Conservacionistas demuestran el uso de redes de pesca ilegales por parte de embarcaciones marroquíes en el Mediterráneo
El Gobierno español reconoce que el año pasado decomisó estas artes de pesca al menos a cinco barcos de este país en Ceuta
Las llaman cortinas de la muerte. Son redes kilométricas de pesca flotantes que conforman una laberíntica trampa mortal a la deriva. Son imperceptibles y letales para animales marinos como tortugas, ballenas o delfines. El pasado 23 de mayo, el rescate relámpago de una ballena yubarta en Mallorca, que agonizaba entre restos de estas mallas, saltó a las portadas de periódicos locales y televisiones. “La realidad, sin embargo, es que eso solo es la punta del iceberg”, explica el biólogo Ricardo Sagarminaga, que tras mes y medio de expedición en el mar de Alborán (la zona más occidental del Mediterráneo que limita con África), ha conseguido documentar el uso de este arte de pesca ilegal por parte de embarcaciones marroquíes.
En paralelo al rescate de la ballena en Mallorca, un equipo de la organización conservacionista Alnitak fotografiaba a una flota marroquí mientras pescaban con estas redes prohibidas en aguas internacionales y españolas que colindan con la reserva marina de la isla de Alborán (a 48 millas de la Península). Fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación corroboran a este diario otros avistamientos por parte de Inspección de Pesca y confirman asimismo que en abril del pasado año autoridades españolas retuvieron a cinco embarcaciones con bandera marroquí y les confiscaron artes prohibidas en aguas de Ceuta. “Las embarcaciones fueron enviadas a puerto, donde se les decomisó las redes”, explica un portavoz del ministerio.
Estas redes de “pesca pasiva” se popularizaron en la década de los 80 y se usaban para capturar atunes y pez espada. Fueron muy utilizadas por la flota mediterránea por su enorme eficiencia. Llegaban a medir hasta 20 kilómetros y su uso provocó durante años la captura accidental de miles de cetáceos, entre otras especies, según datos de Oceana, organización que a principios de siglo inició una fuerte campaña para instar su prohibición en todo el Mediterráneo. En 2002, la Unión Europea las prohibió en sus aguas. La presión internacional a través de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), de la que Marruecos forma parte, forzó al país africano a prohibirlas también en 2013. Las mismas fuentes del Ministerio de Pesca explican que el Gobierno, a través de la Comisión Europea, ha informado de estas prácticas irregulares al ICCAT.
El biólogo Sagarminaga llevaba meses preparando la expedición en el mar de Alborán con el velero Toftevaag para confirmar el uso de este arte de pesca en los caladeros que España y Marruecos comparten a medio camino entre los dos continentes. Hacía tiempo que sospechaba. Sobre todo desde febrero, tras la aparición en una playa de Almería de un cetáceo hembra de zifio, una especie muy difícil de observar, enredada entre este arte de pesca. Dos meses después, otros dos cachalotes aparecieron muertos en playas de Mallorca, también enredados.
La inmensidad del mar y la enorme opacidad que siempre lo envuelve hacen siempre difícil poder demostrar las prácticas pesqueras ilegales. Por lo que para pillar desprevenidas a las embarcaciones, la organización conservacionista se hizo servir de astucia y ciencia. Gracias a un sistema ideado por el Sistema de Observación y predicción Costero de las Islas Baleares (SOCIB), que dirige el oceanógrafo Joaquín Tintoré, el equipo conservacionista logró estudiar a través de la variabilidad de las corrientes la trayectoria que pudo seguir la ballena aparecida en Almería. Así, se marcaron posibles coordenadas donde el cetáceo pudo quedar enmallado antes de ser arrastrado hasta la playa. El sistema se empezó a utilizar hace dos años para identificar zonas de pesca furtiva que en 2019 causaron un alud de rescates de tortugas en Baleares.
Finalmente, la ballena de Almería ha servido cuatro meses después para destapar este “desastre ambiental”, en palabras del biólogo. “En 20 millas encontramos una cincuentena de redes. Para llegar hasta la coordenada sin ser vistos, aprovechamos los días de luna llena para poder ir con las luces apagadas y tener visibilidad nocturna. En estos casos, los pescadores lo que hacen es soltar las redes a la deriva por la noche, apagar las luces y esperar unas horas antes de recogerlas. Nada más acercarnos a la zona, los pescadores encendieron las luces y nos gritaron que nos fuéramos. Fingimos una avería de motor. Mientras un compañero hacía ver que lo estaba reparando con una herramienta, otros tomábamos imágenes”, relata el investigador marino.
Fuentes de Inspección de Pesca del Govern de las Islas Baleares, que han detectado un aumento de restos de pesca ilegal arrastrados por las corrientes, definen las imágenes de Alnitak como “reveladoras” y creen que demuestran claramente un punto de pesca ilegal en el Mediterráneo por parte de la flota marroquí. En paralelo a la investigación en el mar, la organización conservacionista también investigó el otro lado del Estrecho a través de un contacto local, que tomó imágenes de decenas de embarcaciones en los puertos marroquíes de Alhucemas, Medik y Nador, cargando redes.
La organización Alnitak explica que en los últimos años los centros de recuperación de fauna marina en el mar de Alborán, Islas Baleares, Francia, Italia y Malta han sufrido un alarmante incremento en el número de ballenas, delfines y tortugas encontrados muertos o heridos. “Hay que acabar con esta práctica. Es indignante”, dice Debora Morrinson, directora del Departamento de Educación y Conservación del Palma Aquarium, la fundación que coordinó el rescate de la ballena yubarta y que desde 2019 tiene su clínica de recuperación desbordada por rescates de tortugas. Alnitak está siguiendo ahora el rastro para hallar el punto de pesca ilegal donde se enmalló la ballena yubarta de Mallorca. A pesar de ser liberada, el animal de 25 toneladas apareció días después muerto en una playa de Tavernes de la Valldigna (Valencia), víctima de las heridas provocadas por las “cortinas de la muerte”.
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