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La sombra de la corrupción fulmina a JxCat en Sant Cugat

Los neoconvergentes pierden, después de 32 años, su gran bastión al estallarles la burbuja inmobiliaria y por la falta de vivienda asequible

Vídeo: Gianluca Battista

En Sant Cugat se vive bien. Es un municipio agradable para pasear, con patrimonio, zonas verdes y tranquilo. Tradicionalmente las relaciones políticas han venido marcadas por la cordialidad y los plenos municipales siempre han estado alejados de broncas. Hasta el sábado. Un acuerdo tripartito entre ERC, PSC y CUP desbancó a Junts per Sant Cugat después de gobernar la ciudad con amplias mayorías durante 32 años seguidos. La polémica y los gritos asaltaron el pleno de constitución del nuevo Ayuntamiento: los seguidores neoconvergentes, convocados por la ANC, gritaban “155” en rechazo al pacto de independentistas con el PSC, mientras que los contrarios proferían gritos de “3%”, por las sospechas de la implicación de Sant Cugat en la supuesta financiación irregular de Convergència.

En la calle, muchos prefieren no hablar de política. Entre los que lo hacen, hay quien critica el cambio político. “Estábamos contentos con la alcaldesa. El cambio me cuesta, no entiendo que ERC haya pactado con un partido unionista, no sé cómo van a poder gobernar juntos”, tercia Cristina, de 51 años, que pasea con su madre cogida de su brazo, que discretamente aplaude la incorporación de los socialistas. “Me gustaba el anterior”, apunta Catalina, de 72 años, mientras compra una revista en el quiosco.

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El quiosquero, en cambio, no lo ve igual. “Era un cambio necesario después de 32 años con el mismo partido”, apunta Javier, de 58 años. “Comulgues o no con Convergència, después de 32 años en el poder, ya era hora que viniera gente nueva y de izquierdas a levantar las alfombras”, añade Oriol, de 32 años, quien considera que cualquier partido que se prolongue en el poder puede caer en la tentación de cometer irregularidades. Y es que el nombre de Sant Cugat ha aparecido en los diferentes casos de corrupción vinculados a Convergència: el caso Palau, el caso ITV o la supuesta financiación irregular del partido.

</CS>Esta ciudad de 90.000 habitantes se erigió hace dos décadas en el gran bastión de CDC, sobretodo durante la conocida como travesía del desierto de Convergència, cuando perdieron parte del poder autonómico y municipal durante los siete años de tripartito en la Generalitat. Pero Sant Cugat resistió, entonces con Lluís Recoder al mando. Y ello tuvo premio. Su equipo, antes o después, ha ocupado cargos de primera y segunda fila en el gobierno catalán. Recoder ocupó la consejería de Territorio; Jordi Turull (exgerente) fue portavoz de la Generalitat; los exconcejales Damià Calvet y Jordi Puigneró forman parte del Govern de Torra; y Mercè Conesa (exalcaldesa) es la actual directora del Puerto de Barcelona.

Xavier es funcionario del Ayuntamiento y duda de las acusaciones de corrupción. “El 3% no existe, las contrataciones son legales. Si después, en los despachos se reparten el dinero, es otra cosa”.

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Muchos vecinos prefieren alejar los debates políticos nacionales y defienden que el cambio en Sant Cugat llegue con alianzas entre partidos con diferencias ideológicas. “Es un pacto de pueblo que depende de las personas. A mí me da igual con quien pacten, lo que nos debe preocupar no es de qué partido son, sino qué harán con el pueblo”, defiende María, de 48 años, librera.

Y sobre las acciones que necesita esta ciudad, muchos vecinos lo tienen claro: potenciar las políticas sociales. A pesar de ser uno de los municipios con las mayores rentas de Cataluña, la pobreza también existe. “Hay mucha gente que sale a dar una vuelta y se para en Cáritas. Se intenta que no se vea, pero existe. Aquí ha venido a vivir gente con mucho dinero en los últimos años y se ha dejado de lado los vecinos de toda la vida que no tienen tanto”, lamenta la librera.

El acceso a una vivienda asequible también es una reivindicación. “La juventud se está marchando por los precios de los pisos. El Ayuntamiento debe hacer pisos de protección oficial”, exige Javier desde su quiosco. El joven Oriol coincide. “Espero políticas de vivienda, que con más oferta pública se pueda reducir el incremento de precios de los últimos años”. Este vecino también reclama medidas para que Sant Cugat no sea una ciudad dormitorio. “A nivel de modelo de ciudad, espero que deje de ser una ciudad en que no puedes salir a según qué horas porque molestas a los vecinos, que haya más oferta cultural, etc. Que deje de ser un pueblo burbuja”, zanja.

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