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me bajo en callao
Columna
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El insulto del PP de Madrid al poeta

La historia recuerda a Miguel Hernández como un gran poeta. A Almeida y a Ayuso no los recordará

Nieves Concostrina
Estado actual del memorial a los fusilados en la Guerra Civil en el cementerio de La Almudena.
Estado actual del memorial a los fusilados en la Guerra Civil en el cementerio de La Almudena. KIKE PARA

Me gusta leer las placas de las fachadas. Y el Ayuntamiento debería estarme agradecido, porque conmigo las amortizan. Soy de las pocas que se para, las lee y a veces (solo a veces), piensa… “valiente gilipollez”, porque algunos recuerdos no valen ni lo que costó la chapa de la placa. Por no valer, no vale ni el esfuerzo del par de operarios que ha tenido que instalarla, con su cortinita y todo, cumpliendo con el Plan Memoria de Madrid (que aplaudo, conste) para recordar hechos y personas relevantes.

Una vez vino a mi barrio a descubrir una placa dedicada a Albéniz el derrochón Alberto Ruiz Gallardón. Como a veces van como locos tendiendo la mano a todo el que se cruza en su camino, como si cualquiera estuviera deseando saludarlos, coincidió que nos cruzamos y me la tendió. Aquella mañana, Gallardón me alegró el día: me puso en bandeja la mejor cobra que me ha salido nunca. Prácticamente le hice el avión con la mano, a la vez que lo llamé estafador megalómano en su cara por estar gastándose una millonada de los madrileños en su lujoso palacio de Cibeles.

Me lo sigo cruzando algunas veces, cuando su perrazo negro lo saca a pasear a él. Nos sujetamos las miradas. Creo que sabe que fui la de la cobra. O no. Puede que solo me mire porque yo lo miro.

Las placas, como diría Rajoy, cuentan cosas. Y también como Rajoy, a veces mienten. Escribió Machado: “¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”. Y eso es lo que pasa con algunas placas de Madrid que ya hemos recordado en este foro, que mienten porque solo dicen medias verdades: por ejemplo, la dedicada por el Ayuntamiento a Zorrilla y Larra en la calle Fernández de los Ríos, y la que los tramposos de la SGAE instalaron en honor de Miguel Hernández en Conde de Peñalver; que además es ofensiva para la memoria del poeta y de Madrid: decir, como dice la placa, “en este lugar” en vez de “cárcel” es de cobardicas por partida doble; insultan al poeta por no decir dónde estuvo, e insultan a los madrileños al intentar ocultarnos que ahí lo que había era una prisión.

La historia recuerda a Miguel Hernández como un gran poeta; comprometido y valiente. No hace falta insistir en lo que ya todo el mundo sabe sobre el nuevo insulto que el PP de Madrid le ha dedicado a él y a nosotros. Solo decir que quienes presiden la comunidad y el Ayuntamiento no le llegarán jamás al esparto de la alpargata al poeta de Orihuela, y que quedarán en las hemerotecas y en el recuerdo como los dos inanes e ineficaces y, a la vez malvados, dirigentes de la historia de la villa y corte. El Plan Memoria de Madrid nunca los recordará.

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