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Sarah Blagden, oncóloga: “Deberíamos llegar a tener una vacuna que te pongas a los 40 años y te proteja del cáncer”

La investigadora de la Universidad de Oxford ensaya una revolucionaria inyección para evitar la aparición del tumor maligno más común y letal: el de pulmón

Sarah Blagden, oncóloga
La oncóloga Sarah Blagden, de la Universidad de Oxford, fotografiada el 16 de abril en el Hotel Intercontinental, en Madrid.Andrea Comas
Manuel Ansede

Una de cada dos personas tendrá un cáncer a lo largo de su vida, alerta la oncóloga inglesa Sarah Blagden, de la Universidad de Oxford. Es la misma probabilidad que tirar una moneda al aire y que salga cruz. Blagden, sin embargo, defiende que los tumores malignos no son inevitables. La investigadora encabeza un proyecto revolucionario, que intenta desarrollar la primera vacuna preventiva contra el cáncer de pulmón, el más común y letal en el mundo, con casi dos millones de muertes al año. El objetivo inicial es que la inyección, llamada LungVax, impida que el tumor aparezca en un próximo ensayo con 600 personas fumadoras o exfumadoras con alto riesgo.

Blagden compara el cáncer con una peste que durante siglos se sufrió como una maldición inexorable: la tuberculosis, hoy prevenible en gran parte con una vacuna infantil. La oncóloga nació hace 55 años en un hospital militar de la ciudad de Aldershot, porque su padre, el general de brigada Paddy Blagden, estaba destinado allí. El progenitor fue un referente internacional en la peligrosa eliminación de minas terrestres tras las guerras, en países infestados de explosivos ocultos, como Ruanda, Irak y Afganistán. Ahora es Sarah Blagden la que intenta desactivar otras bombas camufladas: las células que forman el llamado precáncer.

La oncóloga acaba de visitar Madrid para participar en un simposio organizado por la Fundación CRIS contra el cáncer, la entidad española que ha cofinanciado el desarrollo de su inyección experimental con medio millón de euros. El equipo de Blagden utiliza una tecnología similar a la de la vacuna de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca contra la covid. Son virus inofensivos del resfriado del chimpancé, modificados para introducir un tramo de ADN que genera defensas contra proteínas específicas de las células precancerosas. Blagden habla con urgencia. En la hora que dura la entrevista, han fallecido 200 personas por cáncer de pulmón en el mundo. “Cada minuto cuenta”, advierte.

Pregunta. Usted afirma que hoy tenemos la misma “cultura de la resignación” ante el cáncer que hace un siglo ante la tuberculosis. ¿Por qué lo cree?

Respuesta. Aceptamos que el cáncer está ahí desde hace mucho tiempo y ya es parte de la vida. Es un error. Tenemos que verlo como una enfermedad prevenible. Muchos oncólogos trabajan con el cáncer ya consolidado, pero sabemos que tarda años o incluso décadas en iniciarse. El cáncer de páncreas, por ejemplo, tarda unos 15 años en formarse en tu cuerpo y, cuando lo tienes, mueres en seis meses. ¿Por qué no estamos investigando esos 15 años? ¿Por qué no tratamos de entender los cambios biológicos que hacen que las células normales se conviertan en cáncer? Es un área de investigación que está vacía, pese a que parezca tan obvio que deberíamos intentar entenderlo. Cuando el cáncer está en esa fase de desarrollo, lo llamamos precáncer, puede durar décadas y es reversible. Puedes evitar que termine siendo un cáncer de páncreas, de colon, de ovario, de pulmón o cualquier otro.

P. ¿Podemos detener el cáncer antes incluso de que comience?

R. Exacto. Parece increíble, pero ya ocurrió con la tuberculosis. Se decía que era el precio que pagabas por ser pobre: contraías tuberculosis y morías. La mentalidad ahora es la misma: el precio que pagas por un estilo de vida pobre es el cáncer y mueres por ello. No es cierto. Sospecho que la mayoría de los cánceres se podrían detectar en la fase de latencia si supiéramos cómo buscarlos.

El precáncer puede durar décadas y es reversible: puedes evitar que termine siendo un cáncer

P. Esa fase de precáncer suele ser indetectable con análisis de sangre y escaneos. ¿En qué tumores es detectable?

R. Hay dos ejemplos muy buenos, en los que puedes salvar vidas. En el cáncer de cuello de útero, puedes detectar lesiones precancerosas con un frotis. En el cáncer de colon, puedes localizar pólipos con una colonoscopia. Sin embargo, la mayoría de nuestros órganos, como el páncreas y los ovarios, son internos y no puedes verlos.

P. ¿Y qué podemos hacer con esos precánceres que son indetectables?

R. Tenemos que entender qué eventos biológicos suceden, para poder detectar biomarcadores en la sangre. Ya hay trabajos preliminares en marcha en muchos laboratorios, incluido el mío.

P. ¿En qué etapa de desarrollo se encuentra su vacuna LungVax?

R. Empezaremos a reclutar pacientes en enero de 2026. Hemos estado desarrollando la vacuna, tratando de encontrar la mejor combinación de epítopos [la parte de la molécula que reconocen los anticuerpos] para provocar la reacción inmune más potente posible. Ya hemos decidido cuál es la mejor y la vamos a fabricar en Oxford, en la misma instalación en la que se fabricó la vacuna de AstraZeneca contra la covid.

P. Si todo sale bien, ¿cuándo podría estar disponible la vacuna para prevenir el cáncer de pulmón?

R. Dentro de 10 años, como pronto.

P. ¿10 años hasta poder tener una inyección en el brazo?

R. Hasta tener la vacuna en el brazo, sí, porque no estamos en situación de pandemia, así que no podemos acelerar los procesos de la misma manera.

P. ¿Por qué no se pueden acelerar? El cáncer de pulmón es la primera causa de muerte por cáncer en el mundo.

R. Es una enfermedad horrible. Creo que, si hay pruebas de que la vacuna funciona, se podría acelerar, pero todavía es difícil saberlo.

P. Su grupo ha recibido unos dos millones de euros de dos organizaciones sin ánimo de lucro: Cancer Research UK y la Fundación CRIS contra el cáncer. El Gobierno de Estados Unidos puso 1.000 millones de dólares para desarrollar la vacuna de Oxford y AstraZeneca contra la covid. ¿Por qué es tan grande la diferencia?

R. Si se demuestra que la vacuna funciona, muchos países querrán tenerla, porque el cáncer de pulmón es un asesino horrible y, además, tratarlo cuesta miles de millones.

La oncóloga Sarah Blagden, de la Universidad de Oxford, retratada el 16 de abril en el Hotel Intercontinental, en Madrid.
La oncóloga Sarah Blagden, de la Universidad de Oxford, retratada el 16 de abril en el Hotel Intercontinental, en Madrid.Andrea Comas

P. El cáncer de pulmón mata a 1,8 millones de personas cada año. ¿Por qué no tiene ya 1.000 millones de euros sobre la mesa?

R. Bueno, creo que aún no necesitamos 1.000 millones, porque todavía tenemos que demostrar que funciona en un pequeño número de personas. No es como en la pandemia, cuando había que confiar en que las vacunas experimentales funcionaran. Ahora estamos intentando algo muy diferente. Estamos aplicando contra el cáncer la metodología de la vacuna. Es la primera vez que se intenta en todo el mundo. Las vacunas funcionan bien contra las infecciones, pero esto no es una infección: estamos apuntando contra el propio cáncer, a los primeros cambios que ocurren en el precáncer de pulmón. Actualmente, hay otras vacunas experimentales para tratar el cáncer, pero nadie ha desarrollado una vacuna para prevenirlo.

P. Esta sería la primera.

R. Sí.

P. ¿La primera contra cualquier tipo de cáncer?

R. En Estados Unidos están desarrollando vacunas para prevenir el cáncer colorrectal, específicamente en personas con síndrome de Lynch, que es un trastorno hereditario. La nuestra será la primera vacuna diseñada para prevenir el cáncer de pulmón.

Todas las vacunas del mundo no van a hacer nada comparado con lo principal: dejar de fumar

P. Los nuevos tratamientos contra el cáncer cuestan cientos de miles de euros por paciente y, a menudo, tienen escaso valor clínico. ¿Cree que las compañías farmacéuticas están ganando demasiado dinero?

R. Es una pregunta difícil. La fijación de precios de los medicamentos contra el cáncer es realmente complicada. Me gusta la idea de una vacuna, porque cambia por completo el paradigma.

P. El director ejecutivo de AstraZeneca, Pascal Soriot, ganó unos 20 millones de euros el año pasado, 10 veces más que el coste inicial del proyecto de la vacuna contra el cáncer de pulmón. Soriot ha ganado un total de 140 millones en la última década. ¿Qué le parece?

R. No sé qué decir al respecto, la verdad.

P. ¿Podría ser inmoral?

R. Prefiero no hacer comentarios. Sí puedo asegurar que yo no gano 20 millones de euros [risas].

P. ¿Qué le diría a un amigo fumador?

R. Hay pruebas abrumadoras de que fumar provoca cáncer, pero también es realmente malo para tu salud cardiovascular y para todo tipo de enfermedades relacionadas con el envejecimiento. A mi amigo le diría que deje de fumar. Todas las vacunas del mundo no van a hacer nada comparado con lo principal: dejar de fumar.

P. ¿Y si su vacuna funciona?

R. Esto es solo la punta del iceberg. En Oxford estamos desarrollando vacunas contra otros tipos de cáncer también, como el colorrectal causado por el síndrome de Lynch, al igual que en Estados Unidos. En última instancia, lo que me encantaría ver es una vacuna que se ponga a todas las personas a cierta edad, en torno a los 40 o 50 años, para protegerlas de los principales cánceres que surgen más tarde. Ahí deberíamos llegar, pero tenemos que empezar por algún sitio.

P. Eso sería maravilloso.

R. Si lo piensas, hay una posibilidad del 50% de que tengamos cáncer a lo largo de nuestra vida. ¿Por qué no intentamos prevenirlo? Insisto en esa especie de cultura de la resignación que tenemos ante el cáncer: “Bueno, simplemente, ocurre”. ¡Pero va a ocurrir en el 50% de nosotros! Con la covid, nos pusimos en marcha incluso sabiendo que la posibilidad de morir era de 1 entre 70. Todos nos vacunamos entonces. Y nuestra probabilidad de tener cáncer es de 1 entre 2, es descomunal. Tenemos que hacer algo.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III
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