Los choques de la COP27: el fondo de compensación por los daños del cambio climático y las menciones a los combustibles fósiles
La cumbre de Sharm el Sheij se acerca a su final con la exigencia de “justicia climática” de los países más vulnerables a las naciones ricas
Dos asuntos se perfilan como los de mayor confrontación en la cumbre del clima que se celebra en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij (la COP27) y que debería acabar en teoría este viernes, aunque las negociaciones avanzan muy lentamente: uno con una carga más simbólica y otro que podría tener importantes repercusiones económicas en el futuro. Por un lado, está en discusión si en la declaración política final se realiza un llamamiento expreso a la reducción progresiva del uso de todos los combustibles fósiles para combatir el cambio climático.
Por otro, hay un trascendente y acalorado debate sobre cómo se debe compensar a los países más vulnerables por las llamadas pérdidas y daños. Es decir por los efectos negativos que el cambio climático tiene ya y tendrá en el futuro en las naciones con menos recursos, que son las menos responsables del calentamiento. Los países en desarrollo se han unido este jueves en la cumbre para exigir “justicia climática” a las naciones más ricas y la creación de un fondo de pérdidas y daños en esta COP.
¿Saldrá un fondo de pérdidas y daños de esta cumbre?
En el centro de la discusión está la creación de ese fondo para compensaciones de los impactos que ha generado y generará el cambio climático en las naciones más vulnerables. Se trata, por ejemplo, de los daños que sufrirán las islas amenazadas por el aumento del nivel del mar previsto o los impactos que padecen los países que se ven golpeados por fenómenos meteorológicos extremos que el calentamiento está haciendo ya más violentos y numerosos.
Por primera vez en una COP, hay un punto específico de discusión en la agenda de negociaciones sobre la financiación de pérdidas y daños, un tema realmente polémico y aplazado hasta ahora en todas las cumbres anteriores. El G77, en el que están 134 países en desarrollo y China, ha pedido abiertamente que de esta COP salga ya un mandato para la creación de un fondo para financiar las pérdidas y daños y que sean las naciones desarrolladas las que paguen por ser las responsables históricas de la crisis climática.
Sin embargo, los países más ricos, que temen que este tema pueda desencadenar una catarata de reclamaciones en el futuro, se resisten y rechazan esta propuesta. Como explicaba esta semana el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, la propuesta del G77 no convence a la UE y otros países desarrollados, básicamente, porque deja fuera a China de la lista de países que deben pagar la factura del cambio climático.
Este país no está en la lista de contribuidores históricos al calentamiento, pero sus emisiones siguen creciendo año a año. Ocupa el primer lugar entre las naciones que más gases de efecto invernadero expulsan a la atmósfera y acumula ya aproximadamente el 30% de todos ellos. Así lo explicaba Timmermans: “China es una de las economías más grandes del planeta con muchas fortalezas financieras. ¿Por qué no debería ser corresponsable de financiar las pérdidas y daños?”. Además, la UE sostiene que no todas las situaciones son iguales, por lo que no debería existir un único fondo, sino que apuesta por diferentes fórmulas y mecanismos de financiación de las pérdidas y daños. La postura de EE UU es todavía más dura y huye de cualquier mención a un hipotético mecanismo.
La presidencia de la COP27, en manos de Egipto, ha distribuido este jueves un documento con los puntos que puede incluir la declaración final (no es ni siquiera un borrador, lo que acrecienta los temores de que la cumbre acabe con mucho retraso). En ese texto directamente no aborda el asunto de la financiación de pérdidas y daños a la espera de que el grupo específico que lo está debatiendo logre cerrar una propuesta.
Al G77 se les ha unido este jueves otras agrupaciones de países, como el grupo de pequeñas islas amenazadas (Aosis) o la llamada de Alianza de América Latina y el Caribe, que agrupa a ocho naciones de esta región. Todos han reclamado que en esta cumbre se cree el fondo de pérdidas y daños. “Es justicia climática”, ha dicho Sherry Rehman, ministra de Cambio Climático de Pakistán, un país golpeado este verano por unas tremendas inundaciones que algunos estudios vinculan al calentamiento global. Rehman ha recordado que estas inundaciones han provocado 30.000 millones de dólares de pérdidas a su país. “Y nosotros solo somos responsables del 1% de las emisiones”, ha añadido.
Este debate sobre las pérdidas y daños se desarrolla en un ambiente de crispación. Porque los países ricos han incumplido una importante promesa que realizaron hace más de una década, en la COP15 de 2009. Se comprometieron a movilizar —con dinero público y privado, con ayudas y créditos— para 2020 un total de 100.000 millones de dólares al año para ayudar a las naciones en desarrollo a adaptarse al calentamiento global y a reducir sus emisiones. Pero en 2020 solo llegaron a los 83.300 millones y la mayoría fueron préstamos. A eso mismo se refirió Lula da Silva, el presidente electo de Brasil, cuando el miércoles afirmó en la COP27 que su país volvía a la lucha climática para ayudar a reducir las emisiones globales pero también para presionar para que los países más ricos cumplan sus promesas. “He venido aquí para cobrar lo que se prometió en la COP15″, sostuvo.
¿El fin del carbón o de todos los combustibles fósiles?
El pasado año, en la cumbre de Glasgow, la cita se cerró —también fuera de plazo— con una declaración final en la que se apostaba por una “reducción progresiva” el uso del carbón. En el texto también se apostaba por una eliminación paulatina de las ayudas públicas a todos los combustibles fósiles.
En el debate final de aquella cumbre, India, muy dependiente del carbón, quedó señalada por sus presiones para que se suavizaran las referencias a ese combustible fósil. En la COP de este año, este mismo país ha pedido que en la declaración final no solo se incluya el carbón, sino también al gas y al petróleo, algo que pone en el punto de mira a los países petroleros.
En ese texto que ha difundido la presidencia de la cumbre este jueves por la mañana las referencias al carbón son prácticamente las mismas que en la declaración de Glasgow y no se menciona ni al gas ni al petróleo, con lo que se espera una importante discusión en este apartado.
Además, también se habla de las ayudas públicas a los combustibles fósiles, pero con un tono más suave que en el texto final de Glasgow. El año pasado se señalaba que se debían eliminar progresivamente los subsidios a las energías sucias. En el documento de la presidencia de la COP27 se mantiene que deben “reducirse progresivamente y racionalizarse los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”, teniendo en cuenta las circunstancias de cada país. En cualquier caso, el llamamiento más robusto de la pasada cumbre de Glasgow no ha impedido que muchos países —entre ellos España y la mayoría de miembros de la UE— hayan aumentado en los últimos 12 meses estas ayudas al consumo de gasolina debido a la guerra de Ucrania.
¿Sigue viva la meta de los 1,5 grados?
Durante la COP27, se han presentado multitud de estudios científicos y de organizaciones vinculadas a la ONU en las que se advierte de que la humanidad no está encaminada a cumplir con el Acuerdo de París, que establece que el aumento de la temperatura a final de siglo debe quedarse “muy por debajo de los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales” e intentar limitarlo a los 1,5.
En estos momentos, el calentamiento está ya en los 1,1 grados y los planes de recorte de emisiones de los países para esta década llevarán, en el mejor de los casos, a un calentamiento de 2,5. Para quedarse en los 1,5 hacen falta unos recortes drásticos que el conjunto de los países no tiene contemplados ahora.
En el texto difundido por la presidencia se mantiene la misma redacción que en el Acuerdo de París a la hora de mencionar los objetivos de la lucha climática. Se reconoce que los planes de los países reducirán “las emisiones mundiales en 2030 en entre un 5% y un 10%”. Pero recuerda, además, que para limitar el calentamiento a los 2 grados se necesitaría un recorte del 30%. Y del 45% para lograr el objetivo de los 1,5 grados. Esas menciones a la meta del 1,5 se realizan después de que el G20 hiciera lo mismo en la declaración final de la reunión que han tenido en Bali, Indonesia, esta semana.
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