¿Perros peor adiestrados y más agresivos? El efecto temporal de la pandemia en las mascotas
Un estudio con cerca de 50.000 canes señala que se volvieron más difíciles de entrenar por las privaciones de la covid
La covid, que alteró nuestras vidas y nos obligó a vivir encerrados, tuvo también un efecto insospechado sobre los animales que comparten con nosotros la vida doméstica. Rutinas alteradas, dueños primerizos y limitaciones en la socialización pudieron haber influido en la capacidad de adiestramiento de los perros y en su agresividad por una menor socialización. Así lo sugiere un estudio que se publica en PLOS One este miércoles y que analizó el comportamiento de 47.444 canes entre 2020 y 2023.
El trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Washington y el Virginia-Maryland College de Medicina Veterinaria, indica que los perros que comenzaron a formar parte de las familias estadounidenses en los tres años posteriores a 2020 parecían ser menos fáciles de entrenar que los que llegaron después del 2023. Courtney Sexton, investigadora de la Universidad de Maryland (Estados Unidos) y una de las autoras del informe, explica que el proyecto se lanzó en 2019 y coincidió casualmente con los años de la pandemia. “Pensamos que era nuestra oportunidad para analizar si hubo muchos cambios. Resultó que, de media, no había diferencias significativas, excepto en el aspecto de adiestramiento”, subraya.
La bioantropóloga apunta que este comportamiento que desarrollaron puede deberse al hecho de que muchos canes abandonaban los refugios y se trasladaban a sus nuevos hogares. “Mucha gente tenía perros nuevos y puede también que los perros estuvieran estresados. Quizá fue una combinación de esas cosas”, afirma.
Para la etóloga gallega Paula Pérez Fraga, esta teoría es correcta e indica que el cambio en la capacidad de adiestramiento pudo deberse a factores humanos. “Esa época fue tan convulsa que los propios tutores no tenían buenas rutinas, estaban más estresados, quizás incluso tuvieron menos tiempo para dedicárselo a los perros”.
El análisis del comportamiento canino también reveló un cambio en la agresividad. Los perros inscritos en 2023 mostraron niveles más bajos que los evaluados entre 2020 y 2022. Pérez explica que, durante la pandemia, muchos perros carecieron de oportunidades para socializar. “Al no estar acostumbrados, es lógico que mostraran más agresividad”, señaló.
La raza, edad, sexo, el estado de castración, el tamaño y la residencia fueron variables clave. El estudio identificó que los de tamaño pequeño fueron más temerosos y agresivos, y menos adiestrables que los grandes. Los cachorros, por su parte, fueron menos agresivos y temerosos, pero también menos entrenables que los adultos. En cuanto al sexo, las hembras destacaron por su mayor capacidad de entrenamiento en comparación con los machos.
Estos datos son el resultado de las calificaciones proporcionadas anualmente por los propios dueños, por lo que incluyen un cierto grado de subjetividad. “Todos los estudios basados en cuestionarios presentan algún sesgo humano, incluso en investigaciones que cuentan con un gran número de participantes”, afirma la experta gallega. Perez explicó que el formulario utilizado (Cuestionario de Investigación y Evaluación del Comportamiento Canino o C-BARQ) está ampliamente validado y ha sido aplicado en numerosos estudios.
Para la etóloga Ester Desfilis, el C-BARQ presenta algunas limitaciones, sobre todo en cuanto a la evaluación referida al adiestramiento. “Los datos sobre entrenabilidad no son del todo confiables; en ocasiones fallan en ciertas pruebas de validez interna”, señala. Además, apunta que un test a los propietarios era necesario: al no haberse aplicado ninguno sobre su nivel de ansiedad o comportamiento, no se tuvo en cuenta el contexto del animal.
Pese a estas limitaciones, Desfilis resalta un punto fuerte del estudio: su tamaño. “Lo interesante es que incluye casi 50.000 perros. Estudios anteriores que usaron esta herramienta eran mucho más pequeños, centrados en una sola raza”. Según la bióloga, la participación masiva aporta solidez y permite “que los resultados sean especialmente valiosos”.
Un proyecto a largo plazo
La investigación no solo establece un hallazgo puntual. Ofrece también un mapa inicial del comportamiento canino que servirá para seguir a esos mismos perros a lo largo de su vida. El estudio pertenece al Dog Aging Project, una iniciativa que busca observar cómo se modifican los hábitos y las conductas de los animales a medida que envejecen, y cómo esos cambios se relacionan con su salud.
Sexton explica que estudiar el comportamiento de los perros domésticos permite identificar cambios que podrían alertar tempranamente sobre problemas de salud o deterioro cognitivo. Señala que el propósito del estudio fue recopilar información útil para el futuro, ya que la conducta de los perros refleja su bienestar y puede indicar posibles dificultades de salud: “Los perros pueden venir a consulta con un problema de comportamiento, pero, cuando investigas un poco, resulta que tienen un problema de origen orgánico”.
Lo que les sucedió a ellos en esos meses de aislamiento no fue otra cosa que el reflejo de lo que nos ocurrió a nosotros, afirma Sexton. La pérdida de la libertad, la alteración de las rutinas y la convivencia forzada con un mundo reducido al espacio de una casa afectó a las mascotas: “Lo que pase en tu entorno se va a ver reflejado en tu perro. Tienes que tenerlo en cuenta al construir una relación con ellos para se sientan como en casa”.
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