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Una nueva técnica de láser descubre los tatuajes de momias precolombinas de hace 800 años

Un estudio muestra cómo pintaban bajo la piel de miembros de la cultura Chancay, en el actual Perú

Tatuajes momias
Tatuaje en la mano de una de las momias estudiadas.Michael Pittman/Thomas G Kaye
Miguel Ángel Criado

En 1981, a unas decenas de kilómetros de Lima, la capital de Perú, hallaron unas momias con la piel cubierta de lo que parecían tatuajes. Datadas mediante radiocarbono entre 1222 y 1282 (en pleno periodo preincaico), pertenecían a la cultura Chincay, que floreció en esta zona entre la costa y los Andes peruanos. Ahora, una nueva técnica de iluminación por láser ha desvelado los secretos que escondían bajo la piel. La luz les ha permitido recuperar todo el color, formas y técnicas usadas para pigmentar el tejido humano. Los autores del trabajo, publicado en la revista científica PNAS, no están seguros de su función o significado, pero parecen que no estaban reservados para miembros destacados de la comunidad.

Tatuarse era una manifestación cultural extendida, quizá más que hoy, entre las culturas antiguas. Son muchos los dibujos en piedra o cerámica que lo muestran. Pero los tatuajes se llevan mal con el tiempo, y no solo en vida. En el registro fósil, la piel es lo primero que se deteriora y desaparece. Solo en los casos en que esta se preserva mediante procesos de momificación artificial, como en el Egipto de los faraones, o por causas naturales, como la congelación de Ötzi, el hombre de los 61 tatuajes, las escaras pueden conservarse. Pero como dice Michael Pittman, paleobiólogo de la Universidad China de Hong Kong, “la piel humana momificada puede preservar los tatuajes, pero no son tan prístinos como lo habrían sido en vida porque el tejido momificado ha ido descomponiéndose y degradando desde la muerte del individuo”.

Pittman, junto a un grupo interdisciplinar de expertos, ha podido estudiar momias de distintos yacimientos de la cultura Chincay del periodo inmediatamente anterior a su asimilación por parte del Imperio inca. Forman parte de la colección de más de un centenar que se conservan en el Museo Arqueológico Arturo Ruiz Estrada. En este trabajo le han dado un nuevo uso a una técnica de iluminación. Ya utilizada para mostrar los secretos del color de los dinosaurios, la fluorescencia estimulada por láser (LSF por sus siglas en inglés) lleva la luz hasta el interior de la piel e ilumina el tatuaje desde dentro, permitiendo así conocer todos los detalles, también los difuminados con el paso del tiempo.

Con esta iluminación desde dentro, los tatuajes de las momias de Chancay recuperan sus tonos y los investigadores pueden detectar sus perfiles originales. “Los tatuajes sumamente detallados que descubrimos tienen hermosos patrones geométricos que incluyen triángulos y diamantes hechos con líneas de solo 0,1 a 0,2 milímetros de grosor”, explica en un correo Pittman, autor sénior de esta investigación. No están seguros de la aguja que usaban, aunque apuestan por pinchos de algún cactus o un afiladísimo hueso hueco. “La aguja de tatuaje moderna estándar del número 12 ni siquiera puede producir las líneas de 0,1 a 0,2 milímetros de grosor que observamos, lo que demuestra lo mucho que los pueblos antiguos todavía nos están enseñando”, añade Pittman. Los dibujos de algunas de las momias son muy poco comunes y habrían requerido más habilidad y tiempo para crearlos. “Esto sugiere que estos tatuajes eran especiales y tenían un significado mayor, tal vez pertenecientes a individuos con un estatus social más alto, pero cuál era exactamente este significado requiere una investigación más profunda”, termina el científico.

Thomas Kaye, de la Fundación para el Avance Científico (Estados Unidos), pionero en el uso de este sistema para el estudio de fósiles, explica su funcionamiento: “La luz blanca se refleja en la superficie, mientras que la infrarroja penetrándola parcialmente, reflejándola hacia afuera. Pero la LSF ilumina el material que se encuentra debajo del tatuaje desde el interior”. Esto les permitió ver detalles que con los infrarrojos no se podían ver, como la distribución de figuras geométricas por todo el brazo. Y pone un ejemplo: “Toma un lápiz y haz un dibujo en una hoja de papel. Ponlo boca abajo sobre la mesa y solo verás el papel. Con la luz infrarroja, puedes ver que el dibujo está ahí. Ahora, coloca una bombilla detrás de la hoja de papel y los detalles del dibujo serán fácilmente visibles”. Kaye termina diciendo que, generalmente, la luz se refleja, “por lo que es difícil entender el hecho de que con fluorescencia, la luz, proviene del interior del objeto; estamos convirtiendo la piel en una bombilla”.

A la izquierda, una de las momias bajo la luz blanca. A la derecha, iluminada mediante fluorescencia estimulada por láser.
A la izquierda, una de las momias bajo la luz blanca. A la derecha, iluminada mediante fluorescencia estimulada por láser.Judyta Bąk/Museo Arqueológico Arturo Ruiz Estrada

La cultura Chancay se desarrolló en la costa central del Perú prehispánico. No está claro si sus momias son naturales o sujetos sometidos a algún tratamiento de conservación. Henry William Marcelo, de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, donde tiene su sede el museo arqueológico, recuerda que, en su momento “se planteó que los restos humanos momificados fueron el resultado de procesos naturales; sin embargo, existen evidencias que sugieren que la sociedad Chancay tenía conocimiento de las propiedades conservantes de las condiciones ambientales locales, las cuales contribuyeron a la preservación de los cuerpos”. Además, los estudios en el laboratorio han revelado la presencia de un bálsamo tradicional peruano extraído de un árbol (Myroxylon balsamum) sobre la piel, lo que podría haber desempeñado un papel importante en la conservación de los cuerpos.

La arqueóloga de la Universidad Jaguelónica de Cracovia (Polonia), Judyta Bąk, también coautora del estudio, destaca una posible gran diferencia entre los tatuajes de las momias de Chancay y los de otras culturas precolombinas. Mientras en otras, la práctica de tatuar estaba reservada a personas de elevado estatus social, los resultados preliminares de su investigación, en la cual comparan datos biológicos de los individuos con la información sobre sus tatuajes, “indican que no eran exclusivos de las personas que desempeñaban roles elevados en la jerarquía social, sino que también eran portados por individuos de grupos sociales de estatus más bajo”. Esto esperan confirmarlo cuando terminen la investigación en marcha. Sobre los tatuadores, Bąk dice que creaban obras que requerían una enorme dedicación y esfuerzo, combinados con un refinado arte técnico. Y termina: “las investigaciones con LSF están cambiando nuestra perspectiva sobre los tatuajes, destacando su valor no solo desde el punto de vista sociocultural, sino también técnico”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Criado
Es cofundador de Materia y escribe de tecnología, inteligencia artificial, cambio climático, antropología… desde 2014. Antes pasó por Público, Cuarto Poder y El Mundo. Es licenciado en CC. Políticas y Sociología.
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