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No solo reventó la nave ‘Starship’: los destrozos en el área del lanzamiento ponen en guardia a la NASA

Los ingenieros de SpaceX se enfrentan a un serio problema que tendrá repercusión inmediata en los planes de ir a la Luna en 2025

El cohete 'Starship' levanta una gigantesca nube de arena, visto desde las inmediaciones del río Bravo, en Matamoros Tamaulipas (México). Foto: ABRAHAM PINEDA-JACOME (EFE) | Vídeo: EPV
Rafael Clemente

Como dijo Elon Musk antes de lanzar su Starship, “todo lo que venga después de que el cohete rebase la torre será la guinda en el pastel”. El resto de objetivos eran secundarios. Y es que el verdadero temor de este primer intento era que el enorme vehículo se derrumbase sobre su rampa de lanzamiento. Ya ocurrió una vez. En julio de 1969, en plena carrera espacial, la URSS lanzó su segundo N-1, el cohete desarrollado para llevar un astronauta ruso a la Luna. Apenas 10 segundos después del despegue, se apagaron casi todos los 30 motores de la primera fase y el vehículo se hundió sobre su plataforma de lanzamiento. La explosión la destruyó por completo; hizo falta un año y medio para reconstruirla.

Afortunadamente, el Starship despegó respetando la torre. De ahí el entusiasmo y los aplausos del personal de SpaceX que seguía el lanzamiento. Pero el análisis posterior ha mostrado que la infraestructura sufrió serios daños. Bajo el “taburete” que sirve de asiento al cohete, el escape de los motores excavó un cráter que dejaba al descubierto los cimientos.

Destrozos en la plataforma

El impacto de las 33 llamaradas de los motores raptor a casi 3.000 grados sobre el suelo bajo la plataforma ha tenido un efecto devastador. El hormigón utilizado se ha cuarteado y pedazos de gran tamaño salieron volando en todas direcciones, provocando un bombardeo monumental en cientos de metros de distancia. Algunos alcanzaron los depósitos de metano y oxígeno instalados a poca distancia de la torre, abollándolos, aunque —parece—, sin llegar a perforarlos. Otros, más pequeños, dañaron algún vehículo estacionado en las proximidades. Las imágenes obtenidas por una cámara remota muestran una auténtica granizada de fragmentos.

Arena y hormigón pulverizado formaron nubes que depositaron una fina capa sobre calles y vehículos en la cercana localidad de Port Isabel y otras ubicadas a ocho kilómetros de distancia. Los restos del vehículo —acero en lugar del aluminio empleado en otros cohetes gigantes como el Saturn V— cayeron en el mar.

Vista la magnitud del destrozo, muchos se preguntan por qué bajo la plataforma de lanzamiento no se instaló un deflector de llamas, para reorientarlas en alguna dirección. En el Centro Kennedy, por ejemplo, las rampas 39A y B, desde donde despegaban los Saturn V y más tarde los transbordadores y el SLS, disponen de una pieza así: una masiva estructura en forma de V invertida que se instala directamente bajo los escapes del cohete. En el momento del despegue, las llamaradas chocan contra las paredes del deflector y se desvían por dos zanjas laterales horizontales para que no impacten sobre el suelo.

Un civil camina entre los escombros en la plataforma y depósitos del lanzamiento de 'Starship' de SpaceX, días después en Boca Chica.
Un civil camina entre los escombros en la plataforma y depósitos del lanzamiento de 'Starship' de SpaceX, días después en Boca Chica.PATRICK T. FALLON (AFP)

La mayoría de plataformas de lanzamiento disponen de un sistema de inundación por agua. No solo para combatir el calor de los escapes, sino también para amortiguar el efecto del ruido. Los millones de burbujas de líquido absorben parte de la energía sónica y protegen al propio cohete de su impacto. La intensidad del estruendo es más de lo que puede soportar el aire: ya no es un mero ruido, sino una brutal onda de presión que rebota en el suelo y amenaza con dañar a los mismos motores que la producen.

Las carencias en la plataforma de lanzamiento

La plataforma de Boca Chica carecía de deflector y solo utilizaba un sistema de rociadores dirigidos hacia las toberas de los cohetes, no a inundar el área. Por lo visto, se confiaba en que la losa de hormigón (“Fondag”, un material muy resistente a altas temperaturas) pudiese soportar al menos un lanzamiento. Una hipótesis que se ha demostrado demasiado optimista.

Unos curiosos fotografían un bloque de cemento arrancado desde la plataforma de SpaceX en Boca Chica, Texas.
Unos curiosos fotografían un bloque de cemento arrancado desde la plataforma de SpaceX en Boca Chica, Texas.PATRICK T. FALLON (AFP)

El propio Elon Musk tuiteó al día siguiente: “Hace tres meses empezamos a construir una placa de acero refrigerada por agua que debería ir bajo el soporte de lanzamiento. No estuvo lista a tiempo...”. Así que decidieron lanzar aún en condiciones precarias. Fue un error que tendrá consecuencias imprevisibles. Aunque Musk, en su eterno optimismo, asegure que el daño estará reparado en uno o dos meses.

En primer lugar, es dudoso que la Administración Federal autorice el lanzamiento de otro Starship hasta que el problema no esté solucionado del todo. Y eso implica considerables modificaciones en las estructuras de Boca Chica.

Por otra parte, la NASA pondrá reparos a la flamante torre de lanzamiento levantada en el Centro Kennedy, casi al lado de la plataforma 39A. Es la histórica rampa desde donde despegaron los vuelos a la Luna. SpaceX la tiene alquilada a la agencia y desde ahí lanza con regularidad sus cohetes Falcon. El peligro de que se vea afectada por semejante metralla ha quedado demasiado en evidencia.

Los responsables de la NASA habían advertido a SpaceX que una explosión de Starship en el complejo de lanzamiento 39A podría cortar de golpe el único medio de la agencia espacial para lanzar astronautas estadounidenses a la Estación Espacial Internacional. “Sería bastante devastador para la 39A”, aseguró Kathy Lueders, jefa de operaciones espaciales de la NASA, en una entrevista sobre las conversaciones de la agencia con SpaceX.

Trabajadores de SpaceX arreglan desperfectos en la base de Boca Chica provocados por lanzamiento de 'Starship'.
Trabajadores de SpaceX arreglan desperfectos en la base de Boca Chica provocados por lanzamiento de 'Starship'.STEVE NESIUS (REUTERS)

Aparte de probar una placa protectora de acero, ¿hay alguna solución más? Muy difícil. Cuando se construyeron las instalaciones para lanzar el Saturn V hace medio siglo, un factor determinante fue precisamente el tamaño del deflector de llamas: 12 metros de altura. Eso condicionó la altura de la plataforma a la que se accede por una rampa, así como la amplitud de los canales de evacuación de gases. Todo ello, en superficie, ya que el suelo de Cabo Cañaveral, junto a la playa, no permitía excavaciones tan profundas.

Probable retraso del programa lunar

El problema reside en que la torre de lanzamiento y el pedestal de Boca Chica se han construido a nivel del suelo, justo al lado de la playa. Apenas hay espacio para un deflector y será muy difícil cavar zanjas de evacuación de llamas. El montaje de un sistema protector de la plataforma por inundación, aunque factible, llevará tiempo. Y lo mismo se puede decir de las instalaciones que se están construyendo en el Centro Kennedy.

Salvo que Musk nos sorprenda de nuevo con alguna idea revolucionaria, parece que la única solución pasa por el escudo metálico bajo el cohete. Si es que realmente es una solución. Ya hay voces que apuntan a que una plancha de acero de esas dimensiones sometida al tremendo calor de los escapes durante 10 o 15 segundos sufrirá dilataciones tan bruscas que lleguen a fracturarla. Los ingenieros de SpaceX se enfrentan a un serio problema.

De momento, el retraso que afectará al desarrollo del Starship tendrá repercusión inmediata en los planes de la NASA. Una variante de ese vehículo era la escogida para llevar astronautas hasta la superficie de la Luna en el 2025. Si ya había muchas dudas respecto a la viabilidad de esa fecha, ahora el resultado de este primer vuelo la hace casi imposible.

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Sobre la firma

Rafael Clemente
Es ingeniero y apasionado de la divulgación científica. Especializado en temas de astronomía y exploración del cosmos, ha tenido la suerte de vivir la carrera espacial desde los tiempos del “Sputnik”. Fue fundador del Museu de la Ciència de Barcelona (hoy CosmoCaixa) y autor de cuatro libros sobre satélites artificiales y el programa Apolo.

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