Christiaan Huygens, el científico holandés que descubrió la luna Titán de Saturno era miope, según un estudio
La falta de nitidez de las lentes de los telescopios del astrónomo, físico y matemático pudo deberse a que tenía lo que un oculista hoy certificaría como -1,5 dioptrías
La miopía es una afección de la vista que provoca que los objetos lejanos se vean borrosos, pero no así los cercanos. En el siglo XVII, el científico holandés Christiaan Huygens (1629-1695) descubrió un cuerpo celeste tan distante de la Tierra como la luna Titán, el mayor de los satélites de Saturno. También fue el primero en darse cuenta de que la estructura que rodea el planeta eran anillos. A lo largo de su vida revolucionó la medición del tiempo inventando el reloj de péndulo, así como la mecánica y la astronomía, pero la resolución de sus telescopios era más baja que la lograda por sus colegas y competidores. Un nuevo estudio apunta a la agudeza visual para explicar la discrepancia: es posible que fuese miope. No demasiado, el equivalente a -1,5 dioptrías, aunque lo suficiente para comprometer la nitidez de las lentes que fabricaba.
El trabajo que le ha puesto unas gafas póstumas a Huygens ha sido publicado en la revista Notes and Records: The Royal Society Journal of History and Science, y lo firma un compatriota suyo, el astrofísico Alex Pietrow, de 31 años. A Huygens llama “el Einstein de su época”, porque era astrónomo, físico y matemático, y formó parte de la primera generación de científicos modernos europeos. Por eso, a Pietrow le interesó el hecho de que sus telescopios no estuviesen a la altura de su valía.
Los telescopios refractores utilizan lentes para enfocar la luz y hacer que los objetos lejanos parezcan más claros y ampliados. Si bien los de factura moderna se pueden ajustar hasta conseguir el enfoque perfecto para la vista de cada persona, en la época de Huygens estaban fijos en un foco único. “Usaba las dos lentes principales de estos instrumentos: la lente objetivo, que está delante, y otra más pequeña, llamada lente ocular, situada en la parte de atrás. Asumo que las movía con las manos hasta que la imagen le parecía lo bastante clara, y luego medía la distancia entre ambas”, explica Pietrow, en conversación telefónica, desde el Instituto de Astrofísica de Canarias, donde estudia en estos momentos la actividad del Sol.
Huygens hacía una serie de cálculos y mediciones para construir después un telescopio adaptado a sus ojos. “De ahí que, si nosotros miramos a través del aparato, lo instintivo sea ajustarlo porque nos parece desenfocado. No se puede, porque la ecuación usada en su momento fija las distancias. Asumiendo que las lentes son perfectas en sí mismas, aunque estén fuera de foco, se me ocurrió comparar sus ecuaciones con la óptica usada en los instrumentos actuales”. Durante el proceso, constató una pequeña diferencia, y recurrió a una graduación ocular para corregirla. De haber podido medir su vista como se hace hoy, su ilustre antecesor “habría necesitado unas gafas para corregir una miopía de -1,5 dioptrías”, en su opinión.
El desenfoque del telescopio no es muy grande, y Christiaan Huygens pasó largas horas trabajando, así que hizo grandes avances con Saturno. “Se le pasó, sin embargo, la división de (Giovanni) Cassini [descubierta en 1675 por el astrónomo italiano] existente entre los anillos exterior e interior de Saturno con una anchura de cerca de 5.000 kilómetros”. Cuando el científico holandés diseñó y produjo sus lentes, con ayuda de su hermano, Constantijn, la teoría de la refracción y la física material del vidrio se encontraban en una fase temprana de desarrollo. Las lentes se perfeccionaban a base de pruebas y errores, y si a eso unimos los diferentes tipos y calidades de vidrio, la teoría sobre la lente y el resultado final podían variar. “De ahí que hasta ahora se les atribuyese el problema”.
Las dificultades oculares eran una contante entre los Huygens. Constantijn, el padre, que fue un poeta, compositor y diplomático del Siglo de Oro era muy miope. Otros parientes tenían el mismo inconveniente, en grados diversos, y es posible que Chistiaan no reparase en el suyo. “Podía leer y escribir, y no tenía que conducir un automóvil. No le molestaba en la vida cotidiana. Quizás viese el escenario algo borroso en un teatro, pero no hay documentos que acrediten que llevara gafas”, apunta el investigador. En el siglo XVII, el estudio de las lentes era un área muy competitiva en Europa, y los trabajos de fabricación de telescopios se llevaban a cabo con gran secretismo. Debido a ello, su obra completa solo fue publicada a su muerte. “Él hablaba con sus colegas, pero nunca entraban en el detalle de cómo producían las lentes. Era una receta bien guardada. Provenía, además, de una familia bien situada económicamente y pudo operar a domicilio, y viajar también a Francia y Reino Unido”. Según señala el Canon Histórico de Países Bajos, la lista de temas y personajes esenciales enseñada en las escuelas, Christiaan Huygens siguió los pasos del filósofo francés René Descartes, partidario de experimentar y formular leyes él mismo, y que propició una revolución científica. El reloj de péndulo del holandés, datado en 1656, “fue durante siglos el único instrumento de cronometraje preciso, y trabajó en la mejora y fabricación de relojes marinos”, indica el texto.
Los diseños del primer telescopio práctico se atribuyen a Hans Lippershey, fabricante holandés de lentes e inventor. Solicitó, sin éxito, una patente en 1608, y la herramienta se popularizó enseguida. Fuera del ámbito de la ciencia, fue percibida como una forma de ver al enemigo a gran distancia en caso de guerra. La descripción llegó a manos de Galileo Galilei, el astrónomo italiano. Él creó el suyo, y sus observaciones de la Luna y las estrellas figuran en el tratado científico de 1610 titulado Mensajero Sideral (Sidereus Nuncius, en latín).
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.