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Los grandes hospitales de Barcelona buscan espacio y recursos para crecer

El Clínic apunta a trasladar su complejo sanitario al recinto de la Escola Industrial y el Mar pide recursos para continuar sus obras

Jessica Mouzo
En la imagen, el área donde surgirá la nueva ala del Hospital del Mar.
En la imagen, el área donde surgirá la nueva ala del Hospital del Mar.Massimiliano Minocri

Tres de los grandes hospitales de Barcelona —el Clínic, el Mar y Vall d'Hebron— dibujan una luna menguante en el mapa de la ciudad que baja desde la falda de Collserola a los pies de la Barceloneta. Juntos, custodian la salud de 1,34 millones de personas y conforman uno de los polos científicos más potentes del sur de Europa. Pero se están quedando pequeños. Los tres centros llevan años buscando crecer para paliar el déficit estructural de sus equipamientos.

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La situación de los tres hospitales es muy diferente: mientras Vall d'Hebron cuenta con un plan en marcha y recursos garantizados, el Mar reclama presupuesto para poner en marcha unas obras proyectadas desde hace casi 10 años. El Clínic, en una situación más compleja, está encajado en un par de manzanas del Eixample Esquerra y ni siquiera tiene para dónde crecer. El próximo gobierno municipal —aún por decidir— tendrá que sentarse con la Generalitat y la Diputación para dar respuesta a las acuciantes demandas de los tres hospitales.

Era la primavera de 2017 cuando el entonces consejero de Salud, Toni Comín, anunció a bombo y platillo la inversión de 122 millones de euros para remodelar el Vall d’Hebron. Ante el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, Comín dio luz verde a una obra que, en los cinco años siguientes, pondrían a punto las consultas externas, el Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y varios edificios asistenciales del campus hospitalario. “No nos importaba tener las mesas viejas si nos encontrábamos con fuerza y equipos suficientes para atender a nuestros pacientes. Pero ya hemos estado demasiado tiempo sin inversión”, explicaba en una entrevista a EL PAÍS, el gerente de Vall d’Hebron, Vicenç Martínez Ibáñez.

La joya de la corona de la sanidad catalana —es el hospital público más grande del territorio— ya ha empezado la transformación y, entre otras cosas, está a punto de culminar la segunda fase de las obras de urgencias.

El Hospital del Mar, por su parte, arrastra un proyecto de remodelación desde 2010. La crisis económica paralizó las obras cinco años, hasta que los gobiernos municipales de Xavier Trias y Ada Colau inyectaron 30 y cuatro millones de euros. Con ese montante, el hospital pudo remodelar las urgencias, la radioterapia, el hospital de día y dos quirófanos.

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Pero aún queda pendiente la segunda y la tercera fase del proyecto. “Cada vez viene más de gente y las camas son las mismas. Tenemos que bajar consultas y quirófanos que quedan en la Esperanza [otro centro del consorcio que está ubicado en el distrito de Gràcia, a cinco kilómetros del Mar]”, dice la gerente, Olga Pané.

La directiva asegura que ya se ha terminado el concurso del proyecto ejecutivo de la segunda fase, que permitirá aumentar 90 camas y siete quirófanos, ampliar la unidad de cuidados intensivos y renovar las consultas externas. “Tenemos dinero para hacer el proyecto arquitectónico, pero necesitaremos 100 millones para construirlo todo. Esta obra es la que toca ahora. Atendemos a la zona más deprimida de la ciudad y lo necesita”, reclama Pané.

El Sant Pau también planea ampliaciones

El otro gran hospital de Barcelona, el Sant Pau, no está en la misma tesitura que los demás, pero sigue pugnando por crecer. El hospital decano de Barcelona inauguró nuevo edificio en 2009 tras una inversión de 293 millones de euros en los años de bonanza económica. Pero todavía quiere ampliar infraestructuras. Por ejemplo, donde está el párking, entre las calles Casanova y Cartagena, prevé nuevos equipamientos aún por determinar.

El otoño pasado, el Sant Pau puso en marcha además un novísimo instituto de investigación, con cuatro plantas y dos sótanos, para acoger a 50 grupos científicos. Un portavoz aclaró, no obstante, que queda por desarrollar una segunda fase del proyecto.

El hospital quiere crecer también en número de camas en otros centros del territorio.

La gerente del hospital asegura que el retraso de las obras provoca que la gente espere más tiempo en urgencias “porque las camas son las mismas” y obliga a desplazarse a la Esperanza: “Necesitamos que nos digan que ese dinero estará disponible el año que viene. Hay tal inestabilidad en los gobiernos, que no tenemos presupuestos desde hace dos años y esta obra precisa presupuestos”.

Pero la situación más compleja la vive el hospital Clínic. Encajonado en el Eixample, no tiene a dónde ir. “Hace 30 años que reclamamos espacio. En 1989, el Clínic renunció a la pediatría y la transfirió al Sant Joan de Déu para ganar 1.500 metros cuadrados”, recuerda el director gerente, Josep Maria Campistol. El hospital, que tiene 120 años, nació con 25.000 metros cuadrados construidos ya hora hay 100.000. No puede esponjarse más, señala Campistol.

“Tenemos dificultades tremendas porque trabajamos en dos sedes, en la de Villarroel y la Maternitat [donde está ginecología]. Y esto genera disfunciones. Las urgencias también están en un punto complicado porque el edificio no se adapta a la presión asistencial actual”, agrega el directivo. El hospital aboga por trasladar las dos sedes al recinto de la Escola Industrial (200.000 metros cuadrados). “Es nuestro proyecto. Pero debe haber acuerdo entre las Administraciones. Las cifras que se manejan en cuanto a recursos varían entre los 650 y los 800 millones de euros”, dice Campistol.

El responsable del Clinic avisa de que la ampliación es “una necesidad absoluta”. El centro ha creado una comisión con el Consistorio hace cuatro meses para abordar el tema. “No hay un metro cuadrado libre. Me dan una resonancia nueva y no sé ni dónde ponerla. Necesitamos una solución”, alerta.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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