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ESPACIO: MUSEO DE LA EXPLORACIÓN LUNAR

La NASA expone el último cohete 'Saturno V' y la cápsula 'Apolo 13'

Jamás se ha construido un cohete tan grande como el Saturno V, que impulsaba a los astronautas que iban a la Luna hace ya un cuarto de siglo. El Programa Apolo se interrumpió a principios de los años setenta y tres unidades del enorme propulsor se quedaron sin usar. Una de ellas está en el centro Marshall, de la NASA; otra, en el centro espacial Johnson. El tercer Saturno V que nunca despegó ha pasado muchos años a la intemperie en la base espacial Kennedy (Florida), tumbado delante del edificio de ensamblaje.La NASA decidió ponerlo a resguardo y convertirlo en pie central de un nuevo museo del Programa Apolo en el centro espacial. Si al aire libre era ya enorme, bajo techo resulta inmenso. Con sus 111 metros de, longitud (en comparación, el sistema del transbordador espacial mide 56 metros de altura), las toberas de sus cinco motores generaban en el Saturno V 34,5 millones de newtons de fuerza en el despegue, que imprimían al cohete en la primera etapa una velocidad de 9.000 kilómetros por hora. Nueve de estos monstruos fueron lanzados al espacio con astronautas y en ellos salieron de la Tierra los únicos 12 seres humanos que pisaron la Luna.

Pero no es ésta la única pieza histórica de la nueva exposición que completa el Puerto Espacial, el centro preparado para los visitantes en los límites de la base. También está allí expuesta la cápsula en la que los tres astronautas del Apolo 13 estuvieron a un paso de perder la vida debido a una explosión en el módulo de servicio de su vehículo espacial cuando se dirigían a la Luna en abril de 1970 (como ha recordado la película Apolo 13). Por la escotilla se puede uno asomar y apreciar las espartanas condiciones de vuelo en aquellos tiempos.

En una vitrina se expone el traje espacial auténtico del comandante de la misión, James Lovell, el mono presurizado que habría utilizado para explorar la Luna si el accidente no hubiera frustrado la misión.

Dos espectáculos audiovisuales completan el nuevo centro de divulgación. Primero hay un programa que recrea el primer alunizaje humano, en julio de 1967, haciendo descender una réplica del módulo Eagle (como el que utilizaron Armstrong y Aldrin para bajar al suelo lunar) y un maniquí vestido de astronauta; las grabaciones de las voces de aquellos momentos se intercalan en una trepidante narración de los acontecimientos. Unas pantallas presentan los vídeos documentales; los protagonistas cuentan al público ahora sus recuerdos y explican por qué consideran importante la exploración espacial.

Después, el golpe final aguarda al visitante tras tina puerta de garaje que se cierra cuando unas 200 personas han entrado. El segundo programa audiovisual recuerda con documentales el inicio de la carrera espacial, la delantera tomada por la URSS, el Sputnik, Yuri Gagarin, los fracasos estadounidenses en los primeros pasos y el pánico ante la sola idea de perder en este campo estratégico. En 1961 los acontecimientos toman un giro radical: el presidente John Kennedy, en un famoso discurso, anuncia a todo el mundo el compromiso de su país en la aventura de poner al hombre en la Luna; 36 años después, el público rompe en apasionados aplausos.

Es el preámbulo al último plato fuerte del nuevo museo: la reproducción exacta de la sala de control del Saturno V. El público, situado de pie en unas plataformas, se queda ensimismado siguiendo los últimos minutos previos al lanzamiento del enorme cohete. "Cero". Las pantallas se llenan de imágenes de fuego, el ruido es atronador, el suelo tiembla... Así se vivirá en la sala el encendido y los primeros instantes de ascensión del cohete. En la sala de control reconstruida, la NASA ha colocado los ordenadores y consolas auténticos, de aspecto tan primitivo vistos ahora que parece imposible que con tales equipos se lograra semejante proeza tecnológica. Piezas todas en este nuevo centro, en resumen, que, de no estar tan dignamente expuestas y al servicio de la divulgación, que darían olvidadas en algún almacén como chatarra, aunque fuera chatarra envuelta en la aureola del histórico Programa Apolo.

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