La mina asturiana que quiere albergar la vacuna de la covid
El sindicato minero SOMA-UGT ofrece el pozo Santiago como almacén para preservar las dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech
A 600 metros bajo tierra late casi extinto el corazón del pozo Santiago. Situado en la localidad de Caborana, en el concejo de Aller, en la zona central de Asturias, es una de las pocas minas de carbón que siguen activas en España, aunque su cierre está programado a corto plazo. El sindicato SOMA-UGT lleva años intentando evitar que la vida del pozo se apague para siempre desde que en 2010 la UE ordenase el cese de la extracción de carbón y en 2018 el desmantelamiento de las minas de este mineral. La última propuesta para revitalizar las instalaciones ha sido ofrecer este espacio al Gobierno y al Principado de Asturias por las condiciones que reúne para conservar la vacuna de la covid desarrollada por el consorcio de Pfizer y BioNTech, fármaco que requiere ser conservado a temperaturas extremadamente bajas y que empezará a suministrarse en España el 27 de diciembre.
La jaula, como llaman los mineros al montacargas por el que se accede a la mina, desciende despacio, a una velocidad que permite estar de pie y sin sujeción. Piso a piso se vislumbran por unos segundos las 11 plantas desde las que parten los más de 100 kilómetros de galerías. Las más cercanas a la jaula son las que se encuentran en mejor estado de conservación. Estos tramos, con techos abovedados, son donde SOMA-UGT propone ubicar la vacuna.
El mayor atractivo que posee el pozo Santiago para este fin, según el sindicato, es que ya cuenta con infraestructura para almacenar las dosis y solo necesitaría una adaptación. José Luis Alperi, secretario general del sindicato e ingeniero de profesión, explica que cuando la mina estaba activa, la extracción del carbón necesitaba de la inyección de nitrógeno líquido a temperaturas cercanas a los 70 grados bajo cero para evitar su autocombustión. La misma temperatura a la que debe conservarse la vacuna de Pfizer-BioNTech, que será la primera que se distribuya en España. “El nitrógeno se introducía desde el exterior de la mina a través de una red de aire comprimido que recorría toda la estructura del pozo y que aún se conserva. Solo necesitaríamos disponer de armarios criogénicos que aprovechasen este gas para congelar la vacuna. Cada congelador podría guardar 7.500 dosis. Cinco millones de vacunas a largo plazo si tenemos en cuenta las dimensiones del pozo”, asegura.
Otras de las características que Alperi resalta de la mina, perteneciente a la empresa energética Hunosa, es su nivel de seguridad, ya que cuenta con un único acceso, y el emplazamiento para su distribución. El pozo Santiago se encuentra a 24 minutos de Oviedo y a 48 minutos del aeropuerto de Asturias. “Puede parecer nuevo o complejo de entender porque en España no se ha hecho nada parecido, pero solo se tardaría uno o dos meses en acondicionarla y supondría un gran ahorro. En países como Estados Unidos u Holanda han construido freezer farms [granjas congeladoras] para su conservación. En otros, como en Finlandia, han usado sus almacenes de la Guerra Fría para albergar material sanitario. Sería un delito que llegase la vacuna y no tuviésemos dónde almacenarla o que no valorásemos esta idea de cara al futuro”, explica el ingeniero.
El Principado de Asturias, que junto al Ministerio de Industria y el de Sanidad fueron los tres destinatarios de esta oferta, ha recibido con interés y gratitud la propuesta, pero de momento afirman que están cubiertos. “Hemos comprado un ultracongelador capaz de albergar 200.000 dosis de la vacuna de Pfizer. Se ubicará en un punto seguro que no podemos desvelar, pero se garantizará el suministro progresivo a las ocho áreas sanitarias que forman Asturias”, explican fuentes de la Consejería de Salud del Principado. “Valoramos positivamente el ofrecimiento del pozo Santiago, sobre todo en estos momentos de crisis sanitaria. En caso de que fuese necesaria mayor capacidad lo estudiaríamos”.
Rodeado de una barriada minera y casas salteadas de colores entre el verde típico del norte, este pozo minero sostiene todavía la economía familiar de 140 trabajadores. Las cuencas mineras son una de las zonas con la tasa de paro más alta de Asturias, superior al 19%. Alperi asegura que seguirán intentando que la mina no caiga en el olvido. “Trabajamos y vivimos aquí. Es una cuestión de amor propio. Si no es para la vacuna, esperamos que haya más oportunidades. Ya nos ofrecimos como almacén para material sanitario después de que viviésemos la escasez de mascarillas, como lagar para la sidra hace años o como centro de procesamiento de datos”, afirma el sindicalista, que apaga la luz de su casco al salir al exterior, pero no su ilusión por ver resucitar “el pozu”.
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