Hasta los presos quieren ver el eclipse solar
La sombra lunar que cruza Norteamérica este lunes desata una fiebre que moviliza a millones de personas en busca de la senda de máxima oscuridad
Un baptista, un musulmán, un adventista del séptimo día, dos santeros y un ateo presos en la cárcel de Woodbourne (Nueva York) interpusieron hace unos días una demanda contra la prisión por su decisión de no dejarles en el exterior durante el eclipse total de Sol del lunes. Todos, incluido el ateo, alegaron que lo consideraban un acontecimiento religioso y que violaba sus derechos impedirles verlo. Finalmente, han llegado a un acuerdo con los responsables penitenciarios y podrán ver este lunes cómo la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra. La sombra del satélite recorrerá Norteamérica de sur a norte y de este a oeste, atravesando México, Estados Unidos y Canadá en su camino. Junto a los presos de Woodbourne, millones de ciudadanos mirarán al cielo. La fiebre del eclipse está desatada.
El fenómeno ya ha dejado su rastro antes de llegar. Los precios de los hoteles en la senda de totalidad, la zona donde la Luna tapará por completo al Sol, se han disparado. Millones de turistas ávidos de experiencias se desplazan cientos o miles de kilómetros para presenciar el espectáculo cósmico en su plenitud.
Los hoteles no son los únicos que han visto una oportunidad de negocio. Aerolíneas como Southwest y Delta han anunciado rutas de vuelo para ver el eclipse, los rascacielos de Nueva York han organizado fiestas exclusivas y hay también cruceros del eclipse para verlo desde el agua. Se han organizado multitud de festivales y eventos. En las zonas del eclipse se venden no solo las gafas para mirar al Sol sin sufrir lesiones oculares, sino también camisetas y recuerdos de todo tipo. Numerosas cadenas de comida rápida han lanzado ofertas inspiradas en el acontecimiento y los restaurantes locales también han organizado menús y fiestas especiales.
Krispy Kreme vende el “donut del eclipse solar total”, en colaboración con Oreo. El donut es el sol y la galleta es la luna que lo atraviesa. La vainilla y el chocolate aportan la gama cromática. Sonic ha lanzado el granizado del apagón con “virutas galácticas”. Frito Lay, del grupo Pepsico, ha contado con la colaboración de una astronauta, Kellie Gerardi, para ofrecer una edición especial limitada del eclipse de patatas fritas con sabor a “piña habanero y queso gouda picante de frijoles negros”. Según la empresa, la receta “mezcla ingredientes que recuerdan a cielos soleados y días luminosos por delante, al tiempo que hace un guiño a la luna con un toque de queso”. No queda muy claro cuál es la responsabilidad de la astronauta en todo eso, pero Frito Lay se encarga de dejar claro en tono de asombro que Gerardi “literalmente ha ido al espacio”.
Algunos medios de comunicación han propuesto sus bandas sonoras para el fenómeno. Total eclipse of the heart, de Bonnie Tyler, apenas tiene rival, pero no faltan temas de Bruce Springsteen, Taylor Swift, Rosalía o Pink Floyd en las listas de reproducción sugeridas.
La región canadiense de Niágara (Ontario) ha declarado el estado de emergencia para prepararse para la avalancha de visitantes. Las cataratas, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, están en la senda del eclipse total. El alcalde de la ciudad, Jim Diodati, dijo hace unas semanas que espera que el lunes se batan todos los récords de visitas a un lugar que ya de por sí atrae al turismo de masas. Debido al intenso tráfico previsto y a otras perturbaciones, cientos de colegios han decidido cerrar o dar clases a distancia en Texas, Indiana, Ohio, Nueva York, Pensilvania y Vermont. El partido de béisbol entre los Yankees de Nueva York y los Marlins de Miami se ha tenido que retrasar cuatro horas por el eclipse, para que el terreno de juego no se oscurezca al rato de empezar.
El último eclipse total que vivió Estados Unidos, en 2017, provocó escasez de combustible, falta de cobertura telefónica en ciertas zonas y colapso de servicios, incluidos los restaurantes, en áreas que multiplicaron su población de golpe. Tras la pandemia, en pleno fenómeno de la venganza de los consumidores, con el auge de las redes sociales y la sed de experiencias, se espera una movilización aún mayor. Además, el próximo eclipse solar total en Estados Unidos no será hasta 2033 y se limitará a Alaska. En 2044, la sombra de la Luna oscurecerá el oeste de Canadá, Montana y Dakota del Norte. En 2045, un eclipse solar total atravesará el país desde California hasta Florida.
El condado de Hays, en Texas, ha difundido en su página web el contenido recomendado de la “bolsa de supervivencia” para el eclipse: gafas de protección, agua potable, comida, medicamentos para dos o tres días, teléfono móvil y cargador, mapas impresos y brújula, botiquín de primeros auxilios, medicación para las quemaduras solares, dinero en efectivo por si no funcionan los cajeros automáticos y las tarjetas de crédito...
“Será uno de los mayores acontecimientos turísticos jamás vistos en el Estado”, señala Michael Pakko, economista de la Universidad de Arkansas en Little Rock. “No puedo imaginar ningún otro acontecimiento que tenga el mismo número de visitantes que el que recibiremos este fin de semana en Arkansas. Esperamos que vengan muchos visitantes a nuestra región, y los visitantes tienden a gastar dinero, así que esperamos que tenga un impacto económico significativo”, explica en un mensaje enviado por correo electrónico.
La senda del eclipse total tocará tierra en Mazatlán (México), en la costa del Pacífico, a las 11.07 hora local. Tras dejar su sombra en Durango, Torreón y Monclova, cruzará a Estados Unidos por el agitado paso fronterizo de Eagle Pass a las 13.27, hora local. En Texas cubrirá también San Antonio, Austin y Dallas pasado el mediodía. En su camino hacia el norte, oscurecerá también Little Rock (Arkansas), Indianápolis (Indiana), Cleveland (Ohio) y Búfalo (Nueva York). En la frontera con Canadá cubrirá de lleno las cataratas del Niágara, rozará Toronto y tapará el Sol por completo en parte de Montreal antes de dirigirse al Atlántico Norte por Terranova. Las localidades de Cape Girardeau (Misuri) y Carbondale (Illinois), que ya estuvieron en la senda del eclipse en 2017, repiten ahora.
Aproximadamente 44 millones de personas viven a lo largo de la ruta en que el eclipse será total, y otros 200 millones en una franja de unos 300 kilómetros de ancho donde el oscurecimiento será significativo, lo que hace prever que sea el eclipse del continente más visto en la historia. Se dejará notar en mayor o menor grado en buena parte de Norteamérica, incluidos porcentajes del 85% al 90% en grandes ciudades del Este como Nueva York, Boston o Washington. En todo caso, la diferencia frente al eclipse total es muy grande, pues incluso un 1% de luz solar evita la oscuridad.
El eclipse total durará más de lo habitual porque la Luna estará a solo 360.000 kilómetros de la Tierra, uno de los mayores acercamientos entre ambos en el año, lo que provocará un periodo especialmente largo e intenso de oscuridad cuando se alineen. El eclipse total tendrá su mayor duración cuando pase por México: 4 minutos y 28 segundos. En otras partes, como en el Estado de Nueva York, durará apenas un minuto y medio. Los científicos aprovecharán para hacer experimentos variados.
Si el cielo está despejado, se podrán apreciar un cometa y cuatro planetas durante el eclipse total. Júpiter estará a la izquierda del Sol, y Venus, a la derecha. Saturno y Marte estarán a la derecha de Venus, pero más tenues. Incluso el cometa 12P/Pons-Brooks, que está pasando frente a la Tierra, como cada 71 años, podría llegar a verse cerca de Júpiter, aunque lo más probable es que en este último caso haga falta un telescopio. Aunque, sobre todo, lo que hace falta es que el día esté despejado. En amplias zonas del recorrido se esperan nubes. Siempre cabe esperar al próximo eclipse. Los dos siguientes eclipses solares totales, el 12 de agosto de 2026 y el 2 de agosto de 2027, pasarán por España.
Una rana que se traga el Sol
Los relatos culturales sobre el eclipse solar en las culturas indígenas americanas varían mucho, según Erin Fehr, subdirectora y archivera del Centro Nacional de Investigación Sequoyah de la Universidad de Arkansas en Little Rock. Fehr explicó este fin de semana esa interacción entre mitología y ciencia en las culturas ancestrales americanas en un acto en el Museo de Bellas Artes de Arkansas. "Los navajos consideran el eclipse solar un momento sagrado, de silencio y meditación. Se quedan en casa y no comen, beben ni duermen. Reflexionan sobre sus vidas. Cuando termina el eclipse, se considera un momento de renacimiento y renovación. Algunos consideran el eclipse solar como un año nuevo y hacen propósitos. Aunque es un momento sagrado y no se debe mirar al Sol, algunos lo hacen. Depende de cada familia", explica en un mensaje enviado a EL PAÍS con parte del contenido de su intervención.
Los cheroquis, por su parte, tienen una historia que habla de una rana gigante que se traga el Sol. "Cuando la rana se traga el Sol, todo se vuelve oscuro. Los cheroquis tienen que ingeniárselas para conseguir que la rana escupa el Sol. Los hombres cogen rifles y pistolas, disparan al aire y tocan tambores. Las mujeres cogen agitadores de conchas y golpean ollas y sartenes. Hacen mucho ruido para asustar a la rana y que escupa el Sol. Ese es el final del eclipse, y termina con una celebración del regreso del Sol", explica.
"Creo que es interesante aprender cómo ven las distintas culturas un acontecimiento determinado", afirma Fehr. "Un eclipse total de Sol es un fenómeno que puede verse una vez en la vida. Es una gran oportunidad".
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