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Generación 28-F

La patrona que rompió el techo de cristal sin proponérselo

Manuela Leal es la primera mujer responsable de la cofradía de pescadores más antigua de Andalucía en un oficio castigado y en vías de extinción

Jesús A. Cañas
La patrona Manuela Leal, en su barco 'Rosario', primera mujer al frente de la Cofradía de Pescadores de Conil.
La patrona Manuela Leal, en su barco 'Rosario', primera mujer al frente de la Cofradía de Pescadores de Conil.Juan Carlos Toro

A Manuela Leal le inoculó su padre el veneno por la mar sin ni siquiera él pretenderlo. Con ocho años se embarcó por primera vez en el palangrero Rosario y no hizo falta más para que la entonces niña soñara con regresar a las aguas cercanas a Conil de la Frontera, Cádiz. A los 15, Leal ya no faltaba ni un verano a la faena de la pesca. Cuando cumplió los 23 se dedicó a su pasión plenamente. Y ahora, con 38 años, es la primera patrona mayor de la Cofradía de Pescadores de Conil, la más antigua de Andalucía.

En los puentes de mando de los más de 60 barcos de pesca del puerto conileño es habitual encontrarse nombres femeninos: Libertad, Goleta o Rosario. Pero es una absoluta rareza que una mujer capitanee uno de ellos. Y, menos aún, que la única patrona que lo hace se haya convertido, desde el pasado noviembre en la máxima dirigente de su cofradía de pescadores, una centenaria institución que se creó en 1917. Pero Manoli La Calichi —como es conocida por el apodo de su familia— nunca ha sentido rechazos machistas. “Al revés, me dicen ‘¡no tiene cojones la niña del Calichi!”, asegura entre risas.

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Leal vino al mundo el 3 mayo de 1981, apenas dos meses después de que la asamblea de parlamentarios andaluces aprobase el primer Estatuto para la región. Ha vivido toda su existencia bajo el paraguas de una autonomía que ha ido creciendo y afianzando derechos para los andaluces, aunque la pescadora siente que la Junta no ha hecho todo lo que pudiera por su sector. “Poco en cuenta nos han tenido”, dice preocupada, inmersa desde su llegada a la dirección de la cofradía en conseguir que las Administraciones andaluza y central hagan frente un ambicioso dragado de la bocana del puerto de Conil, colmatada de la arena que traen las corrientes marinas.

Pero no es ese el único problema que le quita el sueño a la Calichi. Desde que se echó a la mar en esos veranos de su adolescencia, ve cómo tiene que esforzarse cada vez más con el palangre —la técnica de pesca artesanal que emplea— para conseguir mantener el nivel de capturas de urtas, bocinegros o doradas. “Conforme pasan los años se coge menos”, asegura. Leal cree que tras esta carestía se puede encontrar la recuperación del atún rojo —depredador de algunas de esas especies—, la pesca indiscriminada de algunos deportivos y el cambio climático.

“Un buen día podemos hacer 1.400 o 900 euros en pescado, pero se dan otros mucho peores. esto da para vivir si el verano viene bueno, pero si es malo el invierno se pasa regular”, explica la patrona en referencia a un oficio que, por los temporales, está limitado a, aproximadamente, la mitad de los días del año. Además, tiene que hacer frente al pago de los seguros y las nóminas de tres marineros más que faenan para ella. “Este es un problema compartido con en el resto de Europa. Creo que si seguimos así en unos años el oficio no va a existir. No hay gente para embarcar. Y las administraciones no nos ayudan en nada”, tercia con gesto preocupado.

Que rompiese el techo de cristal sin percatarse no hace que Leal sea ajena a que su presencia en un barco profesional de pesca es una rareza que se da en contadas flotas andaluzas. “Hay mujeres armadoras, pero que no se embarcan. Hubo una en Chiclana, pero se jubiló. Otra lo dejó cuando se quedó embarazada. No somos tantas porque esto es muy duro y tiene que gustar mucho”, sentencia. Pese a ese amor con temor que la mar imprime y solo los marineros entienden; pese a que su oficio vaya a menos inexorablemente, la Calichi no se plantea abandonar. “Ahora mismo no lo dejo. Antes, intentaré unir la pesca al turismo, que de eso hay mucho en Conil. Yo soy así, estoy todo el día dándole vueltas a la cabeza”, remacha sonriente la patrona que hizo historia en su pueblo.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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