos y ganaderos rechazan de forma categórica este tipo de conductas, que el biólogo y experto en lobos Juan Carlos Blanco describe como una forma de “chantaje, estilo mafioso, estilo El Padrino“. No es la primera vez que ocurre algo similar en el Principado: en 2017, aparecieron varios ejemplares muertos y exhibidos en lugares públicos (aparcamientos, señales de tráfico...), y en agosto de 2018 se encontró una cabeza y un rabo de lobo flotando en la piscina municipal de Infiesto.
“Fue muy desagradable, las cabezas parecían sacadas de un congelador, porque tenían algo de escarcha y estuvieron tiempo hasta que las retiraron”, describe Alonso. “Esto es un delito y no es manera de reivindicar nada”, espeta. Se refiere al conflicto con el lobo (Canis lupus signatus) que arreció con su inclusión en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) en septiembre de 2021. Su captura está prohibida en todo el territorio español y solo se permite en casos excepcionales. Antes de la adopción de esta medida, en Asturias existía un control por parte de los guardas forestales. La orden ministerial fue rechazada por ganaderos y los gobiernos de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria, las comunidades donde vive el 95% de la población de lobo en España.
“Hay formas legales y administrativas de luchar contra esa decisión y estas conductas no son un reflejo ni del sentir del concejo ni del de los ganaderos. Lo tengo muy claro”, puntualiza la regidora de Ponga. Su Ayuntamiento ha presentado un recurso en la Audiencia Nacional para sacar a la especie del listado y otro administrativo ante el Ministerio para la Transición Ecológica. “Se puede estar en contra de la protección total del lobo, porque entendemos que tiene que existir un control de ejemplares, pero nunca hemos pedido el exterminio de ninguna especie”, asegura. El presidente de Asturias reiteró tras el suceso de Ponga su “discrepancia” con el Gobierno en cuanto a la protección actual del lobo. “Todo es aceptable y respetable siempre que no se crucen los límites del respeto”, declaró. Porque, añadió, la aparición de las cabezas de lobo supone “una actitud violenta y un delito”.
Clima de crispación
Mercedes Cruzado, secretaria general de COAG Asturias ―una de las principales organizaciones agrarias del país ― apunta al clima de crispación que existe en la zona. “La gente está cabreadísima, estamos sufriendo daños y nos sentimos abandonados, pero lo de las cabezas... no es la manera, nosotros no pedimos que la especie desaparezca”, plantea. Lo que proponen es “poder continuar con la actividad ganadera y vivir de ello”. A pesar de no contar con los datos oficiales de los ataques, asegura que sufren daños generalizados. En cuanto a las indemnizaciones que reciben, sostiene que no compensan, porque se paga el valor del animal, pero esa cantidad no cubre todo lo invertido en él. En su caso, por ejemplo, a lo largo de los años se ha seleccionado a las mejores madres y toros. “Esto va minando y, al final, las personas se desesperan y hacen esas cosas [por la aparición de las cabezas de lobo]”, opina. La única forma de atajar la situación, añade, sería poniendo en marcha un control serio y responsable, con informes de científicos y guardas.
Con este panorama, el experto en la especie Juan Carlos Blanco mantiene que en estos casos lo único que se puede hacer es condenarlos e iniciar acciones policiales. “Es inadmisible e inútil ponerse a discutir si los lobos hacen mucho o poco daño, con dos cabezas cortadas ahí delante”, matiza. Blanco estima que la población de lobo ha crecido a largo plazo, pero en los últimos años no y, en todo caso, a él le da “igual en momentos como estos, porque en ningún caso esa circunstancia es una excusa para emprender semejantes acciones”. Ignacio Martínez, presidente de la Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo Ibérico (ASCEL), denuncia “la tibieza e hipocresía” del Gobierno asturiano. “Al no ofrecer mensajes claros y ponerse totalmente a favor de la protección de la especie, favorece estas situaciones”, argumenta.
Convivir con lobos
David Buseco es ganadero, asturiano y vive en el occidente de Asturias, en el concejo de Valdés, la zona donde más daños se producen por ataques de lobo en el Principado. “Aquí están de siempre, estamos acostumbrados, no como en Picos de Europa”, explica. Guarda a sus cabras todos los días. “No se me ocurriría dejarlas fuera”, añade. Los problemas llegan, aclara, cuando las personas se habitúan a un manejo del ganado sin lobos durante décadas y cuando regresan los lobos, siguen defendiendo continuar de la misma forma. Y “no puede ser así, hay que cambiar la forma de gestión del ganado”.
Buseco sabe lo que es perder ganado. Sus caballos, entre 60 y 70 asturcones, andan sueltos todo el año por el monte. Sin ningún manejo. Los lobos le matan entre 15 y 17 caballos al año, pero lo considera normal. “Yo no me gasto ni un euro en el mantenimiento de los caballos, y eso tiene sus ventajas y sus inconvenientes”, comenta. También tiene mastines con las cabras y desde hace años el lobo no le mata a ninguna, “bueno, quizá una, si se queda una rezagada”. “El que diga que los perros no valen para cuidar el ganado es que no tiene buenos perros. Yo los crío aquí, están entre las cabras, nacen con ellas, es como si fueran su familia y les gusta cuidarlas”, asegura. El problema, en su opinión, es que falta información y entiende que se realicen controles de lobos, pero tienen que ser “excepcionales”, por ejemplo, “cuando un lobo se pone a matar ganado”.
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